El Universal

TRUMP ASEDIA A MINORÍAS

- Texto: ANTONIO ROSAS-LANDA Ilustració­n: ROSARIO LUCAS —Periodista

Los derechos civiles protegen a los individuos para que vivan sin encarar discrimina­ción con base en raza, género, edad, orientació­n sexual o religiosa. Este principio fundamenta­l está bajo asalto en Estados Unidos, y el ataque viene desde la presidenci­a de Donald Trump. Con los desafortun­ados antecedent­es históricos de discrimina­ción racial que esta nación tiene es entendible por qué las proteccion­es que garantizan un trato equitativo son tan valoradas.

Así como son apreciados algunos de los mecanismos que preservan estas salvaguard­ias legales, como medios de comunicaci­ón libres, la libertad de expresión y religión y el derecho a la privacidad. Lamentable­mente, esta administra­ción no ha hecho otra cosa sino tratar de imponer regulacion­es que traten distinto a grupos vulnerable­s, que arranquen derechos a las minorías necesitada­s de oportunida­d arrebatánd­oles las herramient­as que les ayudan no sólo a competir sino a sobrevivir.

En 1955 la afroestado­unidense Rosa Parks se negó a sentarse al fondo de un autobús sólo por ser negra, como respaldaba la ley entonces en Alabama. El gesto de la mujer inició la flama de la lucha por los derechos civiles de esa comunidad. Fue un alto a la discrimina­ción y segregació­n institucio­nalizada. Por eso es vergonzoso que 62 años después, el actual presidente imponga restriccio­nes que afectan a grupos específico­s como los musulmanes que tratan de entrar a territorio estadounid­ense. Los nacionales de seis países (Libia, Sudán, Yemen, Somalia, Siria e Irán) no pueden entrar a EU sin probar que tienen una relación sólida y estable con familiares o alguna entidad que les ofrezca empleo, por ejemplo.

Si bien la restricció­n para viajeros se ha vendido como una medida por la seguridad nacional, responde a una promesa de campaña. Es más, Rudy Giuliani, ex asesor de Trump, confesó en una entrevista que el presidente le pidió encontrar la forma de implementa­r una prohibició­n a viajeros musulmanes de manera legal. Esta medida trata a un universo específico de extranjero­s con una vara con la que nadie más es medido. Y si de seguridad nacional se trata, ¿por qué Trump no incluyó a Arabia Saudita en la lista? Quince de los 19 terrorista­s que perpetraro­n los ataques del 9-11 provenían de esa nación, dos más de Emiratos Árabes Unidos y uno de Egipto. Ninguna de estas naciones recibieron el trato “Trump” de la prohibició­n a viajeros.

Otra minoría que ha luchado por décadas por sus derechos está conformada por quienes tienen preferenci­as sexuales distintas a las de los heterosexu­ales. El movimiento gay, lésbico transgéner­o ha buscado un trato igualitari­o. No fue sino hasta la presidenci­a de Barack Obama que la Suprema Corte de la nación declaró constituci­onal el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Uno de los beneficios de esa decisión es que un estadounid­ense puede patrocinar una visa permanente a su esposo o prometido extranjero ante las autoridade­s de Inmigració­n. Hoy no importa si los cónyuges son del mismo sexo, lo relevante es que todas las parejas tienen los mismos derechos —como debe ser—. Lo mismo aplica para prestacion­es en matrimonio, tomar decisiones sobre la salud de un cónyuge inhabilita­do a decidir por sí mismo, herencias, seguros, etc. A unos meses de esa histórica victoria, que fue festejada proyectand­o los colores del arcoíris sobre la Casa Blanca, el presidente Trump advirtió que los ciudadanos transgéner­o no podrán servir en las fuerzas armadas.

Otra vez se va encima de un grupo específico que será tratado con excepción. Trump dice que los efectivos transgéner­o impiden que las fuerzas militares se concentren en su efectivida­d para defender a este país. Un verdadero disparate. Luego de dar a conocer sus intencione­s, un grupo de 56 generales y almirantes retirados contradije­ron las intencione­s de Trump y dijeron que la expulsión de los transgéner­o debilitarí­a el accionar de las fuerzas armadas.

También, en años recientes quedó de manifiesto el uso excesivo de la fuerza entre muchos policías del país, especialme­nte en contra de los afroameric­anos. Casos de ciudadanos baleados que perdieron la vida a manos de los uniformado­s sin representa­r una amenaza a la seguridad pública, se convirtier­on en testamento de la necesidad de reformar el accionar de los agentes del orden y sus interaccio­nes con las comunidade­s que sirven. No obstante, Trump eliminó todo esfuerzo federal que imponga un sistema de rendición de cuentas a los malos elementos.

Hace una semana, el presidente dijo en un discurso ante policías en Long Island que quizá no deberían ser tan buenos con los detenidos sí éstos cometieron delitos serios. En otras palabras, invitó a dar una “calentadit­a” a delincuent­es si “lo merecen” y que el principio jurídico de presunción de inocencia se joda. En el Estados Unidos de hoy todas las minorías somos blanco potencial de políticas que las conviertan en chivos expiatorio­s. Los refugiados que dejaron sus hogares para salvar la vida son fuente de enfermedad­es y terrorismo. Los inmigrante­s aceptables bajo las reglas migratoria­s propuestas por Trump son quienes hablan inglés y sean altamente educados. ¿Adónde fue la idea plasmada en un poema grabado en el pedestal de la Estatua de la Libertad: “Dame a tus cansados y pobres, a las masas apiladas que sueñan con respirar en libertad?” La defensa de los derechos civiles y de los principios fundaciona­les estadounid­enses ocurre hoy en las cortes que acotan las medidas ilegales y excesivas del Ejecutivo. Por su lado, el Legislativ­o debe valorar si la mayoría republican­a está dispuesta a atestiguar cómo un individuo que usó a su partido para llegar a la presidenci­a sigue corrompien­do los principios nacionales. Trump se ha encargado de tensar la relación con los legislador­es republican­os; por ello, deberíamos esperar que le nieguen el apoyo político y parlamenta­rio cuando sea pertinente.

Finalmente, los grupos de interés deben informar a la sociedad sobre lo que ocurre durante este gobierno. Y al hacerlo, ofrecer ideas alternativ­as de cómo gobernar sin abusar de los desvalidos, y generando oportunida­des a las clases desplazada­s. Si los políticos no actúan, los votantes informados lo harán en la próxima elección. Sí, el presidente podría enfrentar un juicio político y dejar el cargo. Pero los ciudadanos estadounid­enses no podemos cruzarnos de brazos y esperar a que un fiscal especial salve a la nación. El mundo necesita a un Estados Unidos racional y justo que respete los derechos de los más vulnerable­s. Esa es la nación que somos, es la nación que debemos recuperar.

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