RETRATOS DE LA FRONTERA
Las imágenes del proyecto para el cual usó diversos tipos de cámaras, plasman la diferentes caras de la vida en la frontera y la influencia de ésta en la cultura del norte del país
Francisco Mata Rosas plasma en fotografías las diferentes caras de la vida en el norte del país.
Desde Matamoros hasta Tijuana, Francisco Mata Rosas fotografió la frontera entre Estados Unidos y México, una separación que va adoptando formas distintas: un muro, un río, un alambre de púas, una montaña; pero al final de todos esos kilómetros, la frontera sigue siendo una delgada línea que divide dos realidades: la bonanza y la miseria. Es un estrecho borde que ha costado la vida de miles de migrantes.
Hace cinco años, Francisco Mata Rosas (Ciudad de México, 1958) emprendió su proyecto La Línea, donde retrata cómo la frontera se ha insertado en el paisaje y documenta cómo ésta ha determinado la cultura del norte del país, sus relaciones sociales y las condiciones en las que migrantes y deportados han quedado atrapados en el borde fronterizo.
Durante su largo recorrido utilizó distintos formatos: cámaras de películas, teléfonos celulares, cámaras digitales, panorámicas, ha hecho fotografía desde avionetas y con drones no sólo para generar una evidencia desde distintos ángulos y tomas sobre la violencia y desigualdad social que vio, sino también para poder experimentar en el quehacer fotográfico.
“Para mí siempre ha sido una constante poder experimentar con nuevas formas de contar las historias. No es un capricho, es poder enriquecer el contenido. Pensar la fotografía como la pensábamos hace unos años es como pensar en un pintor con un sólo pincel”, comenta Mata a EL UNIVERSAL.
La Línea se exhibirá a partir del 15 de julio en el Museo de Artes de Ciudad Juárez, además ya se prepara un libro con la editorial Trilce y una futura exposición en la Ciudad de México. De forma paralela a este proyecto, el fotógrafo lanzó vía Facebook la convocatoria “Migración 2.0” para realizar un álbum colectivo, “generar una mirada múltiple sobre el fenómeno complejo de la migración”, afirma el artista.
La Línea? Me pareció que no era necesario fotografiar de nuevo a la Bestia o a los migrantes cruzando con un coyote. Este proyecto se basó en realizar fotografías metafóricas, trabajé mucho con objetos, con el paisaje intervenido por la frontera. Busqué que las imágenes con objetos contuvieran las historias sobre la narcoviolencia, la emigración y las hibridaciones culturales que se dan en la zona, pero no hacerlo de manera explícita. Que estos objetos nos contaran las historias que ya todos tenemos en la cabeza. este trabajo se concentrara en documentar en qué condiciones de vida se encuentran. Evidentemente fueron horas y horas de pláticas con ellos para poder entrar a lugares complicados. Durante el recorrido me encontré con deportados que por pasarse un semáforo fueron detenidos y lo perdieron todo, fueron alejados de su familia, despojados de sus pertenencias; sentí que retratar a los deportados también era una manera muy intensa de explicar la migración como un rotundo fracaso. Así es. Retraté todas las formas que existen de la frontera. La frontera es el muro que conocemos pero en algunas partes del desierto son sólo crucetas, hay zonas donde sólo es alambre de púas, zonas donde no hay nada y zonas donde la única frontera es la montaña o el río. Es una frontera inmensa, de muchas formas; una delgada línea que ha costado la vida a miles de personas y por donde cruza la droga y las armas a los Estados Unidos. Los del centro pensamos que en el norte todo es igual, como si fuera un sólo territorio, incluso tenemos frases lapidarias, generadas en los años 50, pero que todavía mucha gente utiliza: “La cultura acaba donde empieza la carne asada”, refiriéndose a que en el norte sólo es carne asada y Tecate Light y que la cultura rica está del centro hacia el sur. El norte no lo conocemos. Mostré cómo la frontera es muy diversa, que son muy distintas Baja California, de Tamaulipas; o Chihuahua de Sonora; son riquezas diferentes de paisajes distintos y que cuando hablamos del norte también hablamos de diferentes expresiones culturales. Este trabajo es así, permanentemente estás en riesgo. Pero sin que suene cínico ni mucho menos arrogante, para mí, eso es lo que le da interés a este tipo de fotografía. Para mi manera de trabajar es necesario estar empujando los límites para saber hasta dónde puedes, hasta dónde dan tus capacidades. El día que la fotografía deje de tener esa adrenalina, seguramente me voy a dedicar a otra cosa. Tengo una especie de sexto sentido que me ha permitido saber hasta dónde documentar. Por
FRANCISCO MATA ROSAS Fotógrafo