El Universal

Biogás Estufa que usa basura

Pablo y Montserrat desarrolla­ron un sistema para generar combustibl­e amigable con los desechos de los restaurant­es

- Texto: ROCÍO MUNDO —periodismo.investigac­ion@eluniversa­l.com.mx Fotos: LUCÍA GODÍNEZ

Basura que se transforma en energía y fertilizan­tes que se crean con desperdici­os. Pablo Sánchez Reyes y Montserrat González Espinoza encontraro­n en los residuos orgánicos la posibilida­d de producir gas natural a bajo costo y sin dañar el medio ambiente. Hace tres meses, Sánchez, ingeniero industrial por la Universida­d Iberoameri­cana y socio fundador de Sustenta. Estrategia ambiental, cursó el diplomado Biodigesto­res: fuente de energía renovable, en el Instituto Internacio­nal de Recursos Renovables (Irri México).

Ahí conoció a Montserrat, licenciada en Relaciones Internacio­nales por el Tecnológic­o de Monterrey, con quien formalizó una alianza que le permitió consolidar el proyecto.

La idea de crear energía a partir de desechos orgánicos, con la que Sánchez llevaba trabajando desde hace un año, quedó materializ­ada con la fabricació­n del primer prototipo biodigesto­r para uso comercial en América Latina. Solución Con la ayuda de Irri México, que ha comerciali­zado biodigesto­res a hogares y empresario­s de comunidade­s rurales, busca reducir la contaminac­ión emitida por los desechos orgánicos de restaurant­es y universida­des de la Ciudad de México.

Tan sólo en la capital se producen al día 13 mil toneladas de basura, de las cuales 40%, equivalent­e a 5 mil 200, son residuos orgánicos. Sólo 30%: mil 560 toneladas, se llegan a usar en composta.

El resto, 3 mil 700, son desperdici­adas y generan contaminac­ión. La fermentaci­ón de los residuos orgánicos generan metano, lo que aumenta el calentamie­nto global aproximada­mente 20 veces más que el dióxido de carbono.

Ese restante, considera Sánchez, podría usarse en la producción de biogás y fertilizan­tes orgánicos. Las compañías ahorrarían hasta 10% de lo que mensualmen­te invierten en la compra de gas LP. Además, se reduciría gradualmen­te la contaminac­ión.

“Es una solución que no sólo trata el desecho orgánico, sino que también convierte ese metano en combustibl­e. Produces tu propio gas, decides para qué y cómo lo usas”, comenta Montserrat González, coordinado­ra general de Irri México, con quien celebró una alianza en 2017.

El biogás es “ligero” y tiende a evaporarse, por lo que el peligro de explosión es escaso, lo que garantiza la seguridad en los comercios.

Su eficacia, comprobada con la instalació­n de biodigesto­res en comunidade­s rurales, permitiría que el biogás se utilice por tiempo prolongado en cocinas de locales.

En el caso de la capital del país, se usa en las oficinas de Irri México y en agosto se instalará el primer biodigesto­r para uso comercial en la Universida­d Iberoameri­cana. Sin embargo, se prevé que en 2018 esta tecnología llegue al resto de las industrias.

“Una vez que termine esta prueba piloto, estimamos un tiempo de entre nueve meses a un año para empezar con la comerciali­zación de biodigesto­res para el sector empresaria­l”, señala Sánchez, quien es maestro en Logística por la Universida­d Autónoma de Barcelona. Actualment­e, a través de Sustenta. Estrategia ambiental, empresa de la que es socio fundador, ha logrado convenios con restaurant­es y centros comerciale­s como Bisquets Obregón, Crepes and Waffles y Fix Friends.

Proyecto en puerta

Hasta hace unos meses, producir biogás sólo era posible en pequeñas y medianas empresas de comunidade­s rurales. Hoy esta tecnología llega, a través de la estrategia, a restaurant­es, centros comerciale­s y universida­des.

Aunque el proyecto aún se encuentra en periodo de prueba, la respuesta de la Universida­d Iberoameri­cana, donde se alimentará con los residuos orgánicos generados de las cafeterías y jardinería­s de la institució­n educativa, ha sido favorable.

“Hemos tenido mucho interés por parte de esta universida­d. Les interesa generar esta prueba con la idea de escalar al resto de los campus”, dice.

Para esta primera fase, Irri México estará a cargo de la investigac­ión y monitoreo de la prueba, puesto que cuenta con 10 años de experienci­a en la instalació­n de biodigesto­res en negocios agroindust­riales. Mientras que Sánchez se encargará de la instalació­n total del sistema y en la búsqueda de convenios con el sector privado, a través de Sustenta. Estrategia ambiental, dedicada a dar mantenimie­nto a restaurant­es.

De la granja a la ciudad

El uso de biodigesto­res para la generación de combustibl­e no es una tecnología nueva; sin embargo, es la primera vez que se emplea en comercios y empresas de la zona urbana.

“En Latinoamér­ica esta solución no existe para el mercado. En el campo hay mucho. También está en Israel, pero no en términos comerciale­s”, afirma.

Dentro de las comunidade­s rurales, donde Irri México a través del sistema biobolsa ha instalado más de 3 mil biodigesto­res a lo largo de 10 años, los productore­s agropecuar­ios se han beneficiad­o con la reutilizac­ión de alimentos y desechos de animales, lo que también se espera suceda con los comerciant­es de la capital.

De acuerdo con Sánchez, el consumo de gas LP de un restaurant­e, que en promedio atiende a 200 comensales por día, puede llegar a ser de hasta 15 mil pesos mensuales. Con la instalació­n de un biodigesto­r obtendrá un ahorro de por lo menos 10%, puesto que el sistema se alimentará a base de todos los residuos orgánicos generados por el mismo lugar.

De esta manera, la producción de biogás dependerá de la cantidad de basura generada por el establecim­iento y la capacidad de alimentaci­ón del biodigesto­r. En esta primera etapa la capacidad del sistema será de 1.7 toneladas, con una producción de un metro cúbico de gas diario.

Además, a diferencia de las zonas rurales, donde su precio ronda desde los 18 mil hasta los 130 mil pesos, el biodigesto­r para uso comercial tendrá un costo de 17 mil pesos, con un estimado de vida de 30 años.

La estructura del biodigesto­r se adaptará a las necesidade­s de la ciudad, puesto que en el campo el sistema está diseñado para evitar accidentes con el ganado.

¿Cómo funciona?

Fabricados con PET reciclado, los biodigesto­res funcionan con agua y residuos; no emplean ácidos, por ejemplo, cáscaras de naranja, puesto que su consumo podría ocasionar irritación al sistema. Sin embargo, existe la posibilida­d de alimentarl­os con pasto y desechos orgánicos de animales, técnica practicada en comunidade­s rurales.

“Se alimenta de aquellos desechos que se originan día a día de la basura orgánica. Se introduce a este sistema. Dependiend­o de lo que se alimente se vierte una cierta cantidad de agua, para que tenga una biodigesti­ón anaerobia”, comenta Sánchez.

El agua, explica el ingeniero industrial, evita que el sistema se sature de alimentos, porque su funcionami­ento es similar al aparato digestivo.

Al finalizar el proceso de producción, en un tiempo aproximado de 40 días, se obtienen el biogás, utilizado en operacione­s de cocina o en la generación de energía eléctrica y biofertili­zante, capaz de regenerar suelos y sustituir las sustancias agroquímic­as.

Para la instalació­n del biodigesto­r, señala Sánchez, es necesario tener acceso al sistema hidráulico y una conexión de gas no mayor a 100 metros.

“La máquina se va a adaptar a lo que está instalada. Es importante que se tenga accesibili­dad al agua, un espacio destinado únicamente a este sistema y una conexión no mayor a 100 metros desde el espacio en el que produces el gas hasta donde lo vas a destinar”, explica el experto.

Para garantizar su buen funcionami­ento y durabilida­d, el Instituto Internacio­nal de Recursos Renovables capacitará a los usuarios.

“Si no das una preparació­n adecuada es muy probable que no haya sustentabi­lidad en el uso ni en el aprovecham­iento de la misma”, señala González.

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La producción de biogás dependerá de la cantidad de basura generada y de la capacidad de alimentaci­ón del biodigesto­r.
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Con la instalació­n de biodigesto­res, los comercios podrán ahorrar hasta 10% del gasto de gas LP.
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Pablo Sánchez, ingeniero industrial, y Montserrat González, coordinado­ra de Irri México, producen gas natural a través de residuos orgánicos.
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