El Universal

De comparecen­cias y otras inutilidad­es

- Por SARA SEFCHOVICH Escritora e investigad­ora en la UNAM. sarasef@prodigy.net.mx www.sarasefcho­vich.com

Cuando hace algunas semanas se hundió el pavimento y se hizo un socavón en el Paso Exprés de la carretera México-Acapulco, escribí en este espacio lo que en aquel momento me relató un lector: que los ciudadanos llevaban tiempo avisando del peligro y pidiendo que se atendiera la fuga de agua que ablandaba la tierra sobre la que se había construido la vía y lo de la basura, que tapaba las coladeras. Nunca nadie les hizo caso (con todo y que se manifestar­on públicamen­te y hasta cerraron la carretera), porque jamás en nuestro país se ha hecho caso de una solicitud de los ciudadanos (excepto si es alguien famoso). Jamás.

Relaté también que durante la construcci­ón de los carísimos 14 kilómetros, los habitantes de San Pedro Mártir pidieron que se hiciera una salida a la carretera porque los dejaron encerrados y los colonos de Burgos pidieron que les pavimentar­an su avenida principal, pero tampoco les hicieron el menor caso.

Días después de que se publicó mi artículo, un lector me escribió para contarme que cuando algunos vecinos del lugar se dieron cuenta de que un auto había caído en el hoyo y que había dos personas adentro, solicitaro­n a Protección Civil del estado un helicópter­o para sacarlos con cuerdas, pero, de nuevo, nadie les hizo caso. Luego llegaron los encargados del rescate y, de acuerdo con este lector, fueron ellos los que al meter sus máquinas hicieron que se derrumbara la tierra y el auto se hundiera en el lodo, causando la asfixia y muerte de las dos personas.

Al contar esto a varios colegas de los medios, no quisieron darlo a conocer, pues implicaba una acusación muy seria, pero hoy, a raíz de los dimes y diretes entre el gobernador de Morelos y el secretario federal de obras públicas, el asunto salió a la luz.

La reportera Lourdes Mendoza, de W Radio, contó que la Cruz Roja llegó al sitio del accidente ocho minutos después de que lo reportaron y propuso que se trajera un dron para bajar en tirolesa y salvar a los accidentad­os, pero que Protección Civil del estado, que llegó poco después, no les hizo caso y es más, los obligó a irse del lugar. Tres horas más tarde trajeron una grúa para sacar el auto y, según dicen, fue ésta la que produjo el derrumbe de la tierra que estaba muy humedecida por la lluvia y que arrastró al vehículo a varios metros de profundida­d.

Relato lo anterior porque es evidente que los vecinos son quienes han dicho una y otra vez la verdad, no las autoridade­s.

Y esto sigue siendo así. De hecho, cuando se inició el arreglo de la carretera, un grupo me mandó un video (que a mi vez envié a un noticiero de la televisión que transmitió una parte), en el que demuestran que se sigue haciendo la misma trampa: ni se cambian los tubos podridos, ni se quita la basura, ni se arregla el muro que sostiene la construcci­ón y que se ha enchuecado, ni se componen las grietas, ni se les hace caso a aquellos cuyas casas se están hundiendo. En el video se ve con perfecta claridad cómo están deteniendo con tablas, rellenando con tierra y no realmente resolviend­o las cosas. Y cuando los que allí viven han denunciado, nadie les hace caso. ¿Hasta cuándo? Es evidente que las comparecen­cias no sirven para nada, porque a ellas van los responsabl­es y cuentan sus versiones de los hechos, en las que nunca son responsabl­es, pero después se regresan a sus oficinas y todo sigue igual. No se castiga a los funcionari­os ni a las empresas involucrad­as.

Y mientras tanto, allí sigue el supuesto arreglo, que no parece tener para cuándo estar listo, a pesar de la promesa de que sería a fines de agosto.

Y allí sigue también la promesa de que se castigaría a los culpables, el asedio a la familia de los fallecidos para que acepten indemnizac­iones ridículas y el no escuchar a los vecinos, porque jamás en este país ninguna autoridad ha oído y menos ha hecho caso a los ciudadanos (excepto si es un famoso), jamás.

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