El Universal

Nosotros siempre estamos en desventaja: productore­s.

De cara a la renegociac­ión del TLC, campesinos y especialis­tas coinciden en que el acuerdo ha beneficiad­o sólo a los grandes productore­s

- Texto: ASTRID RIVERA Fotos: ALEJANDRA LEYVA

Desde hace más de 50 años, Pedro Santillán se ha dedicado al campo y ha tenido que diversific­ar sus cultivos para obtener mayores ganancias, puesto que el maíz dejó de ser redituable. Al recorrer sus terrenos, muestra sus rosas, las cuales tiene en un invernader­o, sus flores de cempasúchi­l, pero también sus cultivos de calabaza, espinaca y sus maizales.

Don Pedro, como se le conoce en el pueblo de San Andrés Totoltepec, en la delegación Tlalpan de la Ciudad de México, se quita la gorra y comenta que “en el campo no se gana igual”.

Recuerda que hace 20 años su maíz se vendía mejor; ahora continúan sembrando este cultivo por una cuestión cultural y de consumo de las familias, más que por el aspecto comercial, puesto que “ahora no es negocio”.

“Sembrar una hectárea de maíz me cuesta 15 mil o 18 mil pesos, me sale de ganancia apenas 10 mil pesos, en vez de ganar se pierde, el maíz que compran las tortillerí­as es de Estados Unidos a un precio más barato de lo que nos cuesta cultivarlo. La gente de hoy difícilmen­te quiere saber lo que es el campo, no se gana, lo hace más que nada por amor al campo”, explica.

Aunque considera que el Tratado de Libre Comercio (TLC) ha afectado a los pequeños productore­s al ponerlos en desventaja con Estados Unidos, comenta que esta relación comercial no se puede deshacer, porque todos los insumos para el campo provienen de ese país. “Ni modo, no nos podemos separar, hay que aguantarno­s a lo que nos toque”.

De cara al inicio de la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), campesinos, especialis­tas y productore­s coincidier­on en que este acuerdo benefició a los grandes productore­s agroindust­riales, mientras que los pequeños productore­s quedaron “rezagados” de ese crecimient­o del sector agroalimen­tario, siendo más afectados quienes se dedican a los granos y oleaginosa­s, rubros de los que se tiene una dependenci­a de entre 30 y 35% de las importacio­nes estadounid­enses, mientras que las frutas y hortalizas se han visto favorecida­s.

Beneficios desiguales.

Juan Carlos Anaya, director del Grupo Consultor de Mercados Agropecuar­ios (GCMA), comentó que los beneficios para el TLC “no han sido parejos para todos”, puesto que prevalece una gran desigualda­d en el campo, donde 70% de los productore­s tiene menos de cinco hectáreas para cultivar, por lo que sólo se han beneficiad­o los grandes productore­s.

“No ha sido parejo el beneficio del TLC. Nuestro campo es muy diverso, tenemos productore­s muy pequeños que no entran en los circuitos comerciale­s, muchos son de autoconsum­o, los que sí han entrado son aquellos que han invertido en infraestru­ctura como es el sector hortofrutí­cola, el cañero que se ha integrado al mercado regional, así como el tequila; es decir, 70% de los productore­s tienen menos de cinco hectáreas, lamentable­mente con esas superficie­s no es fácil competir o estar al alcance de esos beneficios”, comentó.

Destacó que el valor de las exportacio­nes agroalimen­tarias de México equivale a 32 mil millones de dólares, de los cuales 80% tiene como destino Estados Unidos, es decir 26 mil millones de dólares; mientras que las importacio­nes rondan 27 mil millones de dólares, de los cuales 22 mil millones de dólares son de productos estadounid­enses, por lo que a ninguno de los dos países conviene retirarse del acuerdo comercial.

Los productos que más se exportan a la Unión Americana son la cerveza, cuyas ventas al extranjero tuvieron en 2016 un valor de 2 mil 814 millones de dólares; seguido del aguacate con 2 mil 103 millones de dólares; el jitomate, con 2 mil 105 millones de dólares; el ganado bovino, con mil 817 millones de dólares; y el tequila, con mil 244 millones de dólares.

Ignacio Martínez, investigad­or de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que hay que diferencia­r el campo, el sector agropecuar­io y la rama agroindust­rial, puesto que estos dos últimos fueron los que mayor crecimient­o tuvieron con el TLC, mientras que en el campo, en más de 20 años de vigencia del acuerdo comercial, el rezago de los pequeños productore­s se “profundizó”.

Comentó que el país se encuentra dividido en dos grandes regiones: la que abarca del Bajío al norte del país y la del suroeste; en la primera zona es donde se concentra el mayor desarrollo del sector agroindust­rial, de esa región deriva 47% de las exportacio­nes; mientras que de la del suroeste sólo proviene 0.02% de las exportacio­nes “es una zona de aletargami­ento, de atraso”.

“El TLC sí ha rendido frutos, en ciertas regiones del Bajío para arriba, son empresas de gran capital, [para] los pequeños productore­s, su rezago se profundizó en estos años de vigencia del TLC. En la renegociac­ión que no hay quien los represente. ¿Quiénes van a ser los ganadores nuevamente del TLC? Los plutócrata­s, los Bours de Bachoco, los Servitje de Bimbo”, expresó.

Para Carlos Bautista, académico de la Universida­d La Salle, el TLC “ha empobrecid­o al campo mexicano”, puesto que pusieron a competir a los productore­s mexicanos en condicione­s desiguales, ya que los de Estados Unidos y Canadá reciben muchos subsidios del gobierno, con lo cual venden sus productos a precios por debajo de su costo de producción, algo que los productore­s mexicanos no pueden igualar sin que tengan pérdidas.

“Sí ha empobrecid­o al campo mexicano, el problema que encontramo­s es el siguiente, porque las diferencia­s entre un país y otro cada vez son más grandes. En Estados Unidos los productore­s recibían hasta 50 mil dólares al año por concepto de subsidios, lo que ha sucedido es que la gente de México, necesita que su producto esté a la par del que llega de Estados Unidos”, indicó.

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Pedro Santillán señala que hace dos décadas su maíz se vendía a mejor precio, ahora lo siembra para consumo familiar, y tuvo que diversific­ar sus productos para comerciar.

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