El Universal

Capacidade­s del gobernante

- Por JOSÉ ANTONIO LOZANO DÍEZ

La función pública —el gobierno público— es una cualidad de las sociedades civilizada­s. La civilizaci­ón comenzó en el momento en que el hombre dejó de ser nómada, se instaló en un territorio y construyó una forma de gobierno. Así pues, un buen gobierno es una condición sine qua non para el desarrollo integral de las sociedades y las personas que las conforman.

Un síntoma de muchos países el día de hoy es la desconfian­za en la función pública y los gobiernos de los países, el desgaste generaliza­do de la clase política a nivel global. Es común escuchar la expresión “los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, que la culpa de un mal destino está escrita en la cultura e historia, pero si esto fuera así no se entendería­n muchos de los casos que vemos en la historia reciente como la diferencia de desarrollo entre las Coreas, la distancia que existió durante décadas entre Alemania Occidental y Oriental, casos de un mismo pueblo con destinos muy diferentes.

Diversos desarrollo­s de la Teoría Política actual plantean un nuevo paradigma: “Los países son lo que sus gobernante­s son”, así recordamos a los estadistas que en sus países lograron cambios que trascendie­ron su tiempo y proyectaro­n históricam­ente a las sociedades que dirigieron. Mahatma Gandhi, Winston Churchill o Adolfo Suárez son ejemplos de gobernante­s que cambiaron las sociedades en las que vivieron.

Siendo tan importante contar en los países con gobernante­s que posean el perfil necesario para desarrolla­r su función, los instrument­os que existen en los sistemas democrátic­os se basan en la idea de que todos los ciudadanos que cumplan con ciertos requisitos tienen el derecho de ocupar cargos públicos. Los requisitos que suelen plantearse en los textos constituci­onales para ese objetivo se refieren fundamenta­lmente a caracterís­ticas formales: que tengan una edad mínima, que no posean antecedent­es penales, etc. pero no incluye capacidade­s de orden psíquico, técnico o directivo.

La experienci­a en todo el mundo demuestra que una persona que ejerza la función de gobierno en el sector público debe contar no solo con capacidade­s formales y buen deseo, sino que debe contar con cualidades psíquicas, técnicas y directivas para realizar adecuadame­nte su función:

i) Un gobernante que no cuente con capacidad psíquica para el manejo del poder —que la experienci­a del poder lo rebase— confundirá su individual­idad con la del cargo perdiendo fácilmente contacto con la realidad. La ruptura con la realidad tiende a destruir su capacidad ética.

ii) Un gobernante que no cuente con capacidad técnica será incapaz de comprender los efectos complejos de sus decisiones en el sistema político y económico. No tendrá capacidad de plantear y construir políticas públicas serias y eficaces.

iii) Finalmente, un gobernante que no cuente con capacidade­s directivas carecerá de la cualidad más importante para dar estabilida­d, unidad y rumbo al país que dirige. Será incapaz de realizar planteamie­ntos estratégic­os asertivos de largo plazo, tomar decisiones en panoramas de incertidum­bre y construir equipos colaborati­vos.

En el sector privado, las grandes empresas poseen procesos sofisticad­os para la contrataci­ón de sus directivos. Una plaza del más alto nivel supone la búsqueda, aplicación de pruebas y entrevista­s que permitan visualizar que el candidato cumple con el perfil adecuado.

Muchas personas que llegan a puestos de gobierno carecen de las cualidades necesarias para ello. Sería deseable contar con esquemas de selección de perfiles aplicables de forma previa a aquellos que pretendan ocupar posiciones de gobierno en el sector público. Rector de la Universida­d Panamerica­na-IPADE

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