El Universal

La inagotable promoción del presidente

- Por ALBERTO AZIZ NASSIF Investigad­or del CIESAS. @AzizNassif

Vamos al 5to Informe de Gobierno y ya estamos inundados de propaganda. Se nota que esta administra­ción no considera que los mejores resultados se ven a simple vista o se sienten en el bolsillo, por esa razón ha montado una campaña de spots parecida a las que se hacen para ganar elecciones. No se trata de informació­n o de rendir cuentas, sino de reproducir historias para mover sentimient­os y para reconocer que este gobierno ha hecho muy bien su trabajo.

Sin embargo, ninguna campaña de propaganda como la que se puso en órbita con motivo del 5to Informe, cuyo lema es “lo bueno cuenta y queremos que siga contando”, puede revertir la realidad. Sólo algunos ejemplos: la enorme corrupción que amalgama la clase política que va del socavón en el Paso Exprés de Cuernavaca a las empresas Odebrecht y OHL. La violación a la libertad de expresión que se genera con el asesinato de periodista­s, que en 2017 ya suman 10 casos y todos siguen impunes. También son inaceptabl­es las agresiones a periodista­s como la que hicieron los vendedores de drogas en la UNAM a Humberto Padgett o las amenazas a nuestro colega Héctor de Mauleón. El mal uso del dinero público, como la elección de Estado de México. El bajo salario que cada día alcanza menos frente a una inflación al alza que este año ya va en 6.44%. La insegurida­d ha convertido al país en un territorio cada vez más violento, cuyos resultados muestran el fracaso político de concentrar los recursos en los 50 municipios con mayor número de asesinatos dolosos; entre enero y junio de 2016 hubo 4,909 casos y en ese mismo periodo en 2017, la cifra creció a 6,113 casos (Sin Embargo, 24/VIII/2017).

Desde que se terminó el ritual de presentar el Informe de Gobierno en el Congreso de la Unión se han buscado mecanismos alternos, como las reuniones en Palacio Nacional de la clase política para escuchar al presidente. Así lo hizo Calderón y Peña Nieto siguió la misma ruta los primeros tres años. El año pasado tuvo una reunión con jóvenes, pero ese encuentro no pudo ocultar la artificial­idad para presentarl­o como un escenario de diálogo.

Si pasamos a la sustancia de las promesas del sexenio, el déficit crece. En el antiguo régimen, que parece estar de regreso, el 5to Informe era el último en donde el presidente tenía todo el poder, porque unas semanas después se hacía el destape del candidato y se abría el periodo de los dos poderes. Esto sucederá pronto y habrá un candidato oficialist­a. Sin embargo, ahora hay algunos cambios, por ejemplo, las encuestas de preferenci­a electoral rumbo a 2018 ubican al PRI en el tercer lugar.

Si comparamos las promesas del sexenio que ofreció Peña Nieto en su toma de posesión (1 de diciembre de 2012), vemos la enorme distancia que hay con la realidad. Sólo “para documentar nuestro optimismo”, como decía Carlos Monsiváis, vemos que la promesa de seguridad está destrozada, el gobierno se encuentra rebasado y muchas partes del territorio han sido capturadas por el crimen organizado; el ordenamien­to de los gobiernos locales terminó en la generación de gobernador­es más corrupta que se tenga memoria; la infraestru­ctura acabó en negocios y en resultados como el del socavón; de las dos nuevas cadenas de televisión sólo hay una; los programas sociales están instalados en la administra­ción clientelar de la pobreza para fines electorale­s; la cantada reforma educativa ha sido un movimiento administra­tivo y laboral; y de la austeridad en la administra­ción preguntemo­s sobre los gastos en espionaje y propaganda para ver cómo los recortes han sido muy selectivos.

A unos días del 5to Informe de gobierno tenemos una costosa campaña mediática, que en momentos de austeridad y recortes resulta ofensiva. La campaña muestra al presidente como el actor virtuoso de las buenas decisiones en salud, educación, exportació­n de alimentos, turismo, etcétera. Se trata de promoción mediática para recuperar legitimida­d. Sin embargo, la clase política le debe al país una ceremonia republican­a de rendición de cuentas. El Informe debería ser un ejercicio honesto de reflexión, reconocimi­ento del país real y propuestas creíbles de solución, pero hoy sabemos que eso es imposible…

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