La esquina del Centro que vio nacer a México
La famosa residencia de los Escandón estuvo ubicada en la actual esquina de Eje Central y Madero, cruce emblemático que vio pasar al Ejército Trigarante del México Independiente
Las esquinas de las actuales calles de Madero y Eje Central son emblemáticas porque en el predio que ocupa el Edificio Guardiola del Banco de México, antes llamado Plaza de Guardiola, fue por donde entró el Ejército Trigarante y Agustín de Iturbide recibió las llaves de la ciudad de un país independiente.
La plaza llevaba ese nombre ya que durante gran parte del siglo XVII, fue la residencia de los marqueses de Santa Fe de Guardiola y, de acuerdo con información del INAH, “la plazuela fue lugar de acción y convivencia desde principios del virreinato: buena parte de la vida de la ciudad transcurrió en ese sitio”, tal y como pasa hoy en día.
El cambio más trascendental fue la demolición del Convento de San Francisco en la década de 1860, cuyo espacio sirvió para la construcción de calles y lotes de uso habitacional o comercial.
En esa misma época la residencia de los marqueses de Santa Fe de Guardiola fue adquirida por Manuel Escandón, quien la mantuvo sin modificaciones por unos años y en cuya plaza Maximiliano de Habsburgo inauguró, en 1865, una escultura de mármol dedicada a Morelos, que tiempo después sería trasladada a la colonia con su nombre.
Los Escandón fueron una familia de influencia política y económica durante el Porfiriato. Su fortuna la habían adquirido no sólo por seguir la tradición comercial de sus antepasados durante el virreinato, sino que también incursionaron en diversos negocios de compra-renta de inmuebles, fungieron como prestamistas y supieron invertir en industrias nacionales, como el transporte, la minería o la agricultura.
En 1860 la familia estaba considerada como parte de la burguesía capitalina, por lo que no tuvieron ningún problema en adquirir la casa que estaba en plena esquina de las entonces San Juan de Letrán (Eje Central) y San Francisco (Madero). La casa quedó tal cual hasta que Vicente Escandón, hermano de Manuel, encargó al arquitecto Ramón Rodríguez Arangoiti una propuesta para remodelarla. Vicente al no quedar tan convencido, pidió al famoso Lorenzo de la Hidalga que supervisara la construcción. Poco a poco el aspecto de la casa fue cambiando, al exterior se plantó un hermoso jardín inglés y en las alturas, cuatro esculturas de bronce coronaban la mansión: dos leones y dos perros, figuras que le dieron el mote.
Cronistas de la época la describen como uno de los edificios más bellos y llamativos de la ciudad, especialmente por su pórtico y su conjunto de columnas al centro, que asemejaba a un mirador en el que los inquilinos podían salir a asomarse y contemplar la vida fuera de esta residencia. Dicen que la casona de planta rectangular y dos pisos sobresalía entre las construcciones coloniales y barrocas propias de la época. Resultaban demasiado llamativas sus ventanas acomodadas simétricamente y el juego que éstas hacían con los balcones y la herrería que las adornaba.
El interior también era suntuoso, en las habitaciones había candelabros, alfombras y muebles traídos de otras partes del mundo que se iluminaban con la luz natural que entraba por las amplias ventanas; sello característico que ocupó De la Hidalga en otras construcciones.
Para inicios del siglo XX esta esquinacontemplaba la velocidad con la que el comercio o el transporte se iban transformando en el ahora llamado “primer cuadro” capitalino y por ello, la familia Escandón decidió abrir y rentar ciertas accesorias en la planta baja de la casa, para aprovechar su ubicación y el flujo de gente que la transitaba.
EL UNIVERSAL Instaló en la esquina de Madero y Eje Central, las oficinas del Aviso Oportuno alrededor de 1918.
A finales de la tercera década del siglo XX, los Escandón vendieron el terreno al Banco de México y la esquina volvería a marcar la historia arquitectónica de la capital.
Para 1938 el Banco decidió construir un edificio anexo al que ya tenían sobre 5 de mayo, en el que pondrían una bóveda subterránea y demás pisos de oficinas. La esquina se proyectó como la zona representativa de la modernidad arquitectónica en la urbe.
La demolición del edificio sirvió para que los transeúntes conocieran el interior de la emblemática casa y al mismo tiempo, para ampliar el tramo conocido como San Juan de Letrán, quedando la vialidad como lo conocemos hoy.
El edificio tomó el nombre que había acompañado al predio antes de la llegada de la familia Escandón, “Guardiola” y fue diseñado por Carlos Obregón Santacilia, que lo construyó con detalles de chiluca y mármol. Consta de nueve pisos, tres subterráneos y los demás visibles a nivel de piso. Las escalinatas que lo rodean marcan, a su vez, el hundimiento que ha tenido la zona, ya que al inicio no contaba con ellas.
Este fue uno de los últimos edificios que se construyeron en su totalidad dentro del Centro Histórico. De la “casa de los leones y los perros” sólo quedó una escultura de bronce, que se exhibe al interior de la Torre Latino.