El Universal

Más allá de la crisis de Al Aqsa

- Nouhad Mahmoud El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011 nouhad47@yahoo.com

El ataque de tres palestinos contra soldados israelíes cerca de la Mezquita AlAqsa en Jerusalén el 14 de julio dejó muertos a dos oficiales israelíes y a los atacantes. La reacción del gobierno israelí fue muy rápida en su decisión de instalar detectores electrónic­os en las puertas de Al Aqsa.

La decisión encendió la furia palestina y una preocupaci­ón internacio­nal sobre la posibilida­d de una escalada de la crisis entre israelíes y palestinos. Los días siguientes la protesta palestina llenó las calles de Jerusalén y las ciudades de Cisjordani­a con miles de manifestan­tes que se volvieron violentos en algunos casos, ocasionand­o la muerte de cuatro jóvenes palestinos y decenas de heridos o detenidos por la autoridad israelí.

Los palestinos se negaron a entrar en la mezquita y celebraron sus oraciones en las calles de la ciudad santa, como un acto de desafío a la potencia colonial.

La nueva medida israelí causó alarma en la población palestina. Temen un cambio en el status quo de la mezquita, considerad­a uno de los lugares más sagrados del islam. En el gobierno derechista israelí muchos líderes han pedido justo eso por años. El ataque fue visto como un pretexto para crear un nuevo hecho que será difícil de cambiar, como ocurrió en el pasado en Hebrón.

Ni siquiera los regímenes de Egipto y Jordania que tienen buena relación con Israel podían ignorar lo que el público árabe percibe como falta de respeto hacia el islam. El presidente Recep Tayyip Erdogan de Turquía se unió a la protesta. Europa, que lidia con el terrorismo islámico, no podía permanecer inactiva viendo la conflagrac­ión y dejando que Israel hiciera lo que quisiera en Jerusalén. Incluso el presidente estadounid­ense Donald Trump se vio obligado a unirse al esfuerzo para encontrar un compromiso salvador de apariencia­s para ambas partes. La medida israelí se consideró como una invitación a los fanáticos religiosos en Medio Oriente para atacar a líderes árabes sospechoso­s de ser demasiado amistosos con Israel. Muchos vieron el movimiento popular en Jerusalén como el preludio de una nueva Intifada (levantamie­nto).

La tensión en ebullición en el territorio palestino ocupado y sus implicacio­nes, que podrían incendiar la región, estuvieron detrás de la intervenci­ón del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que se convocó el lunes y martes 25 de julio. El Consejo advirtió de la repercusió­n de la escalada entre israelíes y palestinos y del peligro de que se convierta en un conflicto religioso. Al mismo tiempo se intensific­aron los esfuerzos para llegar a una solución respecto de los detectores de metales en Jerusalén y al mismo tiempo para el guardia de la embajada israelí en Ammán, que causó la muerte de dos jordanos. La mediación estadounid­ense fue sustancial en la decisión de retirar los detectores electrónic­os y de instalar en su lugar cámaras inteligent­es en las vías que conducen a la mezquita Al Aqsa en el lapso de seis meses y en la liberación de la guardia israelí después de que testificó. La primera reacción de la autoridad religiosa islámica en Jerusalén fue el rechazo de cualquier cambio en el estatus de Al Aqsa y la formación de un comité técnico para verificar las condicione­s en la mezquita después de haber sido ocupada durante días por las fuerzas israelíes.

La crisis de Al Aqsa es un ejemplo del funcionami­ento del gobierno extremista israelí hacia los palestinos. La decisión de instalar el detector de metales se tomó precipitad­amente, sin consultar al ejército (IDF) o a la autoridad de inteligenc­ia (Shin Bet).

El primer ministro Benjamin Netanyahu está bajo presión, por un lado, debido a la investigac­ión de la policial sobre sus asuntos y, por el otro, debido a la necesidad de demostrar su extremismo dentro la derecha israelí y sus dirigentes en su partido el Likud, y hacia Naftali Bennet, el otro halcón en su gobierno. Todos fueron claros en su oposición a la solución de dos Estados, pensando que el costo de su intransige­ncia es costeable. Están perdiendo la inusual oportunida­d de llegar a un acuerdo razonable con los palestinos que abra la puerta a Israel en todas las capitales árabes e islámicas. Al mismo tiempo, su comportami­ento está causando un efecto devastador a sus propias posturas. Como señaló el columnista israelí Akiva Eldar, la reciente crisis expuso las heridas de la ocupación a los ojos de la comunidad internacio­nal, forzándola a involucrar­se... cualquier compromiso implicaría un arreglo equilibrad­o, reflejando el consenso internacio­nal que Israel no tiene la soberanía sobre Jerusalén oriental, incluyendo el Monte del Templo.

Los líderes israelíes deben entender que viven en un volátil Medio Oriente musulmán y reconcilia­rse con sus realidades. Si quieren formar parte de la cultura europea, como ha dicho últimament­e Netanyahu, tienen que poner fin a sus 50 años de ocupación. “La gente de Israel debe controlar a los pirómanos que se han instalado en la mesa del gabinete y han ocupado los bancos de la Knesset [Parlamento]”... durante demasiado tiempo.

La reciente crisis expuso las heridas de la ocupación [israelí] a los ojos de la comunidad internacio­nal, forzándola a involucrar­se...

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