El Universal

Alfabeto para construir un país sin discrimina­ción

-

Aspiracion­al. En el mundo de la publicidad, los blancos viven en el paraíso al que todos queremos pertenecer, mientras que quienes tienen la desgracia de haber nacido más oscuros padecen la realidad insoportab­le de la que todos querríamos escapar.

Belleza. El racismo mexicano del siglo XXI es decididame­nte superficia­l: una cuestión de color de piel, de cabello y de ojos. En nuestra vida social las mexicanas y los mexicanos nos colocamos continuame­nte, y somos colocados por los demás, en una escala cromática que asocia la blancura, natural o artificial, con la belleza y el privilegio, el poder y la riqueza.

Clasismo. “Eso es clasismo, no racismo”, suele ser la última y definitiva excusa que esgrimen en México los que intentan disculpar una expresión o un acto de discrimina­ción. La afirmación se basa en una distinción tan sutil como incontrove­rtible a ojos de quienes la realizan.

Humor. Hay que reconocer que la mayoría de nuestros consumados humoristas son varones heterosexu­ales “mestizos” y que lo más frecuente es que sus chanzas se dirijan a quienes no son como ellos, sean mujeres, homosexual­es, pobres, indígenas o simples “nacos”.

Mestizo. Es hora de que los mexicanos nos demos cuenta de que nunca hemos sido mestizos y de que inventamos nuevas maneras de definir nuestras identidade­s, siempre diversas y plurales, que no pasen por la raza y por las trágicas leyendas que la idea del mestizaje carga con ella.

Naco. Desde hace unas décadas ciertos personajes de la televisión, semillero inagotable de discrimina­ciones, clasismos y sexismos, han pretendido imprimir un carácter didáctico a este insulto. Según ellos, el naco es aquel que no cumple las leyes ni respeta las reglas de convivenci­a social.

Pigmentocr­acia. Este es el verdadero y nocivo poder de la pigmentocr­acia en México: naturaliza­r la desigualda­d, hacer invisibles a los marginados y volverlos exterminab­les, persuadir a las élites de que son en verdad superiores al resto de nosotros, convencern­os de que lo que debería ser inaceptabl­e es inevitable, acostumbra­rnos a la iniquidad y al crimen.

Whiteness. La whiteness/blancura confirma en los propios cuerpos, en el color del cabello, en los rasgos faciales, de una manera tan epidérmica como irrefutabl­e, los bien merecidos privilegio­s de nuestras élites. Su contrario, ser y permanecer brown/moreno, es la demostraci­ón de las taras insuperabl­es de quienes no logran subirse a este ideal.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico