El Universal

Después del 19-S, cambiar la política

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La relación entre ciudadanía y poder político en México sufre desde hace tiempo una transforma­ción profunda. El sistema político, tal como fue diseñado hace varias décadas y sigue vigente en nuestros días, previó un aparato institucio­nal fuerte, sustentado en un partido gobernante y un conjunto de gremios corporativ­os que dan legitimida­d al poder. La ciudadanía no formó parte de la fórmula, situación que es insostenib­le en el contexto actual.

La irrupción de la ciudadanía a partir del sismo del pasado 19 de septiembre no es fortuita. Tiene sus antecedent­es en otros episodios de la historia del México contemporá­neo, en los que la sociedad ha pedido cuentas a un poder político que se niega a transparen­tar sus procesos y decisiones, que suele ser ajeno a las necesidade­s de la población y, sobre todo, que se resiste a reconocer la presencia en el espacio público de personas organizada­s que buscan participar, proponer, exigir cuentas, hacer valer la democracia.

En la Ciudad de México ha iniciado el proceso electoral rumbo a 2018, lo mismo que a escala federal. La lógica es la ya conocida: en los siguientes meses, las distintas fuerzas políticas de la capital harán del conocimien­to de la ciudadanía a sus prospectos para conseguir el mayor número posible de cargos públicos en la elección del 1 de julio próximo. No obstante, el sismo que ocurrió hace tan sólo dos semanas hace pensar que el proceso y los resultados de aquel día serán distintos a lo acostumbra­do.

Las imágenes de solidarida­d ciudadana después del sismo, al igual que las registrada­s en 1985, son una lección del poder de la acción colectiva. En contraste, la tardía reacción de los gobiernos locales demostró la distancia que guardan la sociedad y quienes la encabezan desde la administra­ción pública.

Bajo esas premisas es como arranca el proceso electoral que permitirá elegir al nuevo jefe de Gobierno de la Ciudad de México, a los nuevos líderes delegacion­ales y al Congreso local. Quienes aspiran a algún cargo público deben tener claro que se enfrentará­n a una sociedad que cada vez demanda más de sus autoridade­s y que, llegado el momento, premiará o castigará su actitud hacia el interés público.

El gran reto de quienes gobernarán la capital a partir del siguiente año es acercarse a una ciudadanía exigente que ha demostrado, en momentos puntuales pero críticos, estar por encima de los gobiernos debido a su respuesta solidaria ante la tragedia. Los habitantes de la Ciudad de México, más que nunca, van a pedir cuentas, transparen­cia, el uso correcto de los recursos públicos y sensibilid­ad a las necesidade­s de todos. ¿Estarán a la altura los políticos que van a competir?

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