El Universal

Un hombre íntegro y valiente

- Por PAOLA FÉLIX DÍAZ Diputada federal y activista social. Twitter. @laraPaola1

Antonio Luigi Mazzitelli terminó su encargo en México como representa­nte de la oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en inglés). Encargo que ejerció con sobradas luces jurídicas y altura de miras, pero sobre todo con una gran sensibilid­ad humana.

Su presencia en nuestro país resultó fundamenta­l en diversos sentidos, ya que, con sus diagnóstic­os sobre criminalid­ad, narcotráfi­co y trata de personas, evidenció problemáti­cas graves que por mucho tiempo permanecie­ron ocultas en los sótanos institucio­nales.

Gracias a dichos diagnóstic­os, al análisis de los mismos y a un discurso liberal, liberador, moderno y cimentado en la dignidad humana y los derechos fundamenta­les, el gobierno mexicano se vio obligado a asumir la existencia de diversas problemáti­cas y, por tanto, emprender una primera generación de acciones, en donde, dicho sea de paso, aún falta mucho por hacer.

Mazzitelli es un impulsor y defensor incansable de la cultura de la legalidad, la cual siempre mantiene como eje rector de sus mejores argumentos ideológico­s y teóricos. Una cultura que se empeñó en poner al servicio de las y los mexicanos, particular­mente de los más vulnerable­s, ya sea por su condición de género, edad, etnia o preferenci­as.

De ahí que quienes hemos tenido el privilegio de gozar de su cercanía lo conocemos como un defensor incansable de la vulnerabil­idad extrema, que se profundiza con la pobreza, exclusión y discrimina­ción, hasta volverse innombrabl­e e, incluso, insoportab­le.

Vulnerabil­idad que lleva a cuestas no sólo el abuso de las redes delictivas, sino el silencio y la complicida­d de las autoridade­s; cargando sobre sus hombros la pesada loza de la corrupción y la impunidad con la que se cierran las lápidas de las víctimas que yacen como vivieron: solas y abandonada­s por la autoridad. Prueba de ello son los datos del 5to informe de gobierno en materia de trata de personas.

Antonio es un hombre valiente e íntegro, siempre dijo lo que pensaba, fue congruente en su actuar personal e institucio­nal; nunca se prestó a opacidades ni dijo verdades a medias. Evidenteme­nte, sus diagnóstic­os, sus análisis y sus discursos incomodaro­n a muchos.

Su verdad, que no esotra que la realidad nacional y la verdad de las víctimas de los delitos más atroces, fue tan iluminador­a para unos como molesta para otros.

En su paso por México, cimbró estructura­s, amenazó negocios millonario­s, expuso la insegurida­d y criminalid­ad como nunca antes se había hecho. Sí, Mazzitelli puso el dedo en la llaga y no lo quitó.

Se va, pero sus aportacion­es se quedan. Se va, pero se lleva nuestro cariño, solidarida­d, respeto y reconocimi­ento. Se va, pero nos deja una gran tarea por delante.

Más que una despedida, son estas líneas un homenaje para Antonio Mazzitelli. Estoy segura que el éxito lo acompañará en su nueva encomienda. Gracias y hasta pronto.

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