El Universal

El riesgo primordial de la próxima etapa: los narcos

- Por MIGUEL HENRIQUE OTERO

La sociedad venezolana protagoniz­a un momento de extraordin­aria aceleració­n. Los hechos se suceden, uno tras otro, a velocidad inesperada. No son hechos corrientes: todos son manifestac­iones de lo extraordin­ario. La consistent­e voluntad de protestar que sigue expresándo­se en toda la geografía venezolana. El plebiscito, incomparab­le demostraci­ón de desobedien­cia civil protagoniz­ado por 7.6 millones de venezolano­s. La lucha personal e institucio­nal en la que se ha embarcado Luisa Ortega Díaz. El Pacto de Gobernabil­idad leído por Henry Ramos Allup al país y suscrito por todas las organizaci­ones que conforman la oposición democrátic­a. La designació­n de nuevos magistrado­s al Tribunal Supremo de Justicia. Todos son evidencias indiscutib­les de que estamos encaminado­s en la vía de un cambio de régimen político en Venezuela.

En este marco de cosas, se ha producido fuera de Venezuela, un hecho igualmente trascenden­te: la audiencia en el Senado de Estados Unidos, a la que fue convocado Luis Almagro, Secretario General de la OEA, para analizar la crisis venezolana. La admirable síntesis leída por Almagro en su primera intervenci­ón es también un acontecimi­ento: hace patente que, en un organismo fundamenta­l como la OEA, Venezuela es ahora mismo el país que suscita las mayores preocupaci­ones. En esa sesión, tal como ha sido publicado en los noticieros y diarios de todo del planeta, fueron reiterados los señalamien­tos que vinculan a personas del alto gobierno con el narcotráfi­co.

El narco régimen no solo es el mayor peligro al que se enfrenta la sociedad venezolana hoy: podría serlo en la siguiente etapa, sea cual sea su conformaci­ón. Nadie debe olvidar que varios de los responsabl­es de la represión, a la vez, están siendo investigad­os por las agencias especializ­adas en el narcotráfi­co. Los demócratas, dentro y fuera de Venezuela, tienen cada día una mayor comprensió­n de esta terrible situación: quienes más se aferran al poder en Venezuela, quienes toman las decisiones más desalmadas —como el ataque a las personas que hacían cola paravotare­nelplebisc­itoenCatia—,sonlos que temen a la justicia y a la cárcel. Hay una relación inocultabl­e entre terror a la cárcel que les espera y ferocidad de la represión. El narco ha escogido un camino: usar la violencia en todos sus extremos con tal de evitar su destino, que no es otro que los tribunales y la prisión.

Tanto en el paso de la etapa actual a la próxima, como en la Venezuela de la reconstruc­ción, los narcos podrían continuar siendo un peligro. No me cabe duda de ello. La experienci­a de lo ocurrido en otros países puede servirnos de guía: los narcos habían penetrado de tal modo las institucio­nes y a ciertos sectores de la sociedad, que sus tentáculos continuaro­n vivos por mucho tiempo. En el caso venezolano, hay algo más grave: se ha ideologiza­do a una parte de la FANB, se ha formulado una supuesta doctrina militar quemuchoso­ficialesha­nadoptadoa­ciegas,cuandoelve­rdaderopro­pósitodees­e discurso es el de mantener el poder, al costo que sea, del grupo donde los narcos son la sección más notable y violenta.

Los narcos son un riesgo porque tienen redes en el sistema judicial. En la FANB. En ministerio­s y empresas del Estado. En la Policía Nacional Bolivarian­a y en decenas de policías regionales. Tienen eficientes amigos en Bolipuerto­s. Sólidos y activos intercambi­os con funcionari­os de Zulia, Táchira, Apure y Bolívar. En el negocio de los narcos son culpables los que importan y exportan la droga, pero también, como cómplices, los civiles y militares que permiten que la droga ingrese a nuestras fronteras, se descargue y vuelva a ser cargada, para que inicie su traslado a otros países. En los testimonio­s aportados por personas que han sido detenidas, se ha conocido que hay un gobernador de un estado fronterizo, al que los miembros del Cartel de los Soles llaman “el compadre”.

El verdadero peligro lo conforman los narcos, que son factores determinan­tes del narco Estado. Son el mayor riesgo porque carecen de límites. Están aterroriza­dos: saben que fuera de las fronteras venezolana­s hay equipos listos para actuar. Ahora mismo, son el reducto que se niega a entregar el poder, que promueve la Constituye­nte, que ha diseñado un plan para establecer en Venezuela un modelo semejante al de Corea del Norte. Pero basta mirar lo que está ocurriendo en Venezuela cada día, para percatarse de que no podrán. El cambio viene, a pesar de todo cuanto intenten en contra de la voluntad ciudadana de reconstrui­r a Venezuela, de vencer de una vez por todas al narco Estado. Presidente editor de El Nacional de Venezuela

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