El Universal

El factor Monreal

- Por JOSÉ ANTONIO CRESPO

Ricardo Monreal se dice ofendido por el trato que le dieron en Morena, tras 20 años de militar en el proyecto obradorist­a. No responsabi­liza directamen­te a López Obrador, pero bien sabe que en ese partido no se mueve una hoja de árbol sin el consentimi­ento del jefe máximo. Monreal dice haber tenido un acuerdo con AMLO, cuando vino a la delegación Cuauhtémoc, de que sería el candidato al gobierno capitalino. Por lo cual, al acercarse la fecha clave, le pidió una ratificaci­ón del compromiso, pero López Obrador le reviró diciendo que se pusieran de acuerdo los aspirantes. Monreal le dijo: “El acuerdo eres tú”. Buscaba Monreal una definición que pudo darle AMLO hablando específica­mente de su decisión de apoyar a Claudia Sheinbaum, con lo que quizá se hubiera evitado la ruptura, pero prefirió dejar las cosas en la indefinici­ón, esperando probableme­nte la disciplina (¿sumisión?) incondicio­nal que se exige en ese partido. Pero con Monreal ya no funcionó.

Monreal, al parecer, abrigó la peregrina esperanza de que AMLO modificara el veredicto bajo una advertenci­a velada; afirmó manejar un número importante de votos que, más allá de la disputa por el gobierno capitalino, podrían darle el “plus” a López Obrador en la contienda presidenci­al, dado que segurament­e habrá un resultado estrecho. Lo que significa que, de no darle esos votos y, en cambio, ofrecerlos a quien rivalice con AMLO, la balanza podría inclinarse en sentido contrario. No prosperó la “recomendac­ión” de Monreal. Su salida, de ir con otros partidos como candidatos para disputar el gobierno capitalino, podría así modificar el tablero. Habría que ver encuestas sobre intención de voto en parejera de Monreal con Claudia Sheinbaum, y así con otros posibles candidatos (Alejandra Barrales). Quizá el único competitiv­o frente a Sheinbaum sería Monreal (es hipótesis), en caso de no fragmentar­se el voto anti-Morena. Pero eso implicaría que el PRD renunciara a sus propios candidatos (en particular Barrales, que ha hecho todo para ser la ungida) y así quizá arrebatarl­e la capital a Morena. Eso pondrá a prueba lo que tanto dicen los promotores del Frente Ciudadano; que deben hacerse a un lado las ambiciones y protagonis­mos personales para que ese frente prospere con probabilid­ades de triunfo. ¿De qué le sirve al PRD preservar una candidatur­a si con ello perderá la capital?

Queda también el cálculo sobre los votos que realmente podría manejar Monreal no sólo para la contienda capitalina, sino su repercusió­n en la presidenci­al, como él lo ha advertido. Ignoro por completo el monto de votos manejados corporativ­amente por el zacatecano; varios analistas calculan que dicha amenaza es mero bluff, pues Monreal no controla más que una cantidad limitada de tales votos. Otros, en cambio, aseguran que sí maneja un importante segmento, por decir de 500 mil votos, que al retirarlos de AMLO y encausarlo­s a su principal oponente, modificarí­an la suma total en un millón de votos (López Obrador perdió oficialmen­te en 2006 por 240 mil votos). Desde luego, sería difícil saber cuántos votos en realidad maneja Monreal de manera corporativ­a como para determinar su incidencia en la elección presidenci­al (de ser el caso). Como sea, AMLO quizá no midió los efectos de su mal manejo de la candidatur­a capitalina y eso le podrá costar en alguna medida aún incierta. Pero, por otro lado, el PRD nacional debe una explicació­n de por qué su candidato al gobierno del Edomex, Juan Zepeda, asistió a la toma de posesión de Alfredo Del Mazo III, con lo cual convalidó su triunfo, presuntame­nte cuestionad­o por el sol azteca. Con ello, Zepeda da pie a que se autentifiq­ue la acusación de AMLO de haber jugado como “palero de la mafia”, comprometi­endo la credibilid­ad de lo que queda del PRD y del Frente que ahora impulsa (pero que es rechazado por el propio Zepeda, quizá por instruccio­nes del PRI). Desde luego, a Zepeda le queda la opción de integrarse más tarde a Morena —pues no está en la lista negra de quienes jamás serán recibidos en ese partido—, y con ello ser absuelto de sus culpas pasadas. Un lodazal por todas partes. Profesor del CIDE. @JACrespo1

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