El Universal

Crear dos, tres, muchos Vietnam

Ernesto Guevara pasó, de ser un médico argentino, a un guerriller­o novato, con la mira puesta en llevar la revolución a Cuba, al lado de Fidel

- Texto: José Meléndez Correspons­al

Marcado por los agudos escenarios de injusticia social, pobreza, represión, desamparo, dictaduras y oligarquía­s que presenció en sus recorridos en motociclet­a, lancha o autobús por América a mitad del siglo XX, el médico argentino Ernesto Guevara de la Serna mutó en 1956 en México a aspirante a guerriller­o con la mira puesta en llevar la revolución a Cuba.

Y en diciembre de ese mismo año se convirtió en guerriller­o novato, cuando la expedición de 82 hombres encabezada por Fidel Castro y que zarpó en el yate Granma en la madrugada del 25 de noviembre del puerto mexicano de Tuxpan, Veracruz, fue recibida a sangre y fuego en el oriente de Cuba por las tropas del dictador cubano Fulgencio Batista pero triunfó el 1 de enero de 1959.

Nacido el 14 de junio de 1928 en Rosario, en el noreste de Argentina, el hijo de Ernesto y Celia pereció en otra insurgenci­a —el 9 de octubre de 1967 en las montañas de Bolivia— y se convirtió en un mito de guerriller­o heroico para jóvenes, idealistas, revolucion­arios y rebeldes, pero en criminal, terrorista o enemigo de Estados Unidos y de un largo listado de gobiernos, dictaduras y dictadores que nunca le perdonaron por irradiar su imagen y su pensamient­o para estimular la creación de movimiento­s armados de liberación nacional en América Latina y el Caribe.

Curtido por su experienci­a bélica en Cuba, en 1964 renunció a sus responsabi­lidades estatales en la revolución cubana y migró a África, para involucrar­se en Congo en 1965 en lo que fue un fallido emprendimi­ento guerriller­o. Tras retornar a mediados de 1966 a La Habana, se hundió de inmediato en la preparació­n de su nueva meta: la guerrilla en Bolivia para combatir al régimen gobernante, militar y proWashing­ton.

Encubierto con una identidad falsa

—Adolfo Menta, uruguayo— y con profundos cambios en su rostro, a finales de 1966 inició su travesía hacia suelo boliviano y a principios de noviembre llegó a las montañas del sureste de Bolivia, cerca del río Ñancahuazú con casi medio centenar de combatient­es del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

En enero de 1965 envió un “Mensaje a los Pueblos del Mundo” a propósito de la Primera Conferenci­a Tricontine­ntal —América Latina, Asia y África— reunida en La Habana, instó a la guerra contra Estados Unidos y lanzó un clamor en momentos de agudizació­n de la presencia militar estadounid­ense en Vietnam, en lo que fue un fracasado intento de Washington por sofocar a las guerrillas norvietnam­itas.

La Tricontine­ntal aportó una histórica proclama mundial del Che de rebeldía global y de aliento guerriller­o. En su mensaje pidió “crear dos, tres… muchos Vietnam, es la consigna”.

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La enfermera Susana Osinaga Robles lavó el cuerpo del Che, sin saber quién era él.

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