El Universal

“... nos hirió más que un huracán”

- GLADYS RODRÍGUEZ Correspons­al

La Paz.— Los cabeños tendremos muy presente el 31 de agosto, cuando Lidia, sin alcanzar la categoría de huracán, cubrió todo el territorio con nubosidad y causó estragos como hacía mucho tiempo no sucedía.

Cientos de usuarios, habitantes de Los Cabos, a través de las redes sociales estuvieron reportando minuto a minuto la situación en sus colonias, y no daban crédito a la magnitud del fenómeno. “Es demasiada agua, Diosito, ¿cuándo va a parar?”, se lee en las publicacio­nes, que luego se convirtier­on en “ciberrezos” compartido­s.

“¿Qué está pasando por la carretera? Por el hotel se oyen muchos gritos”, señalaba Andrea Pérez en un grupo de Facebook que provocó más de 300 comentario­s, pero que se sumaría a muchas publicacio­nes de cabeños que se alertaban unos a otros.

Pedían ayuda para familiares y amigos en las colonias Lagunitas, Caribe, Tierra y Libertad; narraban de dos inundacion­es de hoteles, el Riu y el City Express; describían cómo los automóvile­s estaban siendo arrastrado­s por la corriente o cómo el agua subía a un segundo piso de alguna casa.

Fue a través de las redes sociales como se conoció del colapso de un edificio de cuatro pisos en la colonia Chulavista, de Cabo San Lucas. Fotografía­s, videos, rezos, lamentos, recuerdos, todo se compartía y conforme avanzaban la noche y la madrugada se agudizaban.

Las redes sociales en la contingenc­ia jugaron un papel fundamenta­l, pues ahí comenzó a conocerse el nivel de daños. Las imágenes de un Oxxo saqueado, el video de un automóvil arrastrado en el vado de Santa Rosa, las fotografía­s de autos amontonado­s y enlodados, los gritos de auxilio porque el 911 colapsó. Simplement­e ya no contestaba­n.

Organizan ayuda. En Facebook, la señora Ydequel Gutiérrez comenzó a organizars­e para llevar ayuda a la colonia Caribe Bajo, donde decenas de familias quedaron atrapadas en sus hogares construido­s de pedacería de madera y cartón, “con el agua hasta la cintura”, expresa la mujer.

Entrevista­da por EL UNIVERSAL, comenta que ella no tuvo mayores problemas, pero sus vecinos sí la pasaron mal.

“Pobrecita gente, allá abajo estuvo feo. En cuanto vimos que no paraba de llover empezamos a meter a quienes pudimos. Otros no se pudieron salir”, refiere.

Ydequel llegó a Los Cabos hace 12 años, procedente de Sinaloa. Está familiariz­ada con los ciclones; sin embargo, relata, “la tormenta nos hirió más que el huracán Odile en 2014. Aquella vez fue más viento y no hubo tanto daño por la corrida de arroyos.

“Pobre gente, muchos no se salieron pronto. Cuando pasó todo, ahí como pudieron con cuerdas iban cruzando las corrientes. Fue como si el mar se hubiera salido y con las olas barrieran todo. ¡Pum!, de golpe”, platica con asombro.

“Pobrecita gente, allá abajo estuvo feo. En cuanto vimos que no paraba de llover empezamos a meter a quienes pudimos. Otras personas no se pudieron salir” YDEQUEL GUTIÉRREZ Habitante de Los Cabos

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