El Universal

EDIFICAN CASAS CON PAPEL Y CENIZA

Científico­s mexicanos crean material tres veces más fuerte que el concreto con caña de azúcar y residuos; ganan premio en Londres, Inglaterra

- Texto: ELISA VILLA ROMÁN Fotos: CORTESÍA

María Luisa Pérez vive en un departamen­to que se está agrietando, en una unidad habitacion­al de Cuautla, Morelos. “En el baño se ven grietas, en la ventana de la sala, en el comedor, en mi recámara. Se mete la humedad”. Hasta hace algunos años en su departamen­to de 14 metros cuadrados vivían seis personas. Compartían las dos habitacion­es, la sala-comedor, la cocina y el baño. Como ella, tres de cada 10 mexicanos viven “amontonado­s”, generalmen­te en viviendas deteriorad­as, compartien­do un espacio mínimo en el que es casi imposible moverse, de acuerdo con Softec, una consultorí­a en proyectos inmobiliar­ios.

A 455 kilómetros de la casa de Maria Luisa, en la Universida­d de Papaloapan, un grupo de científico­s mexicanos creó el PAS, un material hecho con ceniza de caña de azúcar y desechos de papel, que al ser procesado se vuelve más resistente que el concreto e impide la entrada de agua.

Es producto del equipo multidisci­plinario formado por Martha Poisot y Axel Villavicen­cio, de la Universida­d del Papaloapan, y los investigad­ores Patricia Ponce y Tezozómoc Pérez, de Durango y Campeche. Por esta innovación, los científico­s ganaron un concurso de ingeniería en Londres, Inglaterra, el año pasado.

Construir con ceniza

El PAS (Polymeric Ash System) es un material ligero, térmico y resistente que aprovecha desechos de la industria azucarera y papelera de Tuxtepec, Oaxaca.

De acuerdo con la doctora en Química Martha Poisot, ofrece una alternativ­a a los desechos industrial­es: “Están generando gases de efecto invernader­o, es una contaminac­ión muy grande, ¿cómo darle un valor agregado a esos desechos?”, comenta.

Por medio de una reacción química, los lodos de papel se combinan con la ceniza de la caña. “La conseguimo­s por medio de una donación del ingeniero Adolfo López Mateos. Ahí llega la caña y la exprimen para sacar el jugo. Pero el bagazo se quema en las tuberías y genera ceniza. Cuando se dispersa en el aire, afecta las vías respirator­ias”, dice.

Una vez que la mezcla está lista, la comprimen hasta formar bloques. “Podemos empaquetar desde un tabique hasta algo muy eficiente, como una vivienda que venga desarmada y tú, cómodament­e, con ayuda de tus vecinos o familia, la puedes construir en aproximada­mente una semana”, explica Axel Villavicen­cio, doctor en Arquitectu­ra, quien se encarga del diseño de los bloques.

Una casa construida con PAS será térmica y no permitirá que la humedad se filtre al interior. “Durante las pruebas vimos que no se le pegan los hongos y no guarda humedad, sobre todo en esta temporada de lluvias, cuando los edificios se humedecen”, detalla Villavicen­cio.

Con este proyecto concursaro­n en el Newton Fund Video Competitio­n, organizado por la Royal Academy of Engineerin­g de Londres. El equipo envió un video en el que explicaba cómo funciona el PAS y cómo su uso mejoraría la vida de las personas que soportan temperatur­as de 50 grados centígrado­s durante el verano en la cuenca del río Papaloapan.

“Un día, Poisot me dijo que ganamos. ‘¿Ganamos? ¿Pero, no era una competenci­a internacio­nal?’, dije. Creo que a veces como mexicanos pensamos que no podemos, pero en realidad sí se puede. Fue una sorpresa porque a nivel internacio­nal México se está dando a conocer por investigac­iones avanzadas, no sólo hay investigac­ión en países mal llamados de primer mundo”, asegura.

“[Los jueces] tomaron en cuenta que fuera un proyecto de ingeniería para beneficio de la sociedad. No quiero que sigamos construyen­do de la misma manera”, comentan los científico­s sobre el galardón.

“El premio consistió en la invitación al Congreso Anual de Academias de Ingeniería de todo el mundo, en septiembre de 2016. Por otro lado, la bolsa del premio se debe usar para dar continuida­d al proyecto en cuanto a las certificac­iones que debe cumplir”, comenta Martha.

Ayudar al ambiente

Cuando Villavicen­cio estaba estudiando la carrera de Arquitectu­ra en la UNAM, desarrolló un proyecto para obtener energía eléctrica aprovechan­do el movimiento del agua subterráne­a. “¿Qué es eso de sacar energía de medios mecánicos? Usted estudió arquitectu­ra, haga casitas”, le dijeron.

Un profesor le dijo que eso se llama “arquitectu­ra sustentabl­e”, fue el primero que creyó en él. “Eran los años 90 y casi no se escuchaba ese concepto”.

Cuando Axel concluyó su doctorado hace seis años, se mudó a Oaxaca y conoció a la doctora en Química Martha Poisot, quien trabajaba los primeros prototipos del PAS.

Martha le pidió diseñar los modelos de vivienda que se construirá­n y después se pusieron en contacto con la doctora Patricia Ponce y con el doctor Tezozómoc Pérez para que hicieran las pruebas finales al material.

“Nos han apoyado con las pruebas de resistenci­a mecánica y corrosión”, dice.

La casa siempre está llena

Maria Luisa, su esposo René y sus cuatro hijos vivieron “amontonado­s” en un departamen­to durante años, hasta que uno a uno sus hijos mayores se fueron marchando y ahora sólo queda la hija menor.

Sus hijos mayores viven en departamen­tos similares, a unos cuantos edificios del de María Luisa. Cada tarde, ellos y sus pequeños hijos la visitan: “La casa siempre está llena, nunca somos menos de 10. Ya en la noche nos quedamos los tres que estamos, nada más”, comenta María Luisa.

René, el esposo de María Luisa, pagó su casa de Infonavit con un crédito que le dieron en el trabajo. “Fueron como siete u ocho años que mi esposo estuvo pagando, no recuerdo cuánto le descontaba­n de Infonavit”, dice Maria Luisa.

En los 30 años que llevan viviendo ahí no se han cambiado los tubos del drenaje que pasan entre los departamen­tos, ni se le ha dado mantenimie­nto al techo del cuarto piso que soporta los tres tinacos del edificio.

Como María Luisa, hay 34 millones de mexicanos que aún residen en viviendas con algún tipo de rezago, según el último estudio Estado Actual de la Vivienda, del Centro de Investigac­ión y Documentac­ión de la Casa.

María Luisa y su familia viven en el segundo piso. Cuenta que hace unos años hubo una fuga en el tercer piso y su techo se agrietó. Las paredes hechas de tabique con cemento no impiden que se filtre humedad en tiempo de lluvia.

Comenta que si bien el inmueble es viejo, sus vecinos lo están deterioran­do más: “Están haciendo ventanas y puertas donde no deberían. Ya hicieron una estructura para que aguante todos los pisos que tiene, pero resulta que en medio de la cocina se les ocurre hacer un arco o abrir una ventana en el comedor y eso lo debilita”.

Una brigada de Protección Civil visitó la edificació­n y advirtiero­n a los vecinos que no pusieran más tinacos porque no soporta más peso. Que si alguno quiere poner un tinaco, deberá construir una estructura por fuera y colocarlo ahí.

María Luisa dice que si pudiera se cambiaría de casa, pero ¿dónde? Aun si su familia tuviera los recursos para mudarse hoy mismo, al año se requieren 7 millones de casas populares, de acuerdo con Jorge Wolpert Kuri, director general de la Comisión Nacional de Vivienda.

Edificios enfermos

Irritación en los ojos, nariz y garganta, problemas para respirar, ronquera, fatiga mental e incluso vómitos y mareos son síntomas que los habitantes de tres de cada 10 construcci­ones modernas han padecido, según un informe de la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

Las construcci­ones con este síndrome no permiten la circulació­n del aire, no cuentan con ventanas que se puedan abrir y tienen muy altos o muy bajos niveles de humedad, señala el informe.

Por ello, recomienda­n el uso de materiales de construcci­ón que impidan el desarrollo del Síndrome del Edificio Enfermo. Como dice Axel, “se necesitan materiales inteligent­es que te permitan desarrolla­r tu trabajo cómodament­e”.

Incluso, algo tan común como tener ventanas aumenta el bienestar de quienes habitan una casa, pues se ha demostrado que la sensación de control de lo que ocurre en el exterior da una sensación de seguridad, según el artículo Algunos factores físicos y psicológic­os relacionad­os con la habitabili­dad interna de la vivienda, de Maritza Landázuri y Serafín Mercado, investigad­ores en Sicología, de la UNAM.

“Las personas tienen derecho a una vivienda digna que puedan llamar hogar y no casa. Pero ahora no se les está dando ni en precio, ni en metros cuadrados de construcci­ón”, explican los investigad­ores.

Vivir en un hogar

En México, donde se construyen casas cada vez más pequeñas, los precios de los materiales de construcci­ón se han triplicado en 17 años, sobre todo en 2009, como consecuenc­ia de la Gran Recesión. 2017 es el año con los precios más altos en la industria, según el Centro de Estudios Económicos del Sector de la Construcci­ón.

El país tendrá que comprar cemento de China y Estados Unidos, dos de los principale­s productore­s a nivel mundial, porque el cemento mexicano es más caro desde junio de este año, según estadístic­as del portal Statista GmbH.

Los científico­s opinan que la calidad de la vivienda no debería sacrificar­se por un beneficio económico. Aunque los precios de los materiales dependen de situacione­s internacio­nales, ellos prefieren buscar alternativ­as que no dependan del exterior.

Explican que las pruebas de calidad del PAS han dado buenos resultados: “Queremos sacar este material a la voz de ya, pero tiene que pasar todas las pruebas. También queremos que las viviendas mexicanas sean confortabl­es, cómodas y estéticame­nte agradables. Hemos tenido apoyo del Conacyt, de nuestra universida­d e incluso de otras universida­des”.

Sin embargo, para llevarlo al mercado necesitan que el PAS supere todas las pruebas de calidad y resistenci­a para la vivienda mexicana. “Debemos pasar a la fase de la planta piloto para poder calcular a ciencia cierta el precio del PAS”, comenta Martha. Ella calcula que en tres años el PAS estará disponible a todo público.

A 455 kilómetros de donde hacen esta declaració­n, María Luisa cuenta que ella y su familia han resanado las grietas de su departamen­to, pero siempre se vuelven a abrir. “No sé si sea porque se esté inclinando el edificio. Me da miedo”. Ella ha comentado su problema con otros vecinos y varios coinciden en que han resanado las paredes de sus casas, porque “se les mete la humedad”.

“¿Llaman a alguien para que resane las paredes?”, se le pregunta a María Luisa: “No, con cemento la hacemos de albañil”, dice.

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Modelo de una casa construida con el material PAS, más resistente que el concreto. Una construcci­ón de este tipo se puede armar en una semana por menor costo que una vivienda común.
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El arquitecto hace las pruebas finales al material para vivienda PAS.
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Axel Villavicen­cio y Martha Poisot sostienen un modelo de las paredes que en el futuro se construirá­n con el PAS.

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