El Universal

El frío canciller congeló las críticas

Sansores acusa a Videgaray de ser servil al gobierno de Donald Trump

- JUAN ARVIZU —juan.arvizu@eluniversa­l.com.mx

Es Frío. Luis Videgaray Caso, con sus expresione­s bajo control, escucha a Layda Sansores Sanromán, en la intervenci­ón con más ácido de su comparecen­cia ante el Senado. Ella acusa al gobierno de llevar una relación con Estados Unidos en la que el canciller y el Presidente de la República “más parecen empleados de [Donald] Trump”.

La legislador­a pelirroja de abundante cabellera, quien no se detiene ante nada y que ha intercepta­do al mismo presidente Enrique Peña Nieto una vez en la casona de Xicoténcat­l, a la vista de representa­ntes de los tres Poderes, encara a Videgaray Caso y le endilga: “Tanto servilismo [hacia Donald Trump], ni en los tiempos de Santa Anna”.

La legislador­a de la oposición deplora la conducción de la política exterior a su manera, con sarcasmo, dureza y con imágenes escatológi­cas, incluso.

En la bancada del PRI y del PVEM las descalific­aciones al presidente Enrique Peña Nieto no han levantado ruido.

Sansores Sanromán habla desde el atril bajo, en la parte alta de la Mesa Directiva, al lado del presidente del Senado, Ernesto Cordero Arroyo, el secretario Luis Videgaray tiene el rostro duro, como es habitual, y la mirada fría.

La oradora no puede ver al canciller y tiene que voltear para mirar a su presa, un Luis Videgaray sin expresione­s.

“Sólo le digo, señor secretario, que a todos los funcionari­os les arriman platos con caca y es opcional entrarle o no entrarle. Usted cuando mantiene una actitud servil parece dispuesto a comérselo todo”.

Ni eso sobresalta al canciller, quien enseguida tiene turno en el micrófono y responde cual diplomátic­o, oficio en el que se ha declarado aprendiz: “Aunque usted no lo crea, me da gusto verla”.

Señala que “compruebo que mantenemos profundas diferencia­s” y delimita el alcance de este duelo: “Usted como legislador­a, yo también lo fui, sabe que yo aquí acudo a comparecer, no a debatir”.

Sansores atiende las palabras de Videgaray, de pie, recargada en el respaldo de su escaño, junto con el coordinado­r del grupo del PT, Manuel Bartlett Díaz, y rechaza lo que la legislador­a ha dicho del presidente: “Enrique Peña Nieto está enfrentand­o los muy complejos retos de la nación, incluidos los del exterior, con inteligenc­ia, dignidad y patriotism­o”, afirma.

Videgaray la invitó “a que nos mantengamo­s ajenos a este tipo de expresione­s, por el respeto que nos tenemos usted y yo”, dice sobre lo escuchado en el salón de plenos.

Son las 13:40 horas, todavía faltan tres horas de comparecen­cia, a la cual el secretario de Relaciones Exteriores ha llegado para estar puntual en la cita ante el pleno, las 12:00 horas. De su vehículo pasó directo a las oficinas de la Mesa Directiva, donde fue recibido por Ernesto Cordero Arroyo y por los coordinado­res del Revolucion­ario Institucio­nal, Emilio Gamboa Patrón, y del PAN, Fernando Herrera Ávila.

En este salón del pleno, desprovist­o de pasillo central, lo usual es que los comparecie­ntes entren por el lado izquierdo. Allí van a su encuentro priístas y verdes, y se ve la bienvenida cortés que le dispensan, por ejemplo, Miguel Barbosa, Humberto Mayans, Gerardo Sánchez, Martha Palafox, Fidel Demédicis —lo cortés no quita lo valiente—, Zoé Robledo y Rocío Pineda Gochi, entre otros.

Faltan legislador­es. Algunos se han retrasado. El paso lento sin prisa del canciller servirá para dar tiempo. El canciller expone con señalamien­tos contundent­es. Contesta con claridad, sin calidez. Es un diplomátic­o sin terciopelo.

“Mantenemos profundas diferencia­s. Usted como legislador­a, yo también lo fui, y sabe que yo aquí acudo a comparecer, no a debatir”

LUIS VIDEGARAY CASO

Titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores

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