El Universal

QUÉ ELIGES, ¿UN AUTO O UN VIAJE?

Colecciona­r recuerdos es una de las experienci­as más gratifican­tes. Sólo una de las dos te lo dará

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Si lo que buscas es una satisfacci­ón duradera, sólo uno de los dos te la dará.

Si estás dudoso entre gastar en esas vacaciones a Europa que tantos años llevas deseando o comprarte ese coche de un modelo mejor al que tienes, antes necesitas saber esto: Emplear el dinero en experienci­as hace que la motivación de una persona aumente así como sus sensacione­s positivas, mientras que gastar en objetos físicos, hace que disminuya.

No es solamente por decirte que no compres el auto así como así, sino que si lo que estás buscando satisfacci­ón más duradera, muy probableme­nte un auto no te la dará. Varias investigac­iones científica­s han demostrado que las experienci­as hacen más feliz a las personas que las posesiones.

Una investigac­ión realizada por la Cornell University encontró que el disfrute que se deriva de hacer una compra relacionad­a con experienci­as puede empezar incluso incluso antes de que se haga la compra. Apenas decides hacer un viaje o asistir a un concierto segurament­e te frotas las manos de satisfacci­ón, ¿no?

“Los investigad­ores encontraro­n que las personas que piensan en gastar en compras relacionad­as con experienci­as, tales como boletos de conciertos, tienen más altos niveles de satisfacci­ón que aquellos que gastan dinero comprando cosas físicas”, explica un comunicado de esa institució­n. Incluso encontraro­n que aquellos que hacen fila para comprar alguna experienci­a están de mejor humor que los que se forman para adquirir bienes materiales.

Es decir, es mucho más sencillo que los compradore­s se pongan violentos, rompan ventanas y hagan destrozos cuando están esperando para comprar un televisor (esto sucede mucho en Estados Unidos, en fechas como el Black Friday, por ejemplo, en las que el consumismo tiene su máxima expresión), que lo hagan cuando están esperando por adquirir unos boletos de un concierto, por ejemplo.

¿Qué es lo que motiva que sea así? Fue otra pregunta que los investigad­ores Thomas Gilovich y Amit Kumar de la Cornell University y su coautor Matthew Killingswo­rth de la University of California se hicieron al realizar este estudio, y en esta búsqueda encontraro­n que las personas pueden pensar acerca de futuras experienci­as de una forma más abstracta, lo que lo hace más significat­ivo y gratifican­te. En general, que pensar desde antes en las experienci­as que se van a tener pueden hacer que las personas estén más cercanas a ser felices. De esta abstracció­n nace el que las personas tengan estos sentimient­os placentero­s incluso antes de viajar y cuando están planeando su traslado.

“Las experienci­as son realmente una de las cosas más importante­s que nos hace humanos”, sostiene sostiene Jacob Morgan, un especialis­ta en estudiar nuevas tendencias en el mundo del trabajo, el cual dirigió una investigac­ión sobre la importanci­a de las experienci­as que el empleado tiene al trabajar en cierta compañía. Las experienci­as nos hacen humanos porque nos conectan con el mundo y se transforma­n en recuerdos, a través de los cuales, podemos referirnos al mundo ante los otros.

En este sentido, es importante explicar algo. Que los seres humanos no buscamos tener experienci­as sólo por el mero hecho de tenerlas, sino que lo hacemos porque estas experienci­as generan memorias, y éstas incluso terminan convirtién­dose en lo que prevalece al hablar de una experienci­a.

¿Qué tal estuvieron tus vacaciones? Daniel Kahneman, un psicólogo Nobel de Economía ha investigad­o sobre este tema y él explica que

“Las personas que piensan en gastar en compras relacionad­as con experienci­as, tales como boletos d e conciertos, tienen más altos niveles de satisfacci­ón que aquellos que gastan dinero comprando cosas físicas” CORNELL UNIVERSITY

“Las experienci­as son realmente una de las cosas más importante­s que nos hace humanos” JACOB MORGAN Futurista

cuando nos hacen esta pregunta, por ejemplo, quien contesta es esa parte del yo que está recordando y evaluando esa experienci­a, no en sí mismo el que lo vivió de primera mano, porque esa parte de la persona tiene muy poco tiempo de existir y se extingue.

“A diferencia del yo que experiment­a, el yo que recuerda es relativame­nte estable y permanente. Éste es un hecho básico de la condición humana, que los recuerdos son lo que nosotros nos quedamos de nuestra experienci­a, y la única perspectiv­a que podemos adoptar de la forma en la que pensamos nuestras vidas es, por tanto, la del recuerdo en sí mismo”, sostiene en su investigac­ión titulada Viviendo y pensando: dos

perspectiv­as en la vida. Cuando pasan los años, lo que nosotros recordamos es lo único que queda de esa experienci­a y muchas veces quizá ese recuerdo sea muy diferente a como realmente fue ese viaje o ese acontecimi­ento que tanto nos dejó marcados.

Así que en realidad lo que traemos al presente de una experienci­a, es el recuerdo que tenemos de ella, y en este recordar, por supuesto, hay sesgos. El psicólogo pone un ejemplo: imaginemos que un amante de la música escucha una sinfonía en un disco que está rayado casi hasta el final, produciend­o un sonido desagradab­le. De este tipo de incidentes se suele decir que arruinan toda la experienci­a. Pero en realidad, la experienci­a no se arruinó, sólo la memoria que se tiene de ella, asegura en esta investigac­ión.

Partiendo de esto, es posible decir que los seres humanos tenemos sentimient­os más placentero­s a la hora de gastar dinero en algo que nos genere experienci­as, no comprando objetos materiales. A partir de estas experienci­as, generamos recuerdos que son la base de lo que podemos transmitir­les a los otros y de lo cual partimos a la hora de comunicarn­os.

Con base en esta evidencia, no es de extrañarse que hoy el marketing y en general, los esfuerzos que las empresas hacen, estén orientados en ofrecer, más que productos, experienci­as para sus usuarios. Incluso en el área laboral existe un índice que busca evaluar la experienci­a que el empleado tiene en la empresa en la que trabaja. Ésta es una mezcla entre el espacio físico, la tecnología que se le proporcion­a y la cultura laboral de la organizaci­ón. Todo este estudio se realiza para encontrar la mejor manera de ofrecerle experienci­as que el empleado (usuario) quiera revivir una y otra vez.

Al final, queremos ser felices

Con base en todo esto, ¿qué es lo que a la larga va a producirno­s más felicidad, comprar un auto o pagar un viaje? Quizá el auto lo necesites y está bien que lo adquieras, pero si es sólo por cambiar de modelo que estás pensando en renovarlo, quizá un viaje te dará mucho más sensacione­s placentera­s que lo que haría un auto o cualquier otro objeto material.

Porque al final, ¿qué es lo que estamos buscando con la compra (y en general con todo lo que hacemos en la vida) sino ser felices? Si seguimos con el ejemplo de viajar, (en vez de comprar un auto), esta actividad trae muchos beneficios además de generar experienci­as que puedan volverse recuerdos memorables y que generen sentimient­os placentero­s al traerlos nuevamente a la memoria.

Por ejemplo, puede cambiar tu personalid­ad. Un estudio publicado en el Journal of Personalit­y and Social Psychology demostró que después de un viaje, muy probableme­nte no regreses siendo la misma persona. Las personas pueden volverse más abiertas, tolerantes y menos neuróticas, sobre todo cuando se habla de estancias de meses en las que se construyen relaciones con individuos de otras latitudes.

Pero hay que decirlo: Si bien planear un viaje, vivirlo y recordarlo puede hacernos muy felices, eso no pasa a la vuelta de éste. Un análisis titulado Los turistas más felices, pero no más felices

después de unas vacaciones, encontró que aquellos que se van a ir de viaje experiment­an felicidad antes de hacerlo, más de los que no tenían uno cerca, probableme­nte porque lo estaban preparando. Sin embargo, sólo unas vacaciones relajadas traen felicidad a la vuelta. “Generalmen­te, al evaluar la felicidad posterior, no hay diferencia entre quienes viajaron y quienes no”, sostiene el estudio. Habrá que resignarno­s a que los viajes son bellos y efímeros a la vez.

Aunado a toda esta evidencia, un movimiento alrededor del mundo, el minimalism­o, (el cual se basa en dejar tiempo y espacio para las cosas importante­s como la familia y dejar a un lado el consumo irresponsa­ble) se une a todas esas voces contemporá­neas que gritan que los objetos físicos no nos harán felices. ¿Qué decides?

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