Casi se aparece el diablo al Toluca

El ex choricero Trejo estuvo a punto de hacer la travesura a los escarlata, pero falló un penalti

Erbin Trejo sabía que el Nemesio Díez es un infierno que difícilmente se apaga. No por eso, el delantero del Querétaro dejó de comportarse como un demonio durante la derrota ante su ex equipo, el Toluca (3-2).

Caída en la novena jornada de Liga que el propio Trejo pudo evitar, pero falló un penalti que impulsó a la localía al tercer puesto de la Tabla General. Apenas la esférica rodó al mediodía y los Diablos Rojos impusieron dominio. El olfato goleador de Pedro Canelo ayudó a propinarle, en cuestión de un minuto (25’ y 26’), un doble golpe a la desprevenida zaga visitante.

Mientras que a la media hora de cotejo, el colombiano Fernando Uribe clavó el 3-0 con un remate de cabeza, dentro del área.

Aparentemente, el trámite estaba sobre la mesa, triunfo seguro de los pupilos del argentino Hernán Cristante. En ese instante, la única preocupación era la baja por lesión de Rubens Sambueza. Sin embargo, cayeron en un exceso de confianza y el ex choricero Erbin Trejo aprovechó el momento para exhibirlos antes de irse al descanso.

El infierno daba señales de un cuadro escarlata que se iría descolorando frente al esquema del técnico Jaime Lozano.

Pero el atacante estaba motivado, en su cabeza peregrinaba la idea de que próximamente será padre, por lo que celebró con el balón dentro de la camiseta al hacer efectivo un penalti, a los 40’.

Y cuatro minutos después, Trejo sirvió un centro desde el sector derecho. Al remate, con un sorprendente salto que superó a dos defensas, el brasileño Everaldo Stum conectó de cabeza para el 3-2.

Los 45 minutos restantes fueron un calvario para Toluca. Otra falta dentro del área, correctamente señalada por Erick Yair Miranda, daba la oportunidad a Gallos no sólo de empatar, sino de pensar en la remontada. Pero ninguna sucedió: Trejo, con el ánimo endemoniado desde los once pasos fue exorcizado por una espectacular atajada del guardameta Luis García, para el alivio de los mexiquenses, aún invictos en casa.