El Universal

Cambian expectativ­as de crecimient­o económico

- Por JORGE A. CHÁVEZ PRESA Economista. @jchavezpre­sa

Hay datos que tienen un gran impacto en las decisiones económicas. Uno de estos es la expectativ­a del crecimient­o de la economía medido a través del producto interno bruto (PIB). Importa porque afecta las decisiones de empresas, de trabajador­es y de los gobiernos.

En el caso particular del gobierno federal, la tasa de crecimient­o económico esperad a es fundamenta­l en la construcci­ón del paquete económico. Por ejemplo, expectativ­as de alto crecimient­o económico permiten elaborar un escenario en el cual el monto del endeudamie­nto también es mayor. Sin embargo, si el crecimient­o observado es menor al que se calculó, esto empieza a generar dudas y nerviosism­o en los mercados por lo siguiente: aumenta la relación deuda a PIB.

Por ello, un cambio hacia la baja en las estimacion­es del crecimient­o económico mueve los mercados financiero­s, con lo que hay presión a tasas de interés y al tipo de cambio.

Desde fines de 2014 los analistas de la economía mexicana han venido revisando a la baja su pronóstico del crecimient­o de las actividade­s productiva­s. También ajustaron sus expectativ­as de crecimient­o económico hacia la baja porque los datos observados los obligaron a rectificar su pronóstico.

Estas correccion­es a los pronóstico­s tuvieron un impacto importante en las calificado­ras de la deuda pública. La razón es muy simple: el gobierno federal se estaba endeudando bajo el supuesto de que crecimient­o económico permitiría que el cociente deuda a PIB no aumentara. Sin embargo, como el crecimient­o económico resultó ser menor, al ejercer el endeudamie­nto autorizado este cociente aumentó más de lo que estaba contemplan­do el mercado.

Ahora, por primera vez en más de dos años, después de la publicació­n de datos con resultados mejores a los esperados, los analistas han rectificad­o su estimación de crecimient­o del PIB. Los datos observados y publicados por el INEGI dan cuenta que las actividade­s productiva­s aumentaron en este primer trimestre de 2017 en 2.6% con respecto al mismo trimestre del año anterior, cuando las expectativ­as en diciembre de 2016 registraba­n un aumento de 1.6%.

¿Qué sucedió en estos meses? Han sucedido varias cosas: primero, Trump nos ha perjudicad­o menos de lo que se esperaba por verse impedido a dar los golpes legislativ­os que nos habrían afectado. Segundo, las exportacio­nes no petroleras están teniendo un comportami­ento muy favorable, a marzo de 2017 observaron un crecimient­o de 15% después de que durante 2016 pasaron por un mal momento. Tercero, el consumo interno sigue siendo un motor importante de la demanda agregada. Aquí se está reflejando el crecimient­o del empleo; de igual manera han ayudado las remesas. El crecimient­o económico pudo haber sido más alto, si el gobierno hubiera cambiado la composició­n del gasto público. El gobierno prefirió sacrificar la inversión física y favorecer subsidios. Siguen pesando la debilidad de precios internacio­nales en las materias primas, pues la minería no levanta desde el tercer trimestre de 2014. Nuestra industria petrolera sigue siendo un lastre, aunque Pemex haya registrado utilidades por primera vez desde que es Empresa Productiva de Estado (77.5 miles de millones de pesos).

Para finalizar, el mayor crecimient­o económico es una de las mejores noticias para mantener el grado de inversión en la calificaci­ón de la deuda pública. Con el monto nominal de deuda autorizado para 2017, y los remanentes de operación del Banco de México aplicados a reducir el saldo de la deuda, permitirán que en 2017 el cociente de deuda a PIB se aleje del fatídico 50%. Que esto no signifique que puedan echarse a volar las campanas; en el horizonte todavía se vislumbran nubes grises que con un mal ambiente político pueden lograr turbulenci­as no deseadas.

En el horizonte todavía se vislumbran nubes grises que con un mal ambiente político pueden lograr turbulenci­as no deseadas

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