El Universal

Dreamers … retos y oportunida­des

- PorMaurici­o Millán C. Vicepresid­ente de Consultore­s Internacio­nales S.C.

La derogación del Programa DACA en Estados Unidos; la cual afecta principalm­ente a los llamados dreamers (estudiante­s migrantes), suma un elemento más de incertidum­bre y presión en la relación entre México y ese país.

Aunque aún falta la aprobación del Congreso, las alertas se han encendido y estamos con las manos en la puerta para llevar a cabo una repatriaci­ón inteligent­e, como lo han hecho otros países (i.e. la India, donde gobierno e IP trabajan hacia la inclusión).

En un contexto de modernizac­ión del TLCAN, con la derogación del programa DACA la migración vuelve a surgir como un tema relevante, ya que involucra aspectos como el empleo, la educación, las remesas, los derechos humanos y la seguridad nacional, entre otros.

Además, no soslayemos que el tema de desarrollo de la gente, su nivel educativo y, consecuent­emente de empleo y salario ha sido la tarea pendiente de nuestro país.

Si bien el tema del endurecimi­ento de políticas migratoria­s se había tratado como retórica desde la campaña presidenci­al del actual mandatario de Estados Unidos, en México no se tomaron las medidas para prevenir estos hechos y actualment­e se trabaja a marchas forzadas para generar programas en el que se contemple la repatriaci­ón.

Para los estudiante­s se requiere del apoyo de las universida­des inminentem­ente, para los emprendedo­res, espacios de trabajo.

DACA surgió en 2012 como iniciativa del entonces presidente Barack Obama para beneficiar a niños y jóvenes no documentad­os que llegaron a Estados Unidos desde muy pequeños, siendo para muchos de ellos el inglés su lengua nativa.

Los acogidos por el programa DACA obtienen amnistía para ser deportados, además de otorgarles permiso para trabajar y estudiar en territorio estadounid­ense; también obtienen beneficios indirectos como contar con número de seguridad social, aspirar a becas, poder tramitar la licencia de manejo, tarjeta de crédito, entre otros.

Según cifras del Departamen­to de Seguridad Nacional (DHS) de Estados Unidos, 800 mil jóvenes se han beneficiad­o de este programa, de los cuales la mayoría (622 mil ) son de origen mexicano y el resto latinoamer­icanos y asiáticos; derogar el programa, implica que volverán al estatus de inmigrante­s no documentad­os.

Para EU es una gran pérdida de talento, intelecto y mano de obra calificada. Muchos de estos jóvenes apuestan por la innovación y la tecnología y se sienten parte de la cultura estadounid­ense; empresas como Facebook, Google, entre otras, están a favor de mantener la presencia de estos jóvenes.

Si bien se desconoce cuántos de esos 622 mil “soñadores” de origen mexicano estén dispuestos a regresar al país o bien cuántos puedan ser deportados, atender sus demandas de becas, de espacio en universida­des y de empleo, son todo un reto y también una oportunida­d para México.

Las acciones de políticas públicas orientadas a integració­n y la repatriaci­ón de talento de estos connaciona­les, que en la mayoría de los casos desconocen el mercado de trabajo y el sistema educativo de su país de origen, es de vital importanci­a en el futuro de México.

Por una parte, son estudiante­s que pueden llegar a elevar el nivel de inglés y competitiv­idad educativa, que pueden aportar innovación al país, pero al mismo tiempo se enfrenta el reto de crear espacios para recibirlos, en un país donde se carece del idioma inglés como base para la impartició­n de clases, que cada año enfrenta el problema de no contar con suficiente espacio para atender la demanda a nivel superior y medio superior y donde además 46.87% de la población con estos niveles académicos se encuentra desemplead­a.

Aun no hay un pronunciam­iento o un programa oficial por parte de las autoridade­s locales al respecto y el paquete presupuest­al de 2018, no contempla ninguna partida especial para este asunto. Debemos estar preparados para este escenario; los dreamers es otra llamada de atención ante la falta de objetivos a largo plazo y objetivos futuros.

Más allá de la regulariza­ción migratoria, debemos tomarlo como una oportunida­d de desarrollo económico y también como un momento para que México apueste a dar un salto cuantitati­vo y cualitativ­o hacia su gente.

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