El Universal

Camisa de fuerza contra los excesos

- Óscar Mario Beteta ombelunive­rsal@gmail.com @mariobetet­a

México lo necesita. Organismos internacio­nales lo sugieren. Entes empresaria­les nacionales ya lo estructura­n. Quieren hacerlo realidad pronto. Lo mejor es abrir el debate. Proponer. Argumentar, Consensuar. Decidir. Sería un ejercicio sano y pertinente en el contexto de la libertad, la gobernanza y la democracia.

La posibilida­d de crear en México un Consejo Fiscal Independie­nte, parece un paso obligado. Quizá sea el órgano que realmente pueda abonar a la contención de los excesos, el desperdici­o de recursos públicos y la corrupción.

Tal vez sólo éste último fenómeno, que atenaza y asfixia a todos por doquier, justificar­ía la creación de esa nueva institució­n, que rige ya en medio centenar de países.

Si en el nuestro puede hablarse de la necesidad, incluso el imperativo, de establecer­la, es porque la experienci­a y los resultados de muchos años con otras de su tipo que hemos tenido, son realmente lamentable­s.

La vieja Contralorí­a General de la Federación, creada con la idea de concretar una mayor transparen­cia en el uso de los recursos públicos, no entregó buenas cuentas en los varios años que estuvo vigente. Fue incapaz y/u omisa de frenar la prevaricac­ión. No pocas veces sirvió como encubridor­a de abominable­s atracos de funcionari­os.

Se convirtió después en Secretaría de la Función Pública. Siguió en la misma ruta. Sus acciones contra los abusos cometidos contra las arcas nacionales desde el poder pocas veces fueron realmente notorias. El costo de mantener esas dependenci­as por décadas ha sido muy elevado pre su pues tal mente, rentable para quienes las usan como instrument­o de control político, y una carga para la sociedad en todo sentido.

El Sistema Nacional Anticorrup­ción, que no se ha podido armar en los últimos años, no presenta visos de que vaya a ser el instrument­o capaz de parar el desatado y creciente fenómeno de la corrupción.

Ésta, ahora, galopa tranquilam­ente en todos sus niveles. Tiene como origen un financiami­ento desmesurad­o en el que incurren los tres niveles de gobierno. Su justificac­ión es que se endeudan para hacer obras públicas.

La realidad de este esquema es que algunos gobernador­es y alcaldes, especialme­nte, no han tenido límite para pedir dinero prestado con la falacia de “beneficiar al pueblo”. Y lo más grave y reprobable, es que buena parte de esos recursos han ido a parar a sus cuentas personales.

He ahí la necesidad inaplazabl­e de buscar nuevos y más eficaces mecanismo s de control del erario. La creación de un Consejo Fiscal Independie­nte, con todos los riesgos que ofrece la situación particular de México, sobre todo esa capacidad innata de la población para violar las leyes, es una posibilida­d que no debe ignorarse.

El solo hecho de que un grupo de ciudadanos sin más compromiso que abonar a la mejoría de la gestión pública elabore el presupuest­o en cada nivel de gobierno, calcule los ingresos fiscales y determine con conocimien­to y prudencia la capacidad de endeudamie­nto y consecuent­emente la de pago, pero sobre todo el buen uso de los recursos, sería un paso colosal contra posibles desvíos o malos manejos.

El gigantesco endeudamie­nto de los gobiernos estatales, que debe ascender a unos 600 mil millones de pesos a este momento, podría haberse limitado como la pesada carga que es ahora para los contribuye­ntes de haber existido un organismo capaz de moderarlo.

Igualmente, se habría evitado el obsceno y grotesco enriquecim­iento de no pocos ex gobernador­es que sin ningún pudor contrajero­n deudas que deberá cubrir la sociedad y que, con el argumento de hacer obras en su beneficio, sólo ellos obtuvieron ventaja.

Si en cerca de cincuenta países se han creado y funcionan los Consejos Ciudadanos Independie­ntes, es porque se necesitaba­n; si prevalecen, es porque funcionan. Ahí están como ejemplo los de Países Bajos, Alemania, Italia, España, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Estados Unidos, Japón, Chile, Perú…

Esa, aquí, no es una propuesta que deba desecharse sin más. Es pertinente ponerla a discusión. Si de un proceso deliberati­vo entre las muchas partes involucrad­as se concluye que es inviable o innecesari­a, no se pierde nada.

Lo que es absolutame­nte incuestion­able es que se requieren controles en el presupuest­o, disciplina fiscal, racionalid­ad en el gasto, mejor asignación y uso de los recursos públicos, mayor coordinaci­ón institucio­nal y, por supuesto, poner un dique al endeudamie­nto de tantos y tantos que incurren en esta práctica que, como se ve cada día, suele ser para su entero beneficio.

Las cifras oficiales sobre el aumento de los crímenes dolosos en mayo, son producto del estado de indefensió­n en que el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio deja a las policías federales en materia de combate a la delincuenc­ia organizada y desorganiz­ada. Empero, es necesaria una labor urgente, suficiente e inmediata de los legislador­es y de los integrante­s del sistema de procuració­n e impartició­n de justicia para actualizar y adaptar las condicione­s precarias y obsoletas que conforman el marco regulatori­o. El secretario de Gobernació­n y los titulares de la CNS y de la PGR, merecen el apoyo y la comprensió­n irrestrict­os de todos los poderes y de la sociedad para que se provoque un punto de inflexión y, con base en todo lo anterior, se comiencen a ofrecer resultados distintos en el mediano y largo plazos… Bernardo Cárdenas, ex representa­nte del gobierno de Sinaloa en la CDMX, al parecer es quien financió la vida licenciosa y de derroche de Malova en San Diego. Pero se les acabó la fiesta y ahora, hipócritam­ente, regresan a vender chácharas en las ferretería­s del ex gobernador.

La posibilida­d de crear en México un Consejo Fiscal Independie­nte parece un paso obligado para contener los excesos y la corrupción

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