FESTIVAL INTERNACIONAL POR LA DIVERSIDAD SEXUAL, CON EXPOSICIÓN EN EL CHOPO
Uno de los mayores aciertos de la Semana Cultural Gay, hoy Festival Internacional por la Diversidad Sexual, fue el de romper el guetto, dice el promotor de derechos humanos Jorge Fichtl, quien con José María Covarrubias fue uno de los iniciadores de este evento que nació hace 30 años en el Museo Universitario del Chopo.
“Era muy importante para nosotros que participaran personas, independientemente de sus preferencias sexuales, en apoyo a la comunidad y en la lucha por el respeto de los derechos humanos. Era fundamental que fuera en la UNAM y que la semana articulara un discurso que fuera bien recibido social, cultural y políticamente”, cuenta Fichtl, quien colaboró con Covarrubias desde 1985, cuando formaron el Círculo Cultural Gay.
“Contribuyó a que se abrieran los criterios, se ampliaran —recuerda el artista Nahum B. Zenil—. Pero sí costó trabajo que la gente entendiera. Entonces no había tanta diversidad en cuanto a la sexualidad. Había solamente la denominación de gay como homosexual, nada más. Después se amplió el título de la Semana a Lésbico Gay y ahora hay una gran diversidad. Y creo que fue gracias a toda esta labor que José María Covarrubias empezó”.
La escritora Francesca Gargallo dice: “El Chopo se abre a la semana con Elva Macías, una mujer muy clara, como la gran poeta que es, siempre abierta a la posibilidad de respetar la libertad con todas sus muy confusas expresiones”.
De esos años al presente hay grandes contrastes: desde legislaciones que permiten matrimonios entre personas del mismo sexo o que penalizan la discriminación hasta, describe Fichtl, “chavos que se besuquean en las calles. Pero eso antes no se veía; y si sucedía, así te iba”. Antes, una de las consignas de las marchas era: “Alto a las razias” que, señala Fichtl, ya nadie recuerda qué eran (donde había población gay se preparaban encerronas y se llevaban detenidos a muchos a los separos). También quedó atrás el tener que ocultar la obra artística que se creaba por temor a ser señalado.
Salvador Irys, actual director del Festival, recuerda que, en lo personal, a mediados de los 90, siendo muy joven, se acercó a la Semana buscando un espacio: “Me hizo comulgar con lo que yo era; me hizo, por primera vez, sentirme orgulloso de ser homosexual. Fue la oportunidad de sentirme con mis pares”. El director destaca que el Festival refleja muchos de esos cambios, uno de los cuales es que en esta edición, en particular, el universo trans tiene mayor visibilidad, algo que se palpa en la exposición, que es la actividad central del Festival: “Otras identidades han reclamado su espacio dentro de las poblaciones sexodiversas, por eso ha habido mayor participación de estos otros grupos. Ahora (en la exposición) hay mucha más participación del colectivo transexual, que del colectivo lésbico. Creo que tiene que ver que vivimos en una sociedad machista donde a la mujer se le educa con la idea de que expresar su sexualidad está mal hecho”.
“Muchos años, previo a la Semana, estaba prohibido este tipo de obra, a la fecha lo está en ciertos espacios del país; la obra de estos artistas se veía casi a escondidas. Cuando el Chopo permite las exposiciones, hay un destape”, comenta Juan Carlos Jaurena, quien es el curador de la exposición de este año, que tiene por nombre Empezamos con un beso, y en la cual participan 26 artistas de distintas generaciones, entre ellos, Nahum B. Zenil y Reynaldo Velázquez, así como figuras más jóvenes: Francisco Paz Cervantes y Paulina Jaimes, entre otros.
La que nació como una semana hoy es un festival que dura alrededor de cuatro semanas y donde uno de sus programas centrales es la exposición en el mismo museo.
Fichtl y Francesca Gargallo coinciden en que la exposición llegó a ser, en sus primeros años, una de las muestras más importantes que se presentaban en el país. En ella participaban artistas como Juan Soriano, Francisco Toledo, Nahum B. Zenil, Carla Rippey, Yolanda Andrade, Irma Palacios y los Castro Leñero, entre otros.
“Era la mejor exposición del año en la plástica —sostiene Gargallo—. Era la más propositiva en todo el país; en los primeros años, sólo se atrevían a exponer las y los homosexuales, pero a los cinco o seis años eran cientos de obras