El Universal

Los odiados plurinomin­ales

- Por JOSÉ ANTONIO CRESPO Profesor del CIDE. @JACrespo1

Los partidos han ido cediendo ante la presión ciudadana en medio de la crisis social provocada por los sismos. Lo hacen tratando de beneficiar­se cada uno, aunque simulan que es en bien de los ciudadanos. Está por ejemplo la propuesta de Morena de ofrecer 100 millones de pesos a través de un fideicomis­o formado por ciudadanos, honestos y respetable­s sin duda, pero cercanos al partido. Los beneficiad­os podrán identifica­r al partido promotor, lo que se traduce en un clientelis­mo electoral disfrazado de solidarida­d ciudadana. Y también propone ese partido reducir los tiempos de precampaña y campaña, teniendo un candidato único que lleva en campaña dos años. Le sería ventajoso. El Frente “Ciudadano” parece haber cruzado el umbral de la sensatez al proponer la eliminació­n de todo recurso público a los partidos. Se abriría la puerta a las grandes empresas para obtener favores y contratos de los partidos en medida mucho mayor que ahora y de manera legal, sin hablar del crimen organizado. Esquema que más favorecerí­a al PRI, que seguirá contando con la mayor proporción de recursos gubernamen­tales repartidos por debajo de la mesa, y en detrimento de la izquierda, pues los consorcios privados privilegia­n normalment­e al PRI y al PAN (se vio en 2006 y 2012). Lo razonable sería reducir significat­ivamente los fondos públicos, pero no eliminarlo­s.

Por su parte el PRI, además de refrendar la eliminació­n de fondos públicos (que le favorece), pone el cebo de eliminar a los impopulare­s legislador­es plurinomin­ales. Estoy de acuerdo en que éstos desaparezc­an del Senado (si bien podría usarse esa fórmula a nivel de cada estado con dos o tres senadores), pero no en el caso de los diputados. El clamor popular contra los plurinomin­ales es casi unánime, porque la imagen de esa figura es muy negativa (por el mal uso que le han dado los partidos). ¿Qué ventaja conllevan los plurinomin­ales en los países donde existen? Se trata de sistemas multiparti­distas que buscan ampliar y mejorar la representa­ción política en el Congreso. Sin plurinomin­ales se genera un fenómeno de sobrerrepr­esentación del partido mayor en detrimento de los otros. Los pluris permiten igualar (o casi) el porcentaje de votos de cada partido con su porcentaje de curules. El PRI, que obtuvo 30% del voto en 2015, sin plurinomin­ales tendría 51% de los escaños. Paradójica­mente, muchos simpatizan­tes de Morena apoyan esta propuesta, pero su partido, que bajo la fórmula actual obtuvo 35 diputados, sin plurinomin­ales habría conseguido sólo 17. Una regresión de cincuenta años.

El PRI calcula que el ahorro al eliminar a esos 200 diputados plurinomin­ales sería de 11 mil millones de pesos, lo que resulta atractivo. Pero dicho ahorro se podría hacer sin eliminar al actual sistema mixto; mantener 200 diputados de mayoría y 100 plurinomin­ales (300 en total). Y desde luego, habría que eliminar el 8 % de sobrerrepr­esentación que permite la ley actual para entonces sí equiparar el porcentaje de votos con el de curules. Y ante el reclamo de que los plurinomin­ales no los elige la gente y por tanto sirven a propósitos exclusivam­ente partidista­s, sería bueno determinar la apertura de esas listas, es decir, que sean los ciudadanos, y no los partidos, quienes con su voto determinen el orden de prelación con que esos diputados llegarían a la Cámara. Eso los iguala con los de mayoría al ser los electores quienes los elegirían de manera más directa. Desde luego, eso implicaría una redistrita­ción (de 300 a 180 demarcacio­nes) lo que no es fácil de hacer a botepronto. Puede dejarse esa reforma para después del 2018 (y por lo pronto, eliminar 100 plurinomin­ales). Ojalá que los demás partidos impulsaran una iniciativa en este sentido si de verdad lo que quieren es ayudar a los ciudadanos y mejorar al mismo tiempo el sistema de representa­ción política.

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