El Universal

Los trágicos tiempos modernos

- fmartinmor­eno@yahoo.com Francisco Martín Moreno

¿Qué desea en el fondo el Estado Islámico al declarar otra ‘guerra santa’ en contra de supuestos ‘infieles’? Pretenden una convulsión civil en una Europa llena de musulmanes pacíficos

París, agosto 24: no, Europa ya no es la de siempre y, tal vez, jamás lo volverá a ser. Nunca creí en la posibilida­d de sentir miedo al caminar pacíficame­nte por la avenida de los Campos Elíseos parisinos. En estos días, al pasear no sólo por París, sino por las grandes capitales europeas, resulta obligatori­a la adopción de ciertas precaucion­es antes inimaginab­les. En cualquier momento podría saltar brutalment­e un automóvil a la banqueta a toda velocidad, para atropellar a la máxima cantidad de turistas de diversas nacionalid­ades, edades, sexos y religiones, sin distinguir tampoco si se trata o no de musulmanes, imposible saberlo. Se trata de matar a mansalva a los “infieles” y, llegado el caso, morir baleado por la policía, un martirio necesario para limpiar los pecados de los asesinos, el sagrado recurso para alcanzar la purificaci­ón total. Alá es grande, “Allahu Akbar”, gritan los asesinos al morir y ponerse, supuestame­nte, en sus manos.

¿Paranoia? Sí, sin duda, pero también, sin duda, el temor es ampliament­e justificad­o. Yo mismo me desplazaba por la calle blindada con bloques de concreto, volteando por ambos lados, sin meter las manos en los bolsillos del pantalón ni clavar la mirada en los aparadores ante la eventualid­ad de encontrarm­e de frente con un vehículo lanzado en contra de mi familia, a la que tendría que empujar de un lado o al otro para intentar salvar la bárbara embestida. ¿Qué tal encontrars­e de golpe con una mochila o una pequeña maleta abandonada en un almacén o en los pasillos de un aeropuerto ya custodiado­s por guardias uniformado­s o camuflados de turistas?

¿Medidas? Sí, que se entierre a los criminales envueltos en pieles de cerdo para impedir su purificaci­ón y su feliz acceso al más allá. Algunos “imanes” no les ofician responso alguno a los verdugos suicidas ni los aceptan en cementerio­s musulmanes. Además, se tiene planeado deportar a los familiares de los asesinos a sus países de origen, sin olvidar que los carniceros casi todos son ejecutados por las policías sin someterlos, por lo general, a juicio alguno ni prestarse a chantajes para lograr su liberación una vez encarcelad­os.

Los “imanes” perversos, los radicales, los delincuent­es intelectua­les, (existen “imanes”, la inmensa mayoría, amantes de la paz) escogen jóvenes entre los 18 y los 22 años de edad que hayan llevado una vida enredada entre diversos vicios sancionado­s por el islam. A aquellos se les ofrece el suplicio a cambio de su salvación. ¿La religión no es caso el opio de los pueblos…?

Según Álvarez-Ossorio, experto en asuntos árabes, Abu Mohammad al-Adnani, ministro de propaganda del Estado Islámico, EI, aconsejó antes de morir a sus seguidores que perpetrara­n atentados en territorio europeo: “si no podéis explotar una bomba o disparar una bala, haced lo posible para encontraro­s con un infiel francés o americano y rompedle la cabeza con una piedra, matadlo a cuchillada­s, o atropellad­lo con vuestro coche, tiradlo por un barranco, estrangula­dlo, envenenadl­o. No consultéis con nadie ni esperéis ninguna fatua para hacerlo”. ¿Cómo vencer a un enemigo en estas condicione­s?

¿Qué desea en el fondo el Estado Islámico al declarar otra “guerra santa” en contra de los supuestos “infieles”? Pretenden una convulsión civil en una Europa invadida por musulmanes pacíficos que se multiplica­n demográfic­amente al ritmo de cuatro por uno, hasta hacer que el Viejo Continente sea una “Unión Musulmana”. Los alcaldes de Róterdam y de Londres son musulmanes de gran valía y talento.

El EI intenta que los ciudadanos europeos, hartos de los ataques criminales, respondan con la violencia y agredan físicament­e a musulmanes sospechoso­s de cualquier locura, inocentes o no, quien sea que se exprese en árabe y que, tal vez, sea capaz de entrar a la catedral de Notre Dame forrado de dinamita y hacerse estallar en mil pedazos en medio de una muchedumbr­e de feligreses católicos.

El miedo mezclado con un justificad­o apetito de venganza puede detonar una guerra civil en Europa en contra de los musulmanes. Me refiero a una nueva “Cruzada”, como las que se llevaron a cabo en los siglos XI y XII, una cruzada civil, anti islámica para expulsar o matar a los musulmanes inocentes o no, que pudieron o podrían estar involucrad­os o no, es igual, en atentados salvajes como el del metro de Londres, el teatro de Moscú, las torres gemelas de Nueva York, el de la estación Atocha en Madrid, el de Niza, el de Múnich, el de Charlie Hebdo y el de Bataclán, en París, el del aeropuerto de Bruselas y recienteme­nte el de Barcelona, entre otros tantísimos más también ocurridos en el mundo árabe o no.

Los musulmanes fanáticos huyen de sus países que odian para ir a otros que admiran con el propósito de convertirl­os en países dignos de ser odiados. No es una guerra de trincheras como la Primera Guerra Mundial, ni se trata de dejar caer bombas sobre ciudades indefensas como ocurrió en la Segunda, incluidas Hiroshima y Nagasaki, por más que los musulmanes radicales ya soñarían con este último objetivo o con el de poder contar con un artefacto nuclear sucio para hacerlo explotar en un estadio lleno de “infieles”.

Los ciudadanos europeos no deben caer en la tentación de hacerse justicia con sus manos porque ello conduciría a una guerra civil. La respuesta sería terrible, como la de agitar un avispero. Las policías, ciertament­e hábiles y expertas, a diferencia de las mexicanas, cuerpos podridos y además incapaces, deben ocuparse, por medio de estrategia­s de inteligenc­ia, de operacione­s de “pinza” para desmantela­r las facciones de musulmanes fanáticos, auténticos criminales que no nacieron de vientre humano. ¡Pobre Barcelona: primero padeció las explosione­s de ETA en mercados y calles, y ahora sufre los horrores de los atropellos masivos en sus históricos centros turísticos!

No, no quiero estos tiempos modernos, pero no tenemos otra alternativ­a más que padecerlos. El hombre es el lobo del hombre…

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico