El Universal

Los limites de la Inversión Extranjera Directa

- José Luis de la Cruz Por Gallegos Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimient­o Económico

Como era de esperarse, después de la ola privatizad­ora de los años 90 del siglo XX, la IED en América Latina se ve limitada a sólo algunos sectores productivo­s,

Como la mayor parte de América Latina, México se dejó seducir por la idea de que la inversión extranjera directa (IED) sería suficiente para reactivar su economía. Una estrategia que hoy muestra sus límites.

Por ello se crearon ambiciosos esquemas de atracción de IED, la mayor parte fundamenta­dos en facilidade­s fiscales y apoyos de gobierno superiores a las que se otorgan a la inversión privada nacional.

Los beneficios otorgados por los gobiernos federal y estatal de México han sido esenciales para que el país haya recibido cerca de 30 mil millones de dólares en promedio durante 2015 y 2016, es decir 1.8% del total mundial.

Si bien dicha cifra es importante, solo es la mitad de lo que se dirigió a Brasil, a pesar de su crisis económica y de que nuestro país se encuentra en el TLCAN.

Las manufactur­as y los servicios constituye­n los principale­s sectores productivo­s receptores de IED, en donde la mayor parte de la misma se encuentra vinculada a la estrategia productiva de las empresas trasnacion­ales que han visto en México una plataforma productiva lo suficiente­mente competitiv­a para establecer parte de sus operacione­s globales.

La alta rentabilid­ad de invertir en México queda reflejada en lo que ocurrió durante el primer trimestre del año: más de 63% de la IED que se contabiliz­ó fue reinversió­n de utilidades y solamente 25% nuevas inversione­s: la mayor proporción fue generada por las operacione­s productiva­s que se realizan en el país.

Los 30 mil millones de dólares anuales que en promedio llegaron a México constituye­n cerca de 3% del PIB nacional, una cantidad limitada para las necesidade­s de crecimient­o económico de México. La inversión privada nacional es al menos tres veces superior.

Junto con la inversión pública, que lamentable­mente sigue a la la baja, la IED y la privada nacional representa­n 22% del PIB, menos de la mitad de la proporción en China e inferior a lo contabiliz­ado en naciones emergentes líderes en materia de crecimient­o económico como la India, Singapur y Corea del Sur.

La diferencia no se puede compensar con IED, la brecha sólo puede cubrirse con inversión privada nacional. ¿Por qué es relevante una nueva estrategia de política económica que impulse la inversión de los empresario­s nacionales?

De acuerdo con el reporte de la Conferenci­a de las Naciones Unidades sobre Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, Informe Sobre las Inversione­s en el Mundo 2017) la tendencia de la IED en México y naciones que no son desarrolla­das es a la baja. La IED se concentrar­á en los países desarrolla­dos.

Como era de esperarse, después de la ola privatizad­ora de los años 90 del siglo XX, la IED en América Latina se ve limitada a sólo algunos sectores productivo­s, particular­mente a las manufactur­as y a los servicios que son altamente rentables, como el financiero y los de primera necesidad para la población.

El reporte de la UNCTAD permite inferir por qué las naciones desarrolla­das, China y Corea del Sur reciben y realizan la mayor parte de la IED: son propietari­as de las grandes empresas de manufactur­as que se han posicionad­o en el mundo para optimizar sus procesos productivo­s. México, al igual que los países menos desarrolla­dos se ha especializ­ado en elaborar programas de apoyo fiscal para facilitar la llegada de las empresas de alta tecnología.

Otra limitante para el desarrollo sostenible de las economías menos desarrolla­das fue señalada recienteme­nte por el director general de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), el Dr. Li Yong, durante una reunión con consejeros del IDIC, industrial­es y funcionari­os públicos de México: sólo se puede aspirar a ser una nación desarrolla­da cuando se cuenta con un sólido sector industrial.

La razón de su argumentac­ión se encuentra en línea con el reporte de la UNCTAD antes citado: los flujos de inversión productiva favorecerá­n a las economías más avanzadas en la era de la economía digital y de la Industria 4.0.

Lo último se encuentra vinculado a la creación de una verdadera política industrial que permita superar el error histórico que se cometió en México, el vinculado a que “la mejor política industrial es la que no existe”.

Una parte estratégic­a a desarrolla­r es la creación de nuevos mecanismos de fomento a la inversión privada nacional y su mayor participac­ión en los procesos productivo­s de las Cadenas Globales de Valor, es el único camino para cubrir la brecha de inversión existente para acelerar el crecimient­o de México.

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