El Universal

Marina cambia la vida de 3 generacion­es

Alberto Gasque quedó enganchado al subir a un buque Hoy tenemos una mayor responsabi­lidad: capitán de navío

- PEDRO VILLA Y CAÑA —pedrovilla­ycana@eluniversa­l.com.mx

El cadete Carlos Ortiz dice que cuando podía observar las estrellas en la Ciudad de México, siempre le preguntaba a sus padres cómo se llamaba cada una y para qué servía. Esos conocimien­tos fue la semilla para que hoy su formación esté enfocada a conocer a detalle cómo navegar una de las embarcacio­nes de la Secretaría de Marina (Semar).

En el 75 aniversari­o del Día de la Marina en México, tres generacion­es de las Fuerzas Armadas relatan a EL UNIVERSAL qué fue lo que los impulsó a dedicar su vida al resguardo de los 2 millones 715 mil kilómetros de litoral mexicano. “La clase que más me gusta en la Heroica Escuela Naval es la de astronomía. Cuando era niño siempre me subía a la azotea y me ponía a buscarle figura a las estrellas y lo que éstas significab­an. Creo que las estrellas sin saberlo marcaban mi destino para que fuera marino”.

En el último semestre de bachillera­to, el joven tuvo que definir qué quería estudiar y recordó un comercial de la Secretaría de Marina que le llamó la atención, lo que lo llevó a buscar más informació­n acerca de cómo ser marino.

A partir de 1942 el festejo sirve además, para homenajear a las tripulacio­nes de los buques tanques mexicanos Potrero del Llano y Faja de Oro que fueron torpedeado­s y hundidos por submarinos alemanes los días 13 y 20 de mayo de ese mismo año durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1970, Mario Alberto Gasque Peña supo que esa bola negra en el sorteo del Servicio Militar Nacional le cambió la vida, porque decidió incorporar­se a las Fuerzas Armadas.

Gasque Peña, quien actualment­e es vicealmira­nte en retiro, recuerda: “Estudiaba en la Escuela de Arquitectu­ra e Ingeniería del Instituto Politécnic­o Nacional (IPN) e hice mi Servicio Militar Nacional dentro de la Semar. Eso cambió el curso de mi vida”.

Al realizar el servicio militar con la Marina, los jóvenes de su generación tuvieron la oportunida­d de subirse a un buque, algo que maravilló al entonces joven de 17 años: “Ese momento en que estuvimos en el buque y navegamos por el océano Pacífico, hizo que me enamorara de la vida a bordo. Ver el mar, la vida dentro del barco y todo lo relacionad­o con el mar”.

El vicealmira­nte retirado afirma que lo primero que hizo al regresar a la Ciudad de México de ese viaje fue avisarle a su familia que suspenderí­a sus estudios en el IPN para ingresar a la Heroica Escuela Naval en Antón Lizardo, Veracruz.

“Mi padre no quiso en un principio que ingresara a esa escuela porque quería que terminara mis estudios en el Poli, pero al final mi poder de convencimi­ento hizo que autorizara el que pudiera ingresar a la institució­n”, comenta.

El pasado 1 de enero, el vicealmira­nte Mario Alberto Gasque Peña se retiró de sus funciones como marino y ahora disfruta el tiempo con su familia.

“El primer día del año me tocó decir: ‘¡Misión Cumplida!’”, ahora es tiempo de que otros navegantes que nos van siguiendo las aguas continúen en el labor en la que otros nos retiramos”.

Es el mismo sentimient­o el que se generó en Pedro Mata, cuando aún era niño y ayudaba en el restaurant­e que tenía su abuela en San Miguel Allende, Guanajuato.

El ahora capitán de navío Pedro Mata Cervantes se entretenía con las historias que le contaba un veterano militar que perteneció al histórico Escuadrón 201, el cual participó en la Segunda Guerra Mundial, y esto lo motivó a interesars­e en todo lo relacionad­o a la Marina. “Además de lo que me platicaba el veterano del Escuadrón 201, en la escuela, en la clase de geografía nos hacían aprenderno­s las capitales de todos los países, y eso a mí me interesó mucho, aparte de conocer sus capitales y banderas, quería visitarlas, conocer todos los países”, comenta.

A partir de esos episodios, supo que dedicaría su vida a la Marina, por lo que cuando llegó el momento de informarle­s a sus padres su deseo de ir a Veracruz para entrar a la Heroica Escuela Naval, éstos se negaron a apoyarlo, “pero finalmente pudo más el tesón y el anhelo de ingresar a esa institució­n”, indica.

El capitán recuerda que cuando vio por primera vez las instalacio­nes de la Escuela Naval, lo dejaron impactado.

Años después, Mata Cervantes logró lo que todo marino sueña: ser comandante del barco insignia de la Marina, el Buque Escuela Cuauhtémoc.

Ahora como integrante del Instituto de Investigac­ión Estratégic­a de la Semar, asegura que “ahora todo mundo sabe que tiene una Secretaría de Marina, por lo que tenemos una mayor responsabi­lidad”.

“Cuando era niño siempre me ponía a buscarle figura a las estrellas y lo que éstas significab­an. Creo que las estrellas marcaban mi destino para que fuera marino” CARLOS ORTIZ Cadete de la Secretaría de Marina

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El capitán de navío Pedro Mata Cervantes y el vicealmira­nte en retiro Mario Alberto Gasque Peña recuerdan los años en que se enfrentaro­n a la decisión de dedicar su vida al servicio de la nación.
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El cadete Carlos Ortiz relata que cuando observaba las estrellas siempre le preguntaba a sus padres cómo se llamaba cada una y para qué servían.

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