El Universal

Deja semilla de reconcilia­ción en una sociedad polarizada

- José Meléndez “La paz es un trabajo que tenemos que hacer todos los colombiano­s”

Si todos los colombiano­s —políticos, civiles, ex guerriller­os, ex paramilita­res, militares, policías, religiosos, empresario­s, trabajador­es, lisiados, víctimas de guerra, enfermos, personas con discapacid­ad, refugiados, desplazado­s por la violencia, ex rehenes, secuestrad­ores, narcotrafi­cantes, delincuent­es, drogadicto­s, regenerado­s, artistas, mujeres, hombres, ancianos, niños, niñas y jóvenes— cumplen a cabalidad con la tarea que el papa Francisco les dejó, una mejor Colombia… es posible.

El Pontífice educador comprendió la profunda división de este país por el acuerdo de paz suscrito en noviembre de 2016 por las ahora ex insurgente­s Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC) y el gobierno colombiano para poner fin a una guerra que se prolongó por más de 52 años.

Tras una gira que hizo bajo el lema “Demos el primer paso”, un reto a los colombiano­s a caminar hacia nuevas rutas, Francisco les encomendó una serie de deberes a partir de la “cultura del encuentro” y del perdón.

“La paz no es un acuerdo en un papel entre dos partes. Es un trabajo que tenemos que hacer todos los colombiano­s sin excluir a nadie”, dijo la colombiana Paula Gaviria Betancur, Consejera Presidenci­al para los Derechos Humanos de Colombia. “El Papa vino a Colombia a elevar la conciencia de todos los colombiano­s”, afirmó, en una entrevista con EL UNIVERSAL.

“El Papa nos deja un mensaje de unión entre todos los colombiano­s, buenos y malos, amigos y enemigos, víctimas y victimario­s. La cultura del encuentro es para encontrarn­os no entre iguales, sino entre diferentes. Dice que la construcci­ón y la reconcilia­ción de Colombia es una tarea de todos”, puntualizó.

Más que rechazar el fin de la guerra, influyente­s sectores colombiano­s reclamaron que el gobierno se excedió en las concesione­s políticas, judiciales y socioeconó­micas a las FARC, desatendió a las víctimas, cedió impunidad a la guerrilla y se abusó en los beneficios para los ex rebeldes, entre otros reproches.

En este contexto, ¿pasó algo en Colombia en la visita papal, del pasado miércoles a ayer, que doblegue las fuertes resistenci­as internas a la forma como se alcanzó la paz? ¿Cayó en tierra fértil la semilla lanzada por Francisco de cultura del encuentro?

“Claro que sí. Era la semilla que nos faltaba”, dijo el colombiano Jorge Restrepo, director del (no estatal) Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, de Bogotá. “La semilla llega en momento propicio a una nación con una enorme necesidad de poder sembrar un liderazgo efectivo, con adecuado propósito moral y ético, en una sociedad dividida en la que los grupos están tan lejos que la polarizaci­ón es la norma”, explicó a este diario.

El mensaje, añadió, es “establecer puentes donde no existen, buscar perdón donde parece imposible y verdad donde sólo hay miradas extrañas y alejadas una de otra. Solamente podía provenir del Papa”.

El Pontífice ya regresó a Roma y dejó una tarea a los más de 49 millones de colombiano­s. ¿La harán a cabalidad?

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