El gran perdedor en Edomex
Un amargo sabor dejan las elecciones del pasado domingo por su baja calidad cívico-democrática. Son muchas las evidencias sobre la creciente degradación de la competencia política en nuestro país: sin ideas, saturada de ataques y difamaciones. Sin alma ciudadana los resultados se definen por “las maquinarias” que arrastran rebaños votantes, clientes comprados o amenazados.
Quienes luchamos para que en México hubiera elecciones libres y democráticas, sustentadas en el voto libre y secreto, estamos desolados ante la desvergonzada prostitución de la lucha electoral.
Acción Nacional desde sus primeros años batalló para que hubiese una credencial de elector permanente, confiable, con fotografía, como elemento fundamental para el ejercicio del derecho a elegirgobernantes.Selogróen1992,luegode que el primer gobernador panista de México, Ernesto Ruffo Appel, la estableció en Baja California y exhibió al régimen autoritario que negaba su factibilidad. Hoy esa credencial se compra y vende para comprometer el voto o para inhibirlo, es vil mercancía ofrecida al mejor postor.
Décadas de esfuerzo cívico pasaron para que los órganos responsables de organizar, calificar y validar las elecciones garantizaran el respeto a la voluntad popular. En ello gastaron buena parte de sus vidas y sus bienes personales muchos patricios cívicos: Gómez Morín, González Luna, Luis H. Álvarez, Salvador Nava, Clouthier, Correa Rachó, Heberto Castillo, Rincón Gallardo y miles de héroes anónimos en todos los rumbos del país.
Al sistema PRI-gobierno, juez y parte, lo demolimos con varias reformas electorales arrancadas a golpes de votos. También contribuyeron a desmontarlo las resoluciones de los organismos internacionales, a los que tuvimos que recurrir las víctimas de sus fraudes. En 1990, llevé ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el caso de las elecciones municipales de Naucalpan. Igual hicieron otros: Barrio (Chihuahua) y Elizondo (Durango) en l986, Tere García (Monterrey) en 1989.
Lograr autoridades electorales honorables e imparciales no fue fácil: hay una épica de esa lucha: huelgas de hambre, marchas, protestas, resistencia civil, tomas de puentes y palacios. En 1997 cerramos ese nefasto ciclo de subdesarrollo político.
¿Pero, en qué se ha traducido ese cambio? Hoy tenemos un aparato electoral costoso y mastodóntico, que en 2017 ha visto, indolente, la mayor operación de Estado montada para que el PRI gane las elecciones del Estado de México; toleró, impasible, una desfachatada derrama de dinero ilegal y de procedencia desconocida en las campañas. En Coahuila falsea el conteo de los sufragios y participa activamente en la trampa electoral.
Y la cuestión del dinero. ¿De dónde procede tanto efectivo, cuáles son sus fuentes? Estamos en el peor de los mundos; ahora nadie que no disponga multimillonarias sumas puede tener éxito en las urnas. Por eso la corrupción se ha disparado a niveles nunca vistos. Es pertinente preguntar: ¿hay alguna relación entre el incremento exponencial del robo de gasolina y de la red de complicidades en su distribución, venta y destino de sus utilidades, coincidente con el público dispendio en las campañas tolerado por las autoridades electorales? ¿Estamos ante una modalidad de elecciones huachicoleras y ni el INE, los OPLEs y Fepade se han enterado?
En resumen, estas elecciones no acreditan los estándares internacionales para considerarlas libres y democráticas sustentadas en el voto libre y secreto.
Habrá que andar de nuevo el camino y esta vez evitar el error que hizo fracasar la transición: intentar crear un régimen democrático sin formar ciudadanos demócratas. Para comenzar, propongo que el PAN no avale la farsa electoral mexiquense y exija su anulación. Y si el PRI insiste en robarse la elección de Coahuila, pasar a la resistencia civil. Candidato a gobernador del Estado de México en 1993 y 2011. @L_FBravoMena
Bajo cualquier lupa es claro que el PRI no ganó. En Edomex se vivió una elección de Estado sin precedente: dádivas, privilegios, compradevotos,despensas,tarjetas,láminas, gorras, camisetas, etc., fueron la constante durante el proceso electoral, así como miles de millones de recursos públicos y otros de capital privado de origen evidentemente dudoso. La cargada encabezada por funcionarios públicos y legisladores, el uso y abuso de programas sociales, así como las presiones gremiales fueron las herramientas utilizadas por el partido en el poder.
No pudo hacer otra cosa el viejo y decrépito dinosaurio de casi noventa años, porque adolece de fuerza vital, de esa fuerza que sólo puede proveerle la confianza y el respaldo de su militancia y de la ciudadanía. Su votación se desplomó y cayó en picada un 30% con respecto a la última elección, Alfredo del Mazo obtuvo el resultado más bajo en la historia de su instituto político en la entidad como causalidad y no por casualidad.
La militancia priísta está harta de llevar al poder a ladrones y corruptos, harta de ser dirigida por arribistas pragmáticos sin escrúpulos, a pesar del hartazgo, no sabe cómo actuar, qué decir o qué hacer, la sumisión es parte de su cultura porque eso les enseñaron que era la institucionalidad.
Afortunadamente, la ciudadanía una vez más dio muestras de grandeza y civilidad, le dijo a los del PRIAN en todos los tonos posibles que los repudia, que no la representan.
Ganó Delfina y ganó Morena, los números son contundentes, porque tuvieron más votos que ningún candidato y que ningún partido por sí solos. ¿Qué hubiera sido del PRI sin sus aliados, sin el uso de programas sociales y de funcionarios convertidos en operadores electorales, qué hubiera sido de él sin las amenazas, trampas y mañas?
Es indiscutible que Delfina y Morena le arrebataron al PAN el corredor azul y al PRI su histórico bastión, la realidad está a la vista, ocho de cada diez mexiquenses no votaron por Del Mazo ni por su partido. Más allá de los números, la elección del Edomex confirma que la principal fuerza política en el país hoy por hoy es Morena, prueba de ello, es que toda la fuerza y recursos del Estado se enfocaron a combatirlo, es para todos los partidos políticos el enemigo a vencer en el 2018, mientras que para la ciudadanía es una esperanza.
Mentiraque“lospueblostienenelgobierno que se merecen”, México no merece ni a los Duarte, ni a Padrés, ni a Yarringnton,nianadiedelosquesehan enriquecido a costa de la pobreza y falta de oportunidades de millones. Esa frase lapidaria no aplica para nuestro país y para ningún otro, porque ningún pueblo merece ser saqueado, traicionado y humillado por sus gobernantes.
Si el triunfo de Morena es contundente, tan contundente como la ilegitimidad de Alfredo del Mazo Maza y el Presidente de la República, de acuerdo a los índices de popularidad, el PRI hace mucho que perdió. Entonces, ¿quién es el gran perdedor? Diputada federal y activista social. @LaraPaola1