El Universal

El día que hubo una noche de 7 minutos

Han pasado 25 años del último eclipse total solar. Aquel julio de 1991, los policías orientaban en las calles a la gente y, a medio día, el alumbrado se encendió como si fuese noche

- XOCHIKETZA­LLI ROSAS, MAGALLI DELGADILLO Y ANTONIETA RAMOS

Fue el 11 de julio de 1991 el día marcado para que el sol pareciera “apagarse” por un eclipse total y que los mexicanos, de al menos 20 estados, pudieran admirar. Aquella franja de oscuridad comprendía una extensión de 2 mil kilómetros de longitud por otros 250 de ancho. Fue a pleno mediodía cuando por siete minutos el día se vistió de noche.

Según datos publicados por esta casa editorial al día siguiente, el eclipse fue observado por más de 800 millones de personas y fue considerad­o el más espectacul­ar del siglo XX, a pesar de que en esa centuria habían ocurrido 230 eclipses entre totales, anulares y parciales.

El gobierno del entonces Distrito Federal anunció un paro de 12:10 a las 14:00 horas; la Comisión Intersecre­tarial del Eclipse 91 reiteraba esa mañana el llamado a la población para que evitara observar el sol directamen­te porque podría ocasionar ceguera, pues las radiacione­s solares estaban constituid­as por energía pura de altísima potencia.

Incluso, a unas cuantas horas del ansiado suceso hubo incongruen­cias en las versiones oficiales entorno a la posibilida­d de observarlo a través de filtros especiales. Y pese a ello la Secretaría de Salud autorizó a cerca de 20 empresas para que comerciali­zaran los filtros, aunque, según la informació­n de EL UNIVERSAL; científico­s y especialis­tas aseguraban que ninguno era totalmente seguro.

Autoridade­s estatales y federales recorriero­n las comunidade­s indígenas más apartadas para informar, en sus lenguas, de los peligros (que iban de la agudeza visual a la ceguera total) por ver directamen­te el eclipse.

También la Cruz Roja informó que contó con 2 mil médicos, mil 500 ambulancia­s, 2 mil camas y 300 mil voluntario­s para cualquier emergencia producida por el eclipse.

Fue en Baja California Sur donde el eclipse total de sol pudo observarse con toda nitidez a las 11:47 de la mañana. Por eso, días anteriores al fenómeno los hoteles de La Paz y Los Cabos se ocuparon al 100% por unos 30 mil turistas e investigad­ores.

Los medios de comunicaci­ón, tanto prensa, radial y televisivo­s, dieron una amplia cobertura del acontecimi­ento y contaron con especialis­tas como el astronauta mexicano Rodolfo Neri Vela.

EL UNIVERSAL el día del eclipse dedicó sus páginas editoriale­s al fenómeno y era común ver anuncios de empresas aprovechan­do el momento para hacer publicidad relacionad­a con el eclipse.

Eran las 13:45 horas cuando poco a poco el disco lunar comenzó a “cubrir” la luz del sol en la capital. En el centro histórico hubo poca afluencia vehicular y el alumbrado público se prendió automática­mente como cada noche ante la repentina oscuridad. Miles de personas subieron a las azoteas para ser testigos de cómo dos astros tan importante­s se “fundían”.

Ese 11 de julio de 1991, cerca de 20 mil policías orientaron y supervisar­on el tránsito para evitar actos delictivos durante el fenómeno. Los oficiales iban por las calles con megáfonos para recordar a las personas que no vieran el cielo. La rechifla no tardó.

Cuando la oscuridad comenzó a caer en el Centro Histórico, del inmueble del Departamen­to del Distrito Federal y de la Catedral salieron decenas de animalitos voladores que mucha gente identificó como mariposas y otras, como “ratones viejos”, según la crónica publicada por esta casa editorial al día siguiente.

Entre varios pobladores se pensaba que este fenómeno traía consigo mareos, deformidad­es prenatales y campesinos pensaban que dañaría sus cosechas y producción animal.

Las sombras dejaron la Ciudad de México y se trasladaro­n a otras entidades como Oaxaca, Puebla, Hidalgo, Baja California y Nayarit.

En zonas alejadas, como la montaña de Guerrero, las personas se refugiaron en iglesias para rezar por su seguridad; como lo hicieron 21 años atrás, cuando se registró un eclipse parcial y escondiero­n a sus esposas embarazada­s, algunos hasta les pusieron cintas rojas, tijeras o planchas en sus vientres para impedir malformaci­ones fetales.

Pocos minutos después de ver convertido el día en noche, una fuerte tormenta cayó en la zona Metropolit­ana del Estado de México y en Baja California bajó la temperatur­a

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En varios lugares de la capital se regalaban los llamados “visores” de cartón, en forma de lentes o tiras, elaborados con micas especiales para observar el fenómeno astronómic­o de aquel jueves 11 de julio de 1991
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Imagen de avenida Juárez, en la capital, aquel 11 de julio de 1991 a las 13:26, en el momento en que se obscureció totalmente el cielo como si fuera de noche.

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