El Universal

Muñoz Ledo, el profesor que entró a la política

Acompañado de sus amigos, el fundador del PRD celebra su cumpleaños

- FRANCISCO RESÉNDIZ —francisco.resendiz@eluniversa­l.com.mxl

Tarde de viernes. Al centro de un restaurant­e, ahí, frente a la Alameda Central de la Ciudad de México, rodeado de mesas y sillas, espera Porfirio Muñoz Ledo. Lo hace paciente. Festeja sus 84 años, el domingo será su cumpleaños.

Faltan cinco minutos para las dos y media. Muñoz Ledo —alguna vez líder nacional del PRI y del PRD, embajador de México ante la ONU, secretario de Estado (titular de la SEP), presidente del Congreso de la Unión y aspirante a la Presidenci­a de la República— no estaría tanto tiempo solo, como nunca lo ha estado.

Con sus amigos, los más cercanos, recordaría los tiempos de la Corriente Democrátic­a del PRI; cómo fue definido como un “luchador” en la ONU cuando regresó a México para encabezar, al lado del ingeniero Cárdenas, una lucha interna y luego renunciar al tricolor; su vida académica; a sus maestros, se dejaría besar por su hija Tamara.

Así pues, al filo de la media comienzan a llegar sus invitados, le llevan regalos. En un rato tendría sentado ante su mesa a Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez, quienes brazo con brazo encabezaro­n en 1987-1988 la Corriente Democrátic­a del PRI; a la priísta “rebelde” Ivonne Ortega y al ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente.

A ese grupo privilegia­do se sumarían el embajador Miguel Ruiz Cabañas, la secretaria de Gobierno de la Ciudad de México, Patricia Mercado, el senador Alejandro Encinas y su esposa, el decano Augusto Gómez Villanueva, la senadora Dolores Padierna y Alejandro Chanona.

Laura Itzel Castillo llega tarde, Ricardo Valero entrega su regalo, Jesús González Schmall saluda con ánimo a Muñoz Ledo y al ingeniero Cárdenas.

Ya son más de las tres de la tarde. Alejandro Encinas toma el micrófono. La cocina se apura, servirán queso tapado, crema tarasca, pierna de cerdo en mancha mantel y, de postre, nieve de sabores, pastel y café. Habla un poco y advierte que Muñoz Ledo ha sabido ser eslabón entre generacion­es.

“Yo no vine a echar un rollo, más bien vine a echarme unos tragos con ustedes”, bromea el legislador y pide a Muñoz Ledo hablar para sus invitados. Porfirio no pierde su estilo, el del orador con mensajes profundos, cargados de dinamita política, de razón, de coraje.

A lo largo de 10 minutos, Muñoz Ledo diserta. Recuerda su amor por la patria, la formación que recibió de sus padres y sus maestros Mario de la Cueva y Jaime Torres Bodet, por ello su vocación de vida ha sido la de docente; “pienso que la verdadera política es pedagogía social”.

Agrega: “No soy sino un profesor que incursionó en la política con la ilusión de escribir sus enseñanzas en el pizarrón de la historia”. Pide que lo disculpen por su tozudez, por su reiteració­n y su estilo “didáctico”, a veces molesto al argumentar sus razones. Recuerda su vida académica.

Reflexiona y advierte que más que el poder, ha pretendido la reforma de éste, sea ejerciéndo­lo o como contrapart­e, como “iconoclast­a” —dice— tratando demoler sus vicios y sus mentiras. Narra que un día antes se encontró con la directora de una revista a la que hace dos decenios declaró:

“Entre la Historia y el poder hay mucha distancia. Hay quienes ejercen el poder y son denostados por la Historia y hay quienes pasan a la Historia sin haber llegado al poder, en obvia alusión a la Presidenci­a de la República”, dice y le aplauden, también el ingeniero Cárdenas, que lo escucha con atención, el doctor Juan Ramón de Fuente se ve atento.

Muñoz Ledo dice que el gran problema hoy es la acumulació­n del poder, e insiste en reformarlo. Defiende la Constituci­ón de la Ciudad de México y la define como la más avanzada del país y de América; “es el único fruto acabado de nuestra transición”, dice.

Recuerda que cuando se despedía de la ONU para dedicarse por completo a la Corriente Democrátic­a del PRI, en la compañía del ingeniero Cárdenas y de Ifigenia Martínez, habló con un dignatario esloveno, quien le dijo que cuando llegó a las Naciones Unidas “todos sabíamos que Porfirio no era un diplomátic­o sino un político, nos equivocamo­s, Porfirio no es un político, es un luchador”.

Muñoz Ledo concluye su batería de recursos afirmando que sólo la lucha inteligent­e y perseveran­te de todos hará posible desterrar las plagas que corroen nuestro país como la injusticia, la desigualda­d, la corrupción, la impunidad, el desmoronam­iento gradual del Estado y la desaparici­ón de la soberanía nacional. Confía en que se podrá restaurar una vez más la República.

Comen en privado. Al final le llevan una rebanada de pastel de chocolate con una vela. Porfirio sopla y sonríe.

 ??  ?? Ivonne Ortega, Juan Ramón de la Fuente, Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y Patricia Mercado, entre otros, acompañaro­n al ex embajador Muñoz Ledo (al centro) en la celebració­n de sus 84 años de vida.
Ivonne Ortega, Juan Ramón de la Fuente, Ifigenia Martínez, Cuauhtémoc Cárdenas y Patricia Mercado, entre otros, acompañaro­n al ex embajador Muñoz Ledo (al centro) en la celebració­n de sus 84 años de vida.

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