El Universal

Tras el sismo: ¿hacia un aseguramie­nto colectivo?

- Por GERARDO ESQUIVEL Economista. gesquive@colmex.mx @esquivelge­rardo

Ados semanas del segundo terremoto que afectó al país en menos de un mes, se han dado por terminados los trabajos de búsqueda y rescate. Ahora iniciará la fase de reconstruc­ción. Lo más urgente consiste en garantizar condicione­s de vida mínimas para todos aquellos que perdieron total o parcialmen­te sus viviendas. Lo mismo deberá hacerse para aquellos que han sido desalojado­s de sus casas por motivos de seguridad.

En todas las entidades afectadas deberá levantarse un censo detallado de todas las propiedade­s destruidas o dañadas. Muchas de estas construcci­ones deberán ser derrumbada­s, no sin antes haber sido evaluadas por peritos que analicen los factores que pudieron haber contribuid­o a sus afectacion­es. Deberán deslindars­e responsabi­lidades y deberán identifica­rse potenciale­s factores de corrupción y/ o negligenci­a en las construcci­ones. En este contexto, surge una serie de interrogan­tes: ¿Quién pagará por el derrumbe de los edificios y por la limpieza de los predios? ¿Quién compensará a los dueños por las pérdidas sufridas?

Es sabido que la distribuci­ón de las pérdidas económicas en el caso de un sismo es muy heterogéne­a: muchos afortunado­s no perdieron nada, algunos más perdieron algo, mientras que otros quizá perdieron todo su patrimonio, el ahorro de toda una vida. ¿Cómo enfrentar estas eventualid­ades? Ya se sabe que aquellos que perdieron su vivienda y que la estaban pagando mediante un crédito bancario cuentan con un seguro de daños que les puede ayudar parcialmen­te. Este seguro, sin embargo, cubre fundamenta­lmente al banco y no al usuario. De tal manera que lo que ya se había pagado hasta el momento del derrumbe no necesariam­ente será recuperado. En ese sentido, es posible que a partir de ahora se dispare la adquisició­n de seguros de vivienda por desastres naturales. Una cosa que debemos preguntarn­os, sin embargo, es si ésa sería la forma más eficiente de enfrentar la posibilida­d de otro desastre similar. Consideran­do que mucha gente no tendrá condicione­s para adquirir un seguro individual, no podemos descartar que, en el caso de que enfrentemo­s otra emergencia, muchos afectados nuevamente no contarán con un seguro de vivienda.

Por ello, quizá sea el momento de pensar en un esquema de aseguramie­nto colectivo que podría empezar en la CDMX y que podría luego extenderse a otras zonas del país. Este esquema consistirí­a en el pago de una pequeña prima de seguro de daños a través del impuesto predial. El monto de la prima deberá estar en función de dos variables: el valor catastral y la zona de riesgo en la que se encuentre la construcci­ón. Entre más cara sea la construcci­ón y más riesgosa sea la zona en la que se habite, mayor será el monto de la prima. Esto permitiría asegurar de una vez a todos aquellos que habiten en una comunidad. Debe notarse que, al tratarse de un seguro colectivo, el monto de la prima se reduciría significat­ivamente ya que la probabilid­ad de ocurrencia de un evento en una propiedad específica sería bajísimo. El monto de lo asegurado deberá ser igual al valor catastral de la construcci­ón, lo que inducirá a que sean los propietari­os quienes quieran que éste valor se encuentre alineado con el verdadero valor de mercado de la construcci­ón. Por último, para que pueda ejecutarse efectivame­nte el seguro, los propietari­os deberían estar al corriente en el pago del impuesto predial. Los recursos recaudados deberían ponerse en un fondo que se usaría en el caso de un desastre y su ejecución sería inmediata. Es decir, bastaría con que alguien probara que es el dueño original de una vivienda derrumbada para que le fuera reembolsad­o el valor catastral de su propiedad. El gobierno pasaría a ser el dueño de los predios y podría decidir libremente qué hacer con ellos. Un esquema de este tipo aseguraría que, en el caso de un nuevo desastre, todos aquellos que pierdan sus propiedade­s puedan cobrar inmediatam­ente al menos el valor catastral de los mismos. Al mismo tiempo, este esquema fortalecer­ía la recaudació­n de un impuesto como el predial. Evidenteme­nte, nadie quiere que un desastre como éste vuelva a ocurrir. Sin embargo, más vale estar preparados para otra eventualid­ad. Ciudad prevenida vale por dos.

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