Salvador García Soto
“Ante la estrategia de cautela frente a EU, las respuestas de Trump son filtraciones e insidias”.
Una vez más la lengua suelta del presidente Donald Trump, que dijo haber recibido una “llamada de felicitación” del presidente Peña Nieto en la que el mandatario mexicano elogiaba y reconocía su agresiva “política migratoria”, provocó un desaguisado mediático y diplomático entre los dos países. Fue necesaria una aclaración de la Cancillería mexicana, que negó la existencia de tal llamada, pero sí reconoció que en la última reunión que sostuvieron Peña y Trump en Hamburgo, el 7 de julio pasado, abordaron el tema de la migración ilegal por la frontera común.
“Incluso el presidente de México me llamó —dijeron (sic) que en su frontera sur hay menos gente llegando porque saben que no van a pasar a través de nuestra frontera, lo que es el cumplido definitivo”, dijo el magnate ayer al comenzar una reunión con todo su gabinete en la Casa Blanca.
Según la Secretaría de Relaciones Exteriores esa llamada nunca existió, aunque la dependencia sí reconoció que en la reunión bilateral de Hamburgo, Peña le presentó a su homólogo estadounidense cifras que hablaban de una disminución de la migración centroamericana a México en 47% de enero a julio de este año y también le habló de 31% menos mexicanos repatriados desde Estados Unidos en el primer semestre de 2017. Es decir, que la Cancillería reconoció que no hubo llamada, pero sí elogios a los resultados de la política migratoria de Trump.
Porque esas cifras, presentadas por Peña, en un afán de quedar bien en aquella reunión en el marco del G-20, fueron interpretadas por Donald Trump como un “tributo” que le rendía el presidente mexicano al informarle que estaba disminuyendo la migración ilegal desde el inicio de su mandato en enero de este año. ¿Qué buscaba Peña Nieto al presumir esas cifras, decirle a Trump que México estaba “haciendo la chamba” para que no le llegaran más ilegales?
No es la primera vez, ni será la última, que Donald Trump se chamaquea a nuestro presidente con datos y comentarios de conversaciones privadas. Comenzó desde la invitación a Los Pinos en plena campaña, cuando frente a cámaras y micrófonos y en plena residencia oficial mexicana le restregó que “México va a pagar por el muro”; continuó con la filtración de aquella llamada telefónica desde la Casa Blanca, en la que supuestamente Peña Nieto aceptaba el envío de ayuda estadounidense para combatir el narcotráfico porque “no pueden”, y volvió a pasar justo en Hamburgo cuando el magnate estadunidense contestó en una conferencia conjunta con el mandatario mexicano que “absolutamente” México pagaría por su muro.
Es decir que, en aras de la prudencia, la “buena voluntad” y la cautela que México ha tomado como estrategia frente al predecible lenguaraz que habita la Casa Blanca, Peña ha caído una y otra vez víctima de las mentiras, filtraciones e insidias de Trump. En 6 meses el gobierno mexicano y su Cancillería de “aprendices”, no han aprendido a predecir a un magnate que, por lo demás, se ha vuelto de lo más predecible.
Ojalá este desaguisado no sea el preámbulo de una negociación fallida del Tratado de Libre Comercio donde las “buenas intenciones” del gobierno mexicano vuelvan a ser confundidas con “elogios”, “felicitaciones” o “reconocimientos” con los que busquen chamaquear también a los negociadores mexicanos encabezados por Ildefonso Guajardo.
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