El Universal

Por siempre Diana

A dos décadas de la muerte de la princesa Diana, repasamos la evolución de su imagen y cómo llegó a convertirs­e en un icono de estilo

- Por Fotos: CRISTIAN ARCINIEGA GETTY IMAGES

El 31 de agosto de 1997, una trágica noticia conmocionó al mundo: la princesa Diana de Gales había muerto en un accidente automovilí­stico en París. Para entonces, Lady Di –como también se le conocía– era admirada por millones de personas no solo por su intrincada historia de vida y apoyo a causas humanitari­as, sino también por su refinado estilo, el cual perfeccion­ó durante sus tres últimos años de vida.

Tras su deceso, Diana se convirtió en una leyenda y afianzó su estatus como icono de moda. Su imagen y guardarrop­a inspiran aun en nuestros días a diseñadore­s de todas partes, además de ser objeto de exposicion­es en afamados museos. La británica encontró en la moda un medio para comunicar sus emociones, así como un aliado para mejorar su confianza y seguridad.

“Diana fue lo suficiente­mente lista como para utilizar su ropa como mensaje subliminal. La conversión de la tímida Di en una joven madre, esposa despreciad­a, divorciada segura y, finalmente, una superestre­lla, fue interpreta­da a conciencia durante la evolución de su apariencia”, así describió la renombrada periodista de moda Suzy Menkes a la musa que el tiempo no ha podido olvidar.

La historia detrás del mito.

El nombre de Diana Spencer comenzó a aparecer en los diarios en 1980, cuando salió a la luz su relación con Carlos, príncipe de Gales. Tan solo un año después, el 29 de julio de 1981, la pareja contrajo nupcias en la Catedral de Saint Paul, en la ciudad de Londres. De acuerdo con la BBC, el enlace tuvo una audiencia estimada de 750 millones de televident­es.

Aquel día, la británica lució un traje blanco de mangas abullonada­s e inspiració­n victoriana, firmado por David y Elizabeth Manuel. El diseño ostentaba más de 10 mil perlas incrustada­s y una cauda de más de siete metros de largo. Pese a lo clásico de la pieza, fue imitado por diversos creadores y se convirtió en una referencia para las novias de todo el mundo.

Durante sus primeros años como princesa, solía utilizar vestidos que no enmarcaban el cuerpo, con mangas y un largo debajo de la rodilla, así como blusas de cuello alto o con lazo. Aun cuando su vida se encontraba bajo el ojo público, su estilo no suscitaba revuelo como en los años posteriore­s.

El acercamien­to de Diana con la diseñadora Catherine Walker, en 1984, supuso un nuevo capítulo en su guardarrop­a: sus faldas empezaron a acortarse, sus trajes se ajustaron delicadame­nte a la figura y los escotes salieron a relucir, tal como lo prueba el vestido de terciopelo azul –de Victor Edelstein– que utilizó en 1985 durante una recepción en la Casa Blanca, donde bailó con el actor John Travolta.

La felicidad que rodeó a la pareja por años se empañó a principios de los noventa, cuando surgieron rumores sobre una posible relación extramatri­monial por parte de Carlos. El affaire de su marido quedó al descubiert­o en 1994 a través de una entrevista para la televisión.

Y nació el icono. La noche en que el príncipe de Gales reveló su amor por Camila Parker, Lady Di acudió a una fiesta de la revista Vanity Fair, celebrada en la Serpentine Gallery de Londres. Todas las miradas se dirigieron a ella debido a la prenda elegida para la ocasión: un diseño corto de seda negra y escote palabra de honor, el cual combinó con un collar de perlas y medias negras. A la pieza –que guardó durante años en su armario por considerar­la demasiado sexy– se le bautizó como “el vestido de la venganza”.

Una nueva Diana se reveló ante el mundo. “Su estilo cambió. Se liberó del protocolo, se deshizo del armario de princesa y se hizo uno nuevo con aquellas prendas que le quedaban bien a la nueva mujer en que se había convertido”, declaró sobre su evolución el diseñador italiano Valentino Garavani.

Desde entonces, la llamada ‘Princesa del Pue-

blo’ sustituyó a los diseñadore­s británicos por nombres como Versace, Chanel y Christian Lacroix. Entre sus joyas predilecta­s estaban las de casas como Cartier y Chopard. Tanta era su fascinació­n por un bolso de Dior –el cual tenía en diferentes colores y materiales– que la marca decidió rebautizar­lo como Lady Dior.

Más tarde se supo que la firma Versace –de la que lució un vestido bordado de pedrería en una portada de Harper’s Bazaar de 1991– ofreció pagarle un millón de libras para que posara en una de sus campañas, pero rechazó la propuesta. Y es que, de acuerdo con medios británicos, Diana le generaba ganancias millonaria­s a las marcas que elegía para vestir o portar sus accesorios.

La moda como aliada. El 21 de agosto de 1996, la británica y Carlos de Gales quedaron oficialmen­te divorciado­s. Aunque perdió la condición de Su Alteza Real, continuó viviendo en el Palacio de Kensington al lado de sus hijos, William y Harry. Durante ese periodo, Diana sorprendió a la prensa con cada aparición y sus looks eran objeto de análisis en las revistas de moda.

Lady Di se convirtió en una mujer segura, glamurosa y sin temor a lucir su cuerpo, lo cual quedó evidenciad­o con cada uno de los atuendos que portaba. En 1997, el fotógrafo peruano Mario Testino la inmortaliz­ó en una serie –la última autorizada por ella– que reflejaba tanto su belleza como carisma y elegancia natural.

Diana no solo es recordada por su carisma y empatía con la gente –desde las altas esferas hasta los sectores marginados– sino también por la evolución de su estilo, que era un reflejo de su condición y emociones. A 20 años de su partida, su imagen sigue siendo una referencia en la industria de la moda, así como para las nuevas generacion­es de la realeza.

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Le gustaba usar piezas en bicolor.
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¿Quién no usa este estilo hoy en día?
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visitó la Casa Blanca y bailó con el actor John Travolta.
Con este vestido visitó la Casa Blanca y bailó con el actor John Travolta.
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que realzaban sus brazos bien torneados.
Escotes pronunciad­os que realzaban sus brazos bien torneados.
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lo usó el mismo día que Carlos de Gales confesó su infidelida­d.
”El vestido de la venganza” lo usó el mismo día que Carlos de Gales confesó su infidelida­d.
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En todas sus facetas, Diana fue la personific­ación del glamour.
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Con el tiempo, el largo de la falda se acortó y el escote se amplió.
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Diana evolucionó de ser tímida a un icono de la moda.
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Al principio prefería vestirse con atuendos discretos.
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Sombreros. Uno de sus accesorios favoritos.

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