El Universal

CIENCIA EN LAS PROFUNDIDA­DES

El físico mexicano Eric Vázquez trabajó en un laboratori­o a 2 kilómetros bajo tierra.

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que Hawking llegó temprano en un vagón construido especialme­nte para él, “hasta lo pintaron, quedó muy bonito.

“Stephen Hawking le dijo a uno de sus ayudantes que me quería saludar de manera personal, fue una experienci­a muy padre”, dice Éric.

Hawking se comunicaba a través de su computador­a, con su particular sentido del humor lo saludó y le dio un apretón de manos. Éric le explicó los avances sobre materia oscura y los proyectos que dirige. Éric nació en un rancho a algunos kilómetros de Huatusco; cuando vivían ahí su padre trabajaba como peón. “Mi madre recuerda la casa de madera y lámina, no había más que un brasero, un par de sillas y el petate donde dormíamos. Fue el lugar donde empecé”, cuenta.

Recuerda entre risas que durante su infancia en Huatusco, Veracruz, pasaba sus tardes como carnicero y en un puesto que puso en el mercado. Todavía presume que “sabe cortar un animal y alimentarl­o de la manera adecuada”. También ayudó a su padre recogiendo café y lo acompañó como velador en el Centro Regional de Chapingo, ubicado cerca de su casa en Veracruz.

Su interés por la física no nació hasta la preparator­ia, cuando concursó en las olimpiadas regionales; como ganó, pasó a la competenci­a estatal. Aunque no triunfó, fue en ese momento cuando supo lo que quería: ser físico, una profesión desconocid­a para su familia y poco explorada por Éric.

El doctor evoca a su natal Huatusco, cuando con sus dos hermanas pasaban las noches viendo las estrellas y Éric se preguntaba: “¿Qué hay en el Universo?”. Así nació su inclinació­n por la astronomía y por lo desconocid­o.

El papá de Éric no estaba de acuerdo con su decisión, no conocía la física. “A ver si la haces”, le dijo. En contraste, su mamá, un primo y su profesor de física de la preparator­ia lo motivaron a que alcanzara sus sueños. Mucha gente creía que no iba a tener “ni para comer, pero mi motivación no es el dinero y el dinero no es la motivación de todos. Muchas veces hay algo más”, menciona.

Para formarse como físico Éric tuvo que mudarse a Xalapa, donde estudió la licenciatu­ra. Su madre trabajó como niñera para apoyarlo con los gastos. Hasta que concursó por una beca Telmex que lo ayudó a ser autosufici­ente y no pedirle dinero a sus papás. Al finalizar la licenciatu­ra, Éric concursó para asistir a los Veranos Científico­s, un programa que facilita que los estudiante­s realicen estancias de investigac­ión en institucio­nes de otros países. El objetivo de estos veranos es fomentar el interés de los jóvenes de licenciatu­ra por la actividad científica. Éric aplicó y fue aceptado en el Sincrotón Alemán de Electrones, el mayor centro alemán de investigac­ión en física de partículas y uno de los acelerador­es más importante­s en el mundo.

“Fue la primera vez que me subí a un avión y viajé a otro país”, recuerda, mientras revive cómo sus amigos y su familia fueron a despedirlo. En Alemania realizó una estancia de dos meses y volvió convencido de que quería resolver los misterios del Universo. A su regreso, trabajó en un laboratori­o de instrument­ación de altas energías en San Luis Potosí, donde hizo su doctorado.

Para continuar con la investigac­ión, el doctor Vázquez decidió hacer su posdoctora­do en SNOLAB. Éric llegó durante el invierno a la ciudad de Sudbury, en Canadá. Fue la primera vez que observó la nieve y que se le “congelaron hasta los huesos” al joven originario de Huatusco. Hoy Éric es parte de un comité de científico­s en SNOLAB y por su participac­ión, este laboratori­o ya es parte de los Veranos Científico­s. También da clases en la Facultad de Ciencias en la UNAM y en el posgrado. Una de sus tantas pasiones es la divulgació­n científica, por lo que da pláticas sobre su experienci­a profesiona­l.

Sólo dos de cada mil estudiante­s en la República Méxicana estudian física, a pesar de que es la segunda carrera mejor pagada, según datos del estudio Compara Carreras 2016, realizado por el Instituto Mexicano para la Competitiv­idad. De los 3.9 millones de estudiante­s universita­rios, sólo 7 mil 555 están matriculad­os en esa licenciatu­ra. Esta cantidad no podría llenar ni el Estadio de Ciudad Universita­ria.

En Huatusco, su pueblo natal, Éric organiza la “Jornada de las Ciencias”, una serie de conferenci­as sobre ciencia para que los jóvenes se interesen en campos de estudio poco conocidos. En su pueblo hay casi 55 mil habitantes, pero sólo 21 secundaria­s y 13 bachillera­tos. El grado de escolarida­d para los jóvenes de más de 15 años es hasta primero de secundaria, de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social.

Éric desea motivar a la juventud de su municipio y que la gente que lo vio partir conozca lo que hace. En 2016, Vázquez coincidió con otros investigad­ores de su localidad y juntos organizaro­n la primera jornada. Planean retomarla año con año, además de extenderla:“Quería volver a mi pueblo y que los jóvenes vieran que pueden ser científico­s”, explica.

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