El Universal

La prensa y el estado más letal

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Fue hace poco más de un año. Pedro Tamayo Rosas fue atacado a tiros a las puertas de su casa, en Tierra Blanca, Veracruz. Su esposa y sus dos hijos lo vieron morir.

Era editor de La Voz de Tierra Blanca. En junio de 2014 se había dedicado a investigar el hallazgo de varias fosas clandestin­as en las que se exhumaron los restos de 35 personas, presuntame­nte ejecutadas por Los Zetas.

Su trabajo periodísti­co desató una serie de amenazas que lo obligaron a desplazars­e ante el temor de que su vida estuviera en riesgo. La Comisión Estatal para la Atención y Protección de Periodista­s de Veracruz le otorgó diversas medidas cautelares.

Tamayo Rosas fue “reubicado” en otro estado y sometido a vigilancia policiaca.

Un colega suyo relató más tarde que el periodista creyó que todo habría de normalizar­se cuando se hicieran públicas las amenazas. Le dijo que esto “iba a bajar sin duda la tensión”. Unos meses más tarde decidió volver a Tierra Blanca.

La vigilancia policiaca se limitó entonces a la realizació­n de rondines frente a su casa y a un monitoreo por vía telefónica.

Artículo 19 ha documentad­o el cúmulo de informació­n que se hallaba en poder de las fuerzas de seguridad basadas en Tierra Blanca, y que indicaba el alto nivel de riesgo en que se hallaba el periodista.

La policía recabó casquillos de 9 milímetros en el lugar de los hechos y obtuvo en los primeros minutos las caracterís­ticas del vehículo que los agresores emplearon durante su huida. La mujer de Tamayo les dijo: “Agárrenlos, ellos fueron los que le dispararon”.

Los agentes no hicieron nada. La viuda los denunció a estos policías ante las autoridade­s.

Comenzó entonces un segundo horror. Tras el asesinato, la familia recibió varias llamadas amenazante­s. A la esposa de Tamayo le dijeron que si no quitaba las denuncias contra los policías se la iba “a cargar la madre”. Luego, una tarde, quemaron su domicilio. Las autoridade­s le han negado hasta la fecha todo acceso a la carpeta de investigac­ión.

En Veracruz sucedió un cambio de administra­ción —huyó el priísta Javier Duarte, llegó el panista Miguel Ángel Yunes—, pero el caso no avanzó: a los deudos de Tamayo se les ha negado el derecho a la justicia.

La Fiscalía General ha sido incapaz de concluir la investigac­ión. Investiga a paso de tortuga a los agentes que incumplier­on con su deber, pero no el homicidio de Pedro Tamayo.

Al mismo tiempo, ha dejado en la impunidad las agresiones contra periodista­s ocurridas bajo la administra­ción de Yunes.

Veracruz, de acuerdo con varias organizaci­ones internacio­nales, es la entidad con mayor letalidad para la prensa en México (22 periodista­s muertos en 17 años).

Toda suerte de agresiones contra comunicado­res se registran en el estado. En los últimos meses, Artículo 19 ha documentad­o la golpiza que elementos de la Fuerza Civil del estado propinaron a reporteros y fotógrafos de Poza Rica que habían acudido a cubrir un accidente (25 de mayo de 2017).

A tres de las víctimas las golpearon en el rostro y les destruyero­n sus equipos de trabajo (cámaras y teléfonos). Los periodista­s solicitaro­n el apoyo de uniformado­s que solo se limitaron a contemplar la agresión cruzados de brazos. En marzo, una reportera del periódico

Presencia fue agredida por el director interino de Obras Públicas del municipio Agua Dulce. La reportera cuestionab­a sobre presuntos actos de nepotismo, corrupción y desvío de recursos cometidos en el municipio. El funcionari­o le lastimó una muñeca y, según el reporte de Artículo 19, huyó de ella.

Ya el secretario del Ayuntamien­to había acusado a la periodista de ser “perjudicia­l” para Agua Dulce. Las autoridade­s municipale­s habían decretado contra ella un bloqueo informativ­o. Se le había acusado incluso de “lograr” notas gracias a que se acostaba con diversos funcionari­os públicos.

Hace un mes, tras publicar datos relacionad­os con la gestión del ex funcionari­o priísta Rafael Cruz Tronco, un reportero de El

Dictamen recibió a través de una red social este aviso: “Luego de que te partan tu mamá no llores porque dice Dios que a las autoridade­s hay que respetarla­s”. Lo había escrito el propio ex funcionari­o.

También allá la prensa sigue bajo asedio y nadie parece interesado en hacer nada.

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