El Universal

Hubert Martínez, el poeta que da voz a su pueblo en mè phaa

Presentó su libro Las sombrerera­s de Tsítsídiin, poemario sobre la trata de mujeres indígenas

- ARTURO DE DIOS PALMA Y YANET AGUILAR — cultura@eluniverss­al.com.mx

Acatepec. Guerrero. —Hubert Martínez Calleja, indígena mè phaa, escribe poesía para desterrar el silencio de su pueblo, para darle voz, ojos y rostro a lo que ahí pasa y casi nadie ve, pues todo ocurre en un lugar muy apartado: la Montaña de Guerrero.

Sus poemas trasladan a las historias y vida cotidiana de su pueblo, Zilacayota, municipio de Acatepec. El día a día de sus pobladores, su alegría de Tlacuache borracho, pero también a la travesía que representa tener un médico a siete horas; a la niña que es vendida para prostituir­la, al hombre que sale a buscar trabajo de jornalero. A cuando llegan los sicarios y se llevan a los niños y le siembran en las manos los Ak-47, la muerte.

Zilacayota está en un recodo de la Montaña de Guerrero. Es un poblado como otros de la región: donde todo falta, donde la vida siempre pone límites. Donde la resistenci­a es palabra clave para la sobreviven­cia. Donde se vive sin caminos ni centros de salud, ni escuelas dignas ni agua potable. Donde los piquetes de alacrán o una diarrea aún son letales.

Zilacayota y la Montaña de Guerrero son lugares donde el machismo, la venta de mujeres, el alcoholism­o, la pobreza y el hambre están encarnados, donde a hombres, mujeres, ancianos y niños todavía les duele el estómago por tenerlo vacío. Lugar donde la injustica se encaramó hace siglos; donde los militares violan a las mujeres, donde las mineras quieren apoderarse de los bosques, del oro, de la plata, donde el narco quiere controlar la amapola.

Hubert no ha ignorado nada de eso, sabe que es necesario nombrarlo, porque si no se nombra no existe. Sabe que es necesario mantener viva la lengua mè phaa, porque es la identidad de su pueblo, y ha encontrado que la poesía es la herramient­a para contar desde adentro lo que ahí pasa.

Eso le quedó claro hace un par de años cuando se reunió con mujeres de una cooperativ­a del pueblo indígena de Sutiava, en Nicaragua. Llegó allí por una investigac­ión académica cuando estudiaba Filosofía y Letras en la Universida­d Autónoma de Guerrero. Cuando entró a la maestría de Estudios Latinoamer­icanos de la UNAM decidió investigar los orígenes históricos de su pueblo.

Es consciente del riesgo que corren las lenguas originaria­s de desaparece­r. Sabe que afuera de los pueblos la vida es distinta, que la discrimina­ción por no hablar español es una realidad cotidiana, que la educación no permite a los indígenas pensar como indígenas, sino como mestizos. Sabe que el mè phaa, al no ser una lengua hegemónica, no podrá incluirse en la globalizac­ión.

Conoce su pueblo: la violencia generada por el narcotráfi­co, la violencia política contra los que piensan distinto. Ha sido testigo de la militariza­ción: “Como la mayoría de los niños de la Montaña, yo también fui testigo del paramilita­rismo y la militariza­ción… Eso está presente y cuando intentas expresarlo va saliendo, porque siempre te vas a remitir a sentimient­os de cómo construist­e tu identidad. Y tu identidad está plagada de estas situacione­s”.

Esas historias se las contaron sus abuelos, sus padres, sus tíos. Las escuchó en las tardes cuando regresaban del trabajo. En la secundaria sintió la necesidad de escribirla­s y encontró la poesía como la mejor herramient­a. Escribió cientos de poemas que perdió con las mudanzas, cuando murió su abuela recopiló los poemas que tenía y armó un libro en su honor que nombró Gòn natse (Luna que amanece). En los poemas contó los consejos de su abuela y la forma en que ella veía la vida. El libro no se imprimió, también lo perdió.

Tras su regreso de Nicaragua, Hubert ha sido más cuidadoso, ha publicado un libro, Xtàmbaa, y espera publicar otro. Ya comenzó a cosechar frutos. El año pasado obtuvo el Primer Premio a la Creación Literaria en Lenguas Originaria­s Cenzontle 2016 con Cicatriz que mira y hace unos días ganó el quinto Premio de Literatura­s Indígenas de América 2017 por Las sombrerera­s de Tsítsídiin, un libro conformado por 50 poemas y escrito como una narración con diferentes voces. “Es un sólo poema, pero con distintas piezas; con personajes que van contando la historia”.

“Este libro relata la historia de las mujeres; en realidad es sobre la situación de la mujer, porque los pueblos indígenas son los más vulnerable­s frente a toda la red criminal que existe en el país, y las mujeres son las primeras que son atacadas, que son agredidas, también sexualment­e, ese es un tema complicado porque hay toda una estructura de violencia. Este poemario aborda el tema de la trata de mujeres indígenas, uno de los graves problemas del país”, dice. El poeta presentó ayer Las sombrerera­s de Tsítsídiin en el Museo Nacional de Culturas Populares de la Ciudad de México, junto con la poeta juchiteca Rocío González y el trovador guerrerens­e Balam Grandeño.

“Los pueblos indígenas son los más vulnerable­s frente a toda la red criminal que existe en el país, y las mujeres son las primeras que son atacadas, agredidas” HUBERT MARTÍNEZ CALLEJA Poeta indígena

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Hubert Martínez Calleja traslada a poemas las historias y las situacione­s de la vida cotidiana de su pueblo, Zilacayota, Guerrero.

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