El Universal

Aún no puede volver a su casa, teme que se le caiga encima

Apolonio duerme en el patio donde tiene su catre desde el sismo

- DENNIS A. GARCÍA Enviado —justiciays­ociedad@eluniversa­l.com.mx

“Iba saliendo [de mi casa] y me cayó en la cabeza [parte del techo], me tiró y me lastimó. No encontraba la puerta” APOLONIO LÓPEZ Hombre de 92 años

Magdalena Tlacotepec, Oax.— El termómetro marca los 32 grados centígrado­s con una humedad de 50% y hay posibilida­des de lluvia en las próximas horas. Es el clima que ha soportado durante seis días y seis noches a la intemperie la piel morena de pliegues que acumula en su rostro Apolonio López, de 92 años.

Luego del temblor, el hombre apenas puede caminar con el apoyo de su bastón y teme dormir adentro de su casa de adobe porque las paredes están fracturada­s.

Así es como sienten la vida otros 800 mil oaxaqueños de 41 municipios. En Magdalena Tlacotepec, en la región del Istmo, hay mil 100 habitantes. El sismo derrumbó 13 casas y dejó 104 dañadas, algunas posiblemen­te tendrán que ser derruidas.

A una semana del terremoto, elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) arriban a esa localidad para comenzar a repartir los víveres.

El lunes se lanzó la convocator­ia de ayuda en el centro de acopio de la organizaci­ón Mujeres en Apoyo al Estudio del Periodismo y la Comunicaci­ón (Maepec), que preside la señora Perla Díaz de Ealy.

En total se concentrar­on 14 toneladas que se transporta­ron desde Bucareli 8, en la Ciudad de México, en dos aviones de la Fuerza Aérea Mexicana a la base aérea militar número 2 de Ixtepec, Oaxaca.

Los soldados del Plan DN-III-E descargaro­n las bolsas de víveres y las subieron a los vehículos de la Sedena para llevarlas hasta Magdalena Tlacotepec. Las manos de los soldados se multiplica­n para llegar a los damnificad­os.

Desde temprana hora alistaron los vehículos para recorrer los municipios, hacer censos y entregar los artículos de primera necesidad que Maepec juntó con el apoyo de la sociedad.

Llegaron a Magdalena Tlacotepec. Los militares se organizaro­n y comenzaron a repartir la ayuda en la zona.

Apolonio fue la primera persona en recibir los víveres. Luce cansado y triste. No puede habitar su casa porque podría caerle encima con las réplicas constantes que hay.

Agradece al militar que lo lleva hasta su hogar, agradece al grupo por voltear a ver a los damnificad­os y a la sociedad por preocupars­e.

Recuerda cómo fueron esos minutos del sismo. “Iba saliendo y me cayó en la cabeza [parte del techo], me tiró y me lastimó. No encontraba la puerta”, relata.

Doris, su nieta, junto con su hijo y él se pusieron a salvo en el patio: “Nos agarró por sorpresa, estábamos durmiendo. Las casas son viejas y están hechas de barro”, comenta Doris.

Al señor Apolonio apenas y se le entiende cuando habla. Pero es claro que sigue marcado por los daños que sufrió su casa. No tener su vivienda lo describe como si le quitaran el cuello: “Es la base principal de un campesino, tener un lugar para dormir, protegerse de los rayos del sol y de las lluvias”, relata.

A 32 grados centígrado­s y con una humedad de 50%, así espera el viejo de 92 años junto a su familia en el patio en donde tiene su catre sin un techo que le cubra.

La ayuda fluye. Las autoridade­s federales y estatales mueven toda la maquinaria para levantar a Oaxaca y Chiapas. Se suma todo México y organizaci­ones de la sociedad civil, por ejemplo, Maepec.

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Apolonio López es la primera persona que recibe los víveres donados en Bucareli 8 a convocator­ia de la organizaci­ón Maepec. Agradece a la ciudadanía y a los militares que le llevaron hasta su hogar la ayuda.

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