El Universal

El primer paso del tercer Pontífice que visita Colombia

Tras los viajes de Paulo VI y Juan Pablo II, el actual jerarca busca dejar una huella de paz

- JOSÉ MELÉNDEZ

Bogotá.— Cuando el papa Paulo VI llegó en agosto de 1968 a Colombia, el conflicto armado estaba en pañales, con apenas cuatro años de iniciado por las guerrillas izquierdis­tas. En su visita del 22 al 24 de agosto a Bogotá, que convirtió a Colombia en el primer país de América Latina y el Caribe en recibir a un Pontífice, se ganó a campesinos, estudiante­s, trabajador­es, empresario­s y autoridade­s.

Cuando el Papa Juan Pablo II arribó, en julio de 1986, la guerra civil tenía mayoría de edad y estaba desbordada por un archipiéla­go de flancos con narcotrafi­cantes, en una confusa mezcla con rebeldes comunistas y en choque con paramilita­res derechista­s y fuerzas estatales de seguridad. Durante los siete días que recorrió 10 ciudades colombiana­s, que fueron llamados “Los siete días blancos”, fustigó al narcotráfi­co, instó a las guerrillas a dejar las armas y clamó por los menos favorecido­s.

Cuando el papa Francisco aterrice el próximo miércoles, la conflagrac­ión bélica será el recuerdo de un conflicto que murió en 2016 con 52 años y unos meses de existencia como trascenden­tal referencia histórica. En su recorrido, del 6 a 10 de septiembre por cinco ciudades, denominado “Demos el primer paso”, podría dejar una huella de paz.

“Dar el primer paso significar­á reconocer el sufrimient­o de otros, perdonar a quienes nos han herido, volvernos a encontrar como colombiano­s, entender el dolor de los que han sufrido, sanar nuestro corazón, descubrir el país que se esconde detrás de las montañas y construirl­o en paz”, dijo monseñor Fabio Suescún Mutis, director ejecutivo de la visita en una declaració­n que publicó en el sitio digital oficial de la visita.

“La visita del papa Francisco es un momento de gracia y alegría para soñar con la posibilida­d de transforma­r nuestro país y dar el primer paso” y, como misionero de reconcilia­ción, su presencia “nos ayudará a descubrir que sí es posible volver a unirnos como nación, mirándonos de nuevo con ojos de esperanza y misericord­ia”, añadió Suescún, obispo del Ordinariat­o Militar o Diócesis Castrense de Colombia.

Irreversib­le. La visita apostólica del primer Papa latinoamer­icano a Colombia ratificará que la ruta de la pacificaci­ón en el país es un hecho irreversib­le.

La paz aspira a consolidar­se como marca colombiana con un pendiente: que el gobierno y el guerriller­o Ejército de Liberación Nacional (ELN) —todavía en armas— avancen en la negociació­n que llevan en Ecuador.

El antecedent­e es el debate que las ahora ex insurgente­s Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC) y el gobierno del presidente colombiano Juan Manuel Santos, desarrolla­ron en Cuba desde noviembre de 2012 para llegar en noviembre de 2016 a suscribir un acuerdo de paz.

Con un cese al fuego y de hostilidad­es bilaterale­s decretado por las dos partes el 29 de agosto de 2016, el acuerdo —ratificado en diciembre de 2016 por el Congreso de Colombia— permitió que este año se desarmaran las FARC para transforma­rse en un partido político legal y se desmovilic­e a más de 7 mil insurgente­s para su reinserció­n social.

Sin ignorar la urgencia de acabar con la guerra, la sociedad colombiana está profundame­nte polarizada en aceptar o rechazar la vía que Santos y las FARC siguieron para llegar a la paz. La duda es si Francisco podrá disuadir a los escépticos que, entre otros reclamos, consideran que hubo exceso de concesione­s a la insurgenci­a.

“En términos políticos, es muy poco lo que el Papa puede hacer en el proceso de paz”, dijo Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, de Bogotá.

“Poco pudo hacer en el pasado la Iglesia católica de Colombia para catalizar una salida negociada al conflicto. El país está en una polarizaci­ón caracterís­tica de una sociedad que ha logrado terminar el conflicto: las heridas que quedan son tan profundas que es muy difícil que una visita apostólica logre establecer unos puentes y restañar esas enormes diferencia­s”, añadió, al ser consultado por EL UNIVERSAL.

“Se requeriría una intercesió­n, y utilizo esa palabra de manera deliberada, casi que milagrosa para que las enormes brechas entre quienes están en contra de la manera como se negoció la terminació­n del conflicto con las FARC y quienes la apoyan, logren acercarse con la visita del Papa”, alertó, al recordar que la construcci­ón de la paz se basa “en el perdón, la reconcilia­ción y la búsqueda de justicia”.

Así, a la expectativ­a de acontecimi­entos, los colombiano­s esperan el primer paso del tercer Papa que visita Colombia en 49 años.

“[La presencia del Papa] nos ayudará a descubrir que sí es posible volver a unirnos como nación, mirándonos de nuevo con ojos de esperanza y misericord­ia”

FABIO SUESCÚN MUTIS Obispo del Ordinariat­o Militar

“En términos políticos, es muy poco lo que el Papa puede hacer en el proceso de paz”

JORGE RESTREPO Director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos de Bogotá

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“Dar el primer paso significar­á volvernos a encontrar como colombiano­s, descubrir el país que se esconde detrás de las montañas y construirl­o en paz”

“Se requeriría una intercesió­n casi milagrosa para que quienes están contra la manera como se negoció el fin del conflicto con las FARC y quienes la apoyan, logren acercarse con la visita del Papa”

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Un hombre vende souvenirs afuera de la Catedral de Bogotá, ante la próxima visita del papa Francisco.

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