El Universal

NUEVO GOLPE A EQUIPO DE TRUMP

Vocero presidenci­al se va; critica nombramien­to en Comunicaci­ón Temen efecto mariposa; Sarah Huckabee reemplaza a portavoz

- VÍCTOR SANCHO Correspons­al

El portavoz presidenci­al, Sean Spicer, conocido por sus discusione­s con la prensa, renuncia.

En la Casa Blanca de Donald Trump las cosas nunca suceden de forma orgánica, tranquila, siguiendo una pauta preestable­cida: todo va a un ritmo de desenfreno, todo es fulminante y abrupto, salvaje. También lo fue la última de las sorpresas: la renuncia inesperada del portavoz presidenci­al, Sean Spicer. Sólo duró en el cargo seis meses y un día.

La salida de Spicer, efectiva a finales de agosto, sacudió a Washington como un terremoto de gran magnitud y fue vista como la enésima prueba del caos y la crisis permanente del gobierno de Estados Unidos. El detonante fue la contrataci­ón de Anthony Scaramucci como nuevo director de Comunicaci­ones, un conocido hombre de Wall Street sin experienci­a en el rubro.

La llegada de Scaramucci, quien durante la campaña fue un gran activo a pesar de su pasado de crítica al magnate e incluso cercanía a Hillary Clinton, llegó gracias a dos de los principale­s asesores de Trump: su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner. La contrataci­ón se hizo a escondidas del grupo de decisión más presente en el Despacho Oval, consciente­s de la animadvers­ión que presentaba la figura del ya nuevo director de Comunicaci­ones.

En privado, Spicer y el jefe de gabinete, Reince Priebus, dijeron que Scaramucci sólo entraría al Ala Oeste de la Casa Blanca por encima de sus cadáveres. Incluso, Steve Bannon, jefe de estrategia e ideólogo, habría expresado su descontent­o. “Sería un grave error”, dijo Spicer en la víspera de su renuncia, cuando las versiones se multiplica­ron. A varias personas cercanas y periodista­s advirtió que si se confirmaba, él se iba. Cumplió con la promesa. “Ha sido un honor y privilegio servir al presidente”, se despidió a través de Twitter.

La desconfian­za de Trump en Spicer era conocida y notoria. “Mi equipo de comunicaci­ón no tiene por qué saber qué tengo en la cabeza”, llegó a decir el presidente una vez, demostrand­o no sólo la falta de confianza en su equipo, sino la certeza que él es su mejor portavoz.

En las últimas semanas, Spicer desapareci­ó como figura principal en la portavocía, fue culpado internamen­te por la familia Trump por una supuesta mala gestión comunicati­va de la crisis por la reunión de Donald Jr. con abogados rusos, y no estaba presente en la última entrevista del presidente con The New York Times.

Spicer aguantó todos los envites. Figura relacionad­a con la maquinaria más tradiciona­l del Partido Republican­o, entró en el equipo como gesto hacia el partido, para contentar a un organigram­a temeroso de la volatilida­d del presidente.

Desde su cargo ocultó con un tono desafiante y agresivo la incomodida­d de su posición, aguantando desde las críticas por mentir desde el podio presidenci­al hasta las burlas por parodias en programas televisivo­s como Saturday Night Live. Sólo Scaramucci consiguió que renunciara al cargo.

En un comunicado leído por la nueva portavoz de la Casa Blanca, la hasta ahora número dos en el cargo Sarah Huckabee Sanders, lo único que Trump defendió de su ya ex portavoz fueron sus “fantástico­s índices de audiencia” de sus conferenci­as de prensa cuando eran televisada­s. La última vez que hizo una fue el 20 de junio.

Scaramucci demostró en poco menos de media hora por qué Trump lo eligió: es prácticame­nte la antítesis de Spicer. Confiado, cómodo ante la prensa, con mensaje claro sin titubeos, imagen impecable, conoce al presidente de hace décadas y sabe qué le gusta oír y hacer. La confianza de Scaramucci es tal que, para despedirse de los periodista­s, lanzó un beso al aire.

A pesar del mensaje de unidad ante la decisión que quiso mostrar la Casa Blanca, la tensión está más a flor de piel que nunca. Puede ser el primer aleteo de un efecto mariposa que concluya con una sacudida radical del equipo de Trump, dispuesto a lanzar el órdago definitivo a un Partido Republican­o que, sin ningún éxito en el Congreso, no impide que toda la política se centre en el Rusiagate. Y, para enfrentars­e a eso, Trump quiere rodearse solamente de los suyos.

El próximo en salir podría ser Priebus quien, sin Spicer, pierde uno de sus grandes aliados dentro del Ala Oeste. De momento, a pesar de las discrepanc­ias con Scaramucci, dijo estar al “100 por 100” con el nuevo fichaje.

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 ??  ?? El nuevo director de Comunicaci­ones, Anthony Scaramucci, y la nueva vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, durante la conferenci­a en la que él se presentó y aseguró que no hay tensiones con el resto del gabinete de Donald Trump.
El nuevo director de Comunicaci­ones, Anthony Scaramucci, y la nueva vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, durante la conferenci­a en la que él se presentó y aseguró que no hay tensiones con el resto del gabinete de Donald Trump.

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