La corrupción mata
La teoría del Cartel Party nació en 1992 en un texto de Richard S. Katz y Peter Mair presentado en un coloquio en la Universidad de Limerick. Su tesis central era que los partidos políticos europeos empezaban a confabularse entre sí a fin de limitar la competencia política, acercándose al Estado y alejándose de la sociedad. El paper, que conectaba la cartelización partidaria a la surgente desideologización global, fue en buena medida precursor de los análisis sobre la crisis de la democracia representativa, y su relevancia es incuestionable. Un cuarto de siglo después se ha vuelto lugar común hablar de “la partidocracia” y de su divorcio de la ciudadanía, si bien hoy se destacan como sus principales causas el control plutocrático de la representación y la corrupción de las burocracias partidistas.
La idea que Katz y Mair echaron a andar puede aplicarse al actual gobierno mexicano. En su retorno a la Presidencia de la República el PRI intentó crear, mediante la mutación del Pacto por México, un cártel de partidos que iría mucho más allá de los que había en Europa. Buscó transformar una agenda legislativa consensuada con el PAN y el PRD en un cogobierno de facto que podría llegar incluso a la perversión democrática de concertar candidaturas y contiendas electorales. El experimento fue efímero, porque la impopularidad y el desprestigio del presidente Peña Nieto fracturó ese conato de oligopolio partidario a mediados del sexenio, provocando cambios en las dirigencias y en los talantes opositores. Las elecciones de 2016 se convirtieron así en un enfrentamiento de los dos partidos de oposición tradicionales, aliados, contra el PRI-gobierno. El tiempo del pactismo había terminado y los acuerdos daban paso a una competencia sin la cual no hay democracia que valga.
Los desastrosos resultados electora les del priismo, sin embargo, reforzaron su pulsión oligopólica, trasladada al Senado. Ante su imposibilidad de ser hegemónico por sí solo, el PRI estrechó vínculos con el Partido Verde —para formar lo que yo llamo el PRIERDE— y porfió en cooptar a las demás fuerzas políticas. La manifestación más reciente de esta colusión es el ataque al Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción. El ensañamiento contra el SNA se explica con la tragedia del socavón del Paso Exprés: solo por ese mal trabajo de ingeniería se pagaron más de dos mil millones de pesos. Y los gigantescos negocios con las constructoras favoritas son apenas un pequeño botón de muestra de los intereses que están en juego, el que cosió el secretario de Comunicaciones y Transportes. Por eso, porque hay muchos pillos en pos de impunidad, será fácil saber hasta dónde prevalece la cartelización entre los senadores: si dos guardaespaldas de este gobierno son ratificados —el actual procurador como fiscal general de la República y el anterior consejero jurídico como ministro de la Suprema Corte— quedará claro que la melifluidad corruptora del priñanietismo, como la materia, no se crea ni se destruye, solo se transforma. De darse las designaciones, tomemos nota de quiénes forman esa ignominiosa mayoría senatorial.
Me parece increíble que todavía haya quienes no se den cuenta de que este PRI es tóxico. Ha llevado la corrupción a niveles de voracidad sin precedentes, está desgarrando a México con su restauración autoritaria y con su ineptitud para contener la violencia. Sí, debemos cambiar la política económica, pero primero tenemos que detener la degradación moral y el veneno cartelizador que este gobierno está inyectando a nuestra incipiente y endeble democracia. El proyecto de este priismo es transexenal y cada día que pasa en el poder alarga sus tentáculos. Ya ha puesto en la Corte y en los órganos “autónomos” a sus alfiles, que pase lo que pase permanecerán después de 2018. Ahí está el INE que, movido por los consejeros filopriistas, no toca ni con el pétalo de una fiscalización seria a los comicios del Estado de México y se niega a mandar el mensaje que en algo inhibiría la repetición en grande de ese cochinero en las elecciones del año próximo. Estamos en el túnel del tiempo: nos han regresado a la época de la lucha democrática del siglo pasado. Por eso urge un cambio de régimen. Por eso urge mandar al cártel del PRIERDE, si no a la cárcel, al menos a la oposición. Diputado federal del PRD. @abasave
En la gira nacional #VoyPorMéxico, confirmé que México vive tres sentimientos: incertidumbre económica, miedo por la inseguridad y una profunda indignación con la corrupción. Los mexicanos perciben que la corrupción se ha agravado a niveles inéditos durante este sexenio. Los casos de políticos que traicionan a la sociedad, como la camada vergonzante de gobernadores del “nuevo PRI”, son cada vez más ofensivos. No sólo por los montos de recursos públicos desviados. Lo que estamos viendo es una corrupción que lastima de manera directa a la gente, que niega oportunidades. Lo he dicho muchas veces: la corrupción es el muro en el que nos estrellamos todos. No nos deja crecer, genera privilegios y por si fuera poco: enferma y mata.
Doy como ejemplo de la corrupción el de las carreteras y caminos de México. No sólo por los moches, sino por lo mal que se mantienen. Hay una complicidad oculta en el que todos saben que el material es barato para poder pagar toda la línea de corrupción, en otras el mantenimiento de esas carreteras es deficiente porque literalmente se lo roban y como nadie tiene cultura del mantenimiento, pues es lo primero que se recorta o que se desvía.
El Socavón es un ejemplo claro y doloroso. Expreso mi solidaridad a las familias que perdieron al padre y al hijo al caer el auto en el hoyo abierto de la autopista recién inaugurada. A todos nos pudo haber pasado. Fallecieron Juan Mena López y Juan Mena Romero, en medio de una enorme negligencia para rescatarlos.
Oímos hablar de la inauguración, pero lo cierto es que los vecinos reclamaban lo que estaba pasando. La inauguración se llevó a cabo con todo lo que se tenía a la mano, lo mismo el Periscope del secretario del ramo hasta —como en los viejos tiempos— “espontáneos” y serviles letreros que decían: “Gracias, señor Presidente”.
¿Se tienen que deslindar responsabilidades antes de emitir juicios? Sí, pero algo más podemos decir:
1. Comencemos por la responsabilidad que tiene el gobierno de invertir en infraestructura bien hecha. El gasto de gobierno sigue en aumento. Es el gobierno que más presupuesto tiene y el que menos ha invertido en infraestructura pese a cifras que da el gobierno sin sustento. Ya suman tres años consecutivos en contracción y en lo que va de 2017 este rubro se ha desplomado 16%. Esta caída de la inversión se nota tanto que hasta el Foro Económico Mundial ya registra un descenso de 8 lugares para México en su calidad de carreteras, al pasar del lugar 50 en 2012 al lugar 58 en 2016.
2. Hablemos también de la responsabilidad al designar un delegado de SCT cuyo currículum parece ser el de la dirección de una escuela de inglés. El nombramiento en sí mismo muestra una enorme injusticia con respecto a los ciudadanos a los que se gobierna. ¿Qué podría saber de carreteras el delegado?, ¿no habría algún ingeniero en todo Morelos o en el país incluso que podría prestar un mejor servicio? Cualquiera que haya sido el origen de la propuesta, la responsabilidad del nombramiento es del secretario. Y lo que ha sido la constante en el gobierno: los puestos públicos que requieren conocimientos técnicos los han llenado con favores políticos.
3. ¿Quién es el secretario de Comunicaciones y Transportes?, ¿quién es Gerardo Ruiz Esparza?, ¿qué es lo que sabe? Que nada le pasa. Sus acciones, sus dichos, sus pretextos, son indignantes. Lo que todos saben y se hace cada vez más evidenteesqueenlasobraspúblicasparticularmente del sector carretero se multiplican los escándalos de corrupción. Desde que este señor era secretario del mismo ramo en el Estado de México se adjudicó directamente el viaducto bicentenario a OHL. La corrupción fue denunciada y “la justicia” se ha limitado a perseguir al abogado que la denunció. Higa fue su constructor favorito y recibió sinlicitaciónalmenosdoscarreteras.Ademásestá el fallido tren bala a Querétaro.
Son muchas cosas, ¿no? La corrupción es el Socavón que está hundiendo a este gobierno. Abogada