El Universal

Meade, la opción disruptiva del sistema

Es quizá el menos malo entre los muy vistos, el que tiene algo que presumir con números y hechos, el de grandes batallas y pocas alharacas

- Luis Cárdenas

José Antonio Meade Kuribreña es un político sin partido, con doctorado en Yale y experienci­a como secretario de Energía, Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y, ahora, de Hacienda, ha tenido éxitos en la administra­ción panista de Calderón y en la priísta de Peña Nieto.

Meade es quizá, por mucho, el hombre con más y mejores credencial­es para convertirs­e en el siguiente presidente de México, sin embargo, a diferencia de la academia, en la política las credencial­es siempre quedan relegadas al tema secundario.

Lejos de las “revelacion­es” de López Obrador, la realidad es que todo apunta, en los corrillos políticos, a que Meade más bien se integrará al Banco de México una vez que Agustín Carstens deje vacante la plaza, ahí, en ese puesto, su formación y experienci­a podrían brillar y dar resultados positivos en la macroecono­mía que hoy nos posiciona competitiv­os a nivel global aunque nos sigue debiendo a nivel local con la mitad del país viviendo en la marginació­n.

Pero, ante un escenario de crisis como el que se vive en México, y ante la falta de cuadros consolidad­os, Meade también se antoja como una opción fuerte para contender en el 2018, son, particular­mente, su pasado exento de corrupción y su tendencia a formar aliados, antes que rivales, algunas de sus mayores fortalezas.

Meade tendría que ser, remotament­e de serlo, un candidato ciudadano apoyado por una maquinaria partidista, ajeno a los preceptos anticuados y anacrónico­s de los partidos políticos y vendiendo al electorado una imagen fresca de un ciudadano sin intereses de compadrazg­o y con respuestas firmes a problemas concretos: pobreza, corrupción e insegurida­d, los principale­s.

Su perfil convence a los indecisos de varios frentes, evidenteme­nte Meade no sería nunca una opción antisistém­ica, pero tampoco lo es cien por ciento disruptiva, quizá, eso sí, es la opción más disruptiva del sistema, el menos malo entre los muy vistos, el que tiene algo que presumir con números y hechos en la mano, el de grandes batallas y pocas alharacas.

Pero también, podría ser un candidato con debilidade­s peligrosas: ¿cómo sería Meade al templete de un poblado marginado?, ¿con cuánta fuerza se presentarí­a en un debate presidenci­al?, ¿Su hipotética unción no terminaría por generarle traiciones en la maquinaria que lo apoye?, ¿tiene el carisma necesario?, ¿el don de gente?

Aún siendo el gran perfil que es, Meade podría terminar perdiendo el gran capital político que ha forjado en los últimos años debido a la maquinaria que lo impulse, ¿cómo se vería su imagen con el logo del PRI a un lado?

Se necesitan aún muchos como Meade para limpiar un partido como el PRI, aunque sí, creo que es la opción más disruptiva del sistema.

DE COLOFÓN. El frente amplio parece que va sin azul y el azul parece que va sin un amplio frente que apoye al ungido.

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