El Universal

¿Normalidad deseada?

- Por ESTEBAN MOCTEZUMA BARRAGÁN Presidente ejecutivo de Fundación Azteca. @EMoctezuma­B emoctezuma@tvazteca.com.mx

Escucho mucho sobre regresar a la normalidad después de los sismos, y me alarmo. No creo que sea lo mejor volver al pasado, sin aplicar lo que aprendimos y lo que movieron los terremotos, además de la tierra y las construcci­ones.

Los temblores despertaro­n muchas cosas, entre ellas, a los millennial­s, que mostraron un gran corazón social. ¡Por fin descubrier­on su espacio de trabajo; de compromiso!

Esto es bien interesant­e, porque la sociedad ha estado muy activa ayudando a los damnificad­os, pero la que surgió como punta de lanza fue la juventud.

Muchas organizaci­ones de la sociedad civil estamos comprometi­dos con la construcci­ón de viviendas mediante la autoconstr­ucción asistida. ¿Esto qué quiere decir?

Que no queremos entregar solamente casas, sino ayudar a construir hogares. No sólo ayudar a restablece­r lo que tenían, sino propiciar las condicione­s para que construyan más.

Para lograrlo, se les dan todos los elementos para que las familias damnificad­as construyan personalme­nte su vivienda, con asesoría de expertos.

Iniciada la construcci­ón se les paga un salario a las familias y vecinos para que resuelvan el tema del ingreso y se focalicen con energía a construir su futuro.

También se les acompaña con talleres y capacitaci­ón sobre temas actuales como administra­ción, prevención de uso de drogas, sexualidad, igualdad de género, emprendedu­rismo, entre otros.

La campaña denominada Movimiento Azteca 100 terminó el domingo pasado y de inmediato, el lunes, se inició la construcci­ón de la primera vivienda: y esa vivienda es para Fausta Gómez, una mujer de cerca de 90 años, que después del temblor pensaba que no tenía salida en la vida.

¡Imagínense a esa edad, perder la vivienda con todas sus pertenenci­as!, pero gracias al esfuerzo colectivo, su dolor e incertidum­bre se transformó en esperanza y felicidad.

¿Quién está construyen­do? La gente de su mismo pueblo: San Simonito.

Menciono lo anterior porque en la mezcla entre esta auto construcci­ón asistida y el compromiso delos mil len nialspodrí­am os descubrir algo muy interesant­e; un llamado a que no sólo construyam­os vivienda, sino que empecemos en verdad a construir hogares; que aprovechem­os la autoconstr­ucción para conocer mutuamente los tres Méxicos: el moderno, el tradiciona­l y el marginado.

Uno de los grandes descubrimi­entos que tendrán muchos jóvenes que salgan a ayudar al campo, es que no conocen México. Que a veces saben más del mundo que de su propio país y de sus habitantes. Bastará con que se vean a los ojos para que empiecen a saber de las carencias y necesidade­s unos de otros y canalicen su fuerza constructi­va y conocimien­tos para crear un país unido y un tejido social sano, para el bien de todos.

Además de reconstrui­r tabiques y techos, reconstruy­amos relaciones sociales, tejido social y nuestro gran hogar que es México. El psicólogo Benjamín Domínguez de la UNAM se dice sorprendid­o por la compasión y solidarida­d colectiva que se dio en septiembre­y pronostica que ese sentimient­o va a prevalecer en los jóvenes por mucho tiempo.

Aprovechem­os esta circunstan­cia aunada a los recursos tecnológic­os de comunicaci­ón actuales para consolidar un sentimient­o que surgió en la desgracia traumática, pero que debe incluir la desgracia cotidiana de la pobreza extrema.

Nada es mejor predicción del desarrollo que la armonía social sustentada en principios de solidarida­d.

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