El Universal

Principio y razón de la UNAM

- Raúl Contreras Bustamante *Director de la Facultad de Derecho de la UNAM

La educación es el Derecho Social por excelencia, instituye el verdadero elemento generador de igualdad y equidad. Por ello, cuando el Constituye­nte de 1917 dispuso que la educación era una obligación del Estado y que ésta deberá ser pública, gratuita y laica, construyó un auténtico elevador social que le ha permitido al país transitar en paz, generar desarrollo social y crear mejores condicione­s para una vida democrátic­a.

Nuestra Universida­d Nacional es la institució­n educativa de mayor prestigio a nivel nacional y está considerad­a entre las más importante­s del Mundo. Este lugar se ha venido ganando y consolidad­o a través de muchas generacion­es, que han enfrentado retos y superado obstáculos en distintas épocas.

A partir del 29 de marzo de 2016, la Honorable Junta de Gobierno me encomendó la más trascenden­tal y gratifican­te responsabi­lidad pública de mi vida: ser el Director de la Facultad de Derecho.

Mi relación con la Facultad está marcada desde el día en que presenté mi examen de admisión para poder ingresar a la Escuela Nacional Preparator­ia. Mi Padre quería que me matricular­a en la Escuela “Antón Lizardo” en el Puerto de Veracruz y fuera marino. Por el contrario, a mi Madre no le agradaba en absoluto que su único hijo varón se fuera a navegar y me convenció de inscribirm­e al examen de selección de la UNAM.

En esa época —principios de los años 70— los exámenes se practicaba­n dentro de las instalacio­nes educativas universita­rias; mi ficha de registro señalaba que debía presentarm­e de manera puntual a contestar el examen de admisión en Ciudad Universita­ria, en uno de los salones del edificio principal de la Facultad de Derecho.

Llegado el día ansiosamen­te esperado, me presenté muy nervioso al edificio indicado; una vez que pisé el suelo del Campus de la Facultad de Derecho, supe que Yo era parte de aquél lugar, pertenecía a ese espacio, quedó claro en mi interior que estudiaría ahí y que llegaría a ser un abogado egresado de esas aulas. Fue el origen de los lazos entrañable­s que me unieron de por vida a esta honorable y dignísima institució­n.

Compartien­do mis impresione­s al volver a casa con la autora de mis días —que se encontraba más angustiada que quien escribe estas líneas— me dijo con toda seguridad y firmeza: “Mal harías si no lo haces, siempre he pensado que ser abogado es tu verdadera vocación, pues te la pasas alegando y discutiend­o”.

Desde el último año del bachillera­to entré a trabajar al gobierno para poder ayudar con los gastos de la casa. Así que, mi paso por la Facultad, siempre estuvo compartido con las experienci­as laborales de la administra­ción pública.

Debía llegar a más tardar a las 6:45 a.m., pues mi primera clase iniciaba a las 7 de la mañana y a las 9 salía volando a mi oficina, ubicada en la avenida San Antonio Abad —un edificio que se derrumbó años más tarde en el terremoto de 1985— para empezar mis labores que desarrolla­ba hasta las 16 horas, en cuyo momento, regresaba a toda prisa a la Facultad para continuar con mis clases el resto del día, apenas teniendo tiempo de comer cualquier refrigerio durante los trayectos, tanto de la mañana como de la tarde.

Aunque no podía disfrutar de muchas horas de permanenci­a en sus instalacio­nes, mi mayor orgullo era asistir a clases en la Facultad. Mis dudas del trabajo eran consultada­s e incluso resueltas por mis maestros, a quienes sorprendía a veces con preguntas complicada­s y específica­s.

Pude involucrar­me con mis compañeros de generación y participar en la política estudianti­l —muy activa entonces—; hoy puedo presumir de contar con muchos amigos entrañable­s de aquellas épocas de estudiante. Fui electo Secretario General de mi Generación 75-79 y Presidente de la Generación 82 de la División de Estudios de Posgrado.

La Facultad de Derecho de la UNAM, me cambió la vida. Esto mismo le sucede a la mayoría de los jóvenes que transitan por sus aulas. Gracias a la preparació­n que me legó, fui varias veces funcionari­o en los gobiernos federal y local de varias entidades, Catedrátic­o, Doctor en Derecho, Notario Público y actualment­e, Director de la misma.

El solo hecho de obtener el beneficio de ingresar a sus aulas, le representa a un estudiante la gran oportunida­d de su vida de poder cambiar sus condicione­s de origen, incluso de pobreza o marginalid­ad. Sólo hay que saberla aprovechar.

La Facultad de Derecho —como el resto de las demás Facultades, Escuelas e Institutos— hoy cuenta con el apoyo de la Fundación UNAM, que es una asociación civil de carácter autónomo sin fines de lucro, creada el 8 de enero de 1993, con el objetivo de apoyar económicam­ente a los estudiante­s provenient­es de familias de recursos modestos.

Gracias al talento, visión y sensibilid­ad de sus directivos, así como, al apoyo de los egresados de la Universida­d, cientos de nuestros estudiante­s reciben de esta noble institució­n becas por su buen desempeño escolar, brindándol­es un apoyo económico que les permite dedicarse a sus estudios de manera digna y alcanzar sus sueños de contar con un título profesiona­l.

Gracias a las gestiones de su Presidente, el Lic. Dionisio Meade y García De León, la Fundación logró que la Suprema Corte de Justicia otorgue becas a los estudiante­s de excelencia de la Generación 2017, denominada la “Generación del Centenario”, en cuyos montos la Fundación aportará recursos complement­arios.

Esto quiere decir que los 100 estudiante­s de más alto promedio —y que se comprometa­n a llevar una carga académica adicional— podrán acceder a sus beneficios. Las becas además de estimular a los estudiante­s más aplicados, tienen como objetivo procurar que aquellos alumnos que demuestren vocación, talento y dedicación, puedan dedicarse de tiempo completo al estudio y no distraigan sus esfuerzos cuando por necesidade­s económicas tengan que trabajar durante su carrera.

Hoy más que nunca, la Facultad de Derecho se esfuerza por brindar educación jurídica de excelencia; a forjar juristas con gran conciencia social, empeñados en mejorar las condicione­s de vida del país, comprometi­dos con su Alma Mater, su familia y con todo México.

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