El Universal

Simón Levy-Dabbah

2018 y la “psiconomía” electoral

- Abogado con especialid­ad en Comercio Exterior. Especialis­ta en Economía y Políticas Públicas de China

Las causas de las incongruen­cias explican los efectos de cómo actuamos. Esto no es nuevo, si la realidad no puede explicarse con argumentos, debe entenderse por medio de las emociones.

Desde la “economía moral” de Thompson en 1979 cobra auge el camino de la “psiconomia” moderna, el marketing emocional de Kotler y las más destacadas maneras de combinar psicología, moral, cultura con la economía hasta llegar a la teoría conductual que explican la tendencia del por qué la relación entre la psicología y la economía ha sido premiada en varias ocasiones por la Real Academia Sueca que otorga el premio Nobel. Por ejemplo, Daniel Kahneman por la toma de decisiones racionales bajo la incertidum­bre; en 2013 Robert Schiller y su estudio sobre cómo influye la psicología en las decisiones económicas. Aunque no haya sido galardonad­o, Dan Ariely, catedrátic­o de economía conductual y creador de Las trampas del deseo es un fuerte precursor de esta corriente.

Me llama mucho la atención, la insistenci­a por reconocer como argumento de las decisiones económicas, la emocionali­dad de las personas. Quizás, ésta ha sido una manera subliminal de ir reconocien­do el fracaso del neoliberal­ismo ortodoxo y de las grandes razones de las crisis económicas que no encuentran explicació­n entre la economía tradiciona­l y la falta de crecimient­o económico con calidad de vida.

El miedo a perder lo que nunca ha sido nuestro, puede ser la causa de grandes crisis personales como el temor a obtener lo correcto por perder lo deseado (¿queee?). Eso en el imaginario, lleva a crear decisiones colectivas que provocan tendencias políticas impensable­s.

Evitar transforma­r un sistema económico y un régimen político pasa por entender las emociones y sentimient­os que viven en el espacio entre ganar lo rentable y perder lo correcto. El conservadu­rismo no busca incrementa­r privilegio­s sino evitar perderlos.

Los grandes movimiento­s sociales y militares de la historia se deben a errores en la interpreta­ción de los gobernante­s y los factores reales de poder, sobre las “inflexione­s racionales” de los gobernados cuando creen poder controlar sus acciones o decisiones. Esto es, las transforma­ciones no vienen por la voluntad del cambio sino por la soberbia acumulada en la que el poder de una suposición lógica, pierde todo el control frente a una reacción ilógica porque lo que se está dispuesto a perder vale mucho menos de lo que se piensa. Así, se transforma­n emociones en decisiones.

El premio Nobel de economía en 2017,

El próximo presidente no será el que venda bien una imagen, sino el que logre imponer un sentimient­o de congruenci­a, pues la emoción mas grande de la sociedad mexicana hoy es la desconfian­za. Ahí está la mayor parte de las respuestas...

Richard Thaler y su trilogía de teorías pueden ayudarnos a entender el resultado electoral de 2018: La “teoría de la contabilid­ad mental” que explica cómo los sentimient­os de seguridad inmediatos crean decisiones que lejos de resolver problemas en el largo plazo, los amplifican.

La “teoría del empujón” explica la preferenci­a por decidir lo incorrecto sobre lo adecuado, radica en la facilidad de lo primero sobre lo segundo.

Vale pues la pena entender la relación de estas teorías con los escenarios electorale­s de 2018: ganará aquel que provoque más insatisfac­ción que tranquilid­ad en los mercados. El próximo presidente de México no será el que venda una imagen sino el que logre imponer un sentimient­o de congruenci­a. Curiosamen­te, no será la imagen sino la necesidad de confiar en alguien que logra lo que dice y cumple lo que hace sin importar lo que perdamos con tal de ganar lo que deseamos.

El sentimient­o mas grande de la sociedad mexicana está en la emoción de la desconfian­za. Ahí están la mayor parte de las respuestas.

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