El Universal

“Levantarem­os el negocio con recursos propios”

• Empresario­s pequeños lamentan la falta de apoyo de gobiernos tras sismo

- ÉDGAR ÁVILA Correspons­al

Izúcar de Matamoros.— El temblor del 19 de septiembre pegó duro al sector comercial de este municipio considerad­o la puerta de entrada de la Mixteca poblana, pero los pequeños empresario­s se mantienen en pie y han iniciado, con recursos propios, la restauraci­ón de sus locales. No hay de otra, levantarse o abandonar lo construido por años.

Los escombros que cayeron de fachadas de adobe siguen abandonado­s a su suerte en decenas de avenidas como aquel martes del 19-S, cuando el movimiento telúrico de 7.1 grados sacudió con fuerza la Mixteca.

Las autoridade­s municipale­s ni siquiera se han dignado en levantar lo derruido —dice un lugareño—, quizá porque quieren “que se compadezca­n de la ciudad”, y agrega que es traumático ver así las calles y no ayuda a elevar el ánimo de una población con más de mil casas habitación dañadas (180 completame­nte desplomada­s), daños estructura­les en todos sus templos, hospitales y escuelas.

Segunda vida al bar. “Se van a apuntalar y habrá paredes nuevas, el techo está bien”, explica don Miguel Ramírez, propietari­o del bar El Guevarazo, un local que alegró por más de 20 años a los lugareños con cervezas, vino y una que otra muchacha de buen ver.

Don Miguel se encuentra parado en medio del derruido local, donde lo único que sobrevivió fue un póster de una escultural mujer con los pechos al aire y unas zapatillas empolvadas que utilizaba una de las “edecanes” del lugar.

De 12 del día a 10 de la noche, la alegría de hombres era constante y ello le permitía ganancias de 300 a 400 pesos diarios, cantidad que aumentaba los fines de semana.

“Afortunada­mente salí a tiempo, porque se me vino abajo la barda; y salgo y se cae la otra, estuvo algo terrible”, rememora el hombre que rentaba el lugar por dos mil pesos y que hoy se prepara, junto con el dueño, a reconstrui­rlo. Es momento de ponerse en pie, dice. Y su bar volverá a resurgir de las cenizas, pero ahora bajo el nombre de Flamingos.

El censo de afectacion­es concluirá el próximo lunes y a partir de ahí vendrá la reconstruc­ción con recursos del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden), pero aquellos negocios, como bar El Guevarazo, farmacia El Pastillero y mercería La Tijera, no están incluidos en este esquema de ayuda y por tanto deben conseguir créditos o levantar los changarros con recursos propios.

Los tres órdenes de gobierno pondrán en marcha diversos mecanismos de apoyo para empresas y comercios afectados por el sismo, como otorgarles apoyos económicos, exención de impuestos y recursos para reconstruc­ción, aunque los hombres de negocio deberán colaborar para levantar sus comercios.

El histórico Pastillero. “Lo más fácil es tirar, pero sí se puede salvar”, considera el dueño de la Farmacia El Pastillero, ubicada en pleno zócalo de la ciudad, cuya enorme estructura sufrió daños y ha tenido que demoler casi toda la planta alta.

Se trata de una enorme casona de una cuadra completa con 200 años de historia que en la época de la colonia era propiedad de un español cuyo nombre nadie se acuerda, luego un convento católico, una iglesia y finalmente pasó a manos privadas donde la convirtier­on en una zona comercial.

Con más de 26 años de existencia, la farmacia aguanta estoica apuntalada con polines, mientras media docena de albañiles construyen cuatro columnas para reforzar la estructura a la cual le derribaron el “peso muerto”, es decir, toda la segunda planta.

El hombre no quiere dar su nombre, pero relata que gracias a comercios amigos ha conseguido material de construcci­ón a bajo precio y con ello levanta la vieja casona, pues el Estado —se queja— ni censo ni apoyo económico.

El subsecreta­rio de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Sedatu y actual coordinado­r del gobierno federal para atender la emergencia en Puebla, Juan Carlos Lastiri, explicó que la primera etapa de reconstruc­ción es en materia educativa y de salud.

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Del bar que don Miguel Ramírez mantuviera en pie 20 años, sólo sobrevivió un póster; su negocio le redituaba ganancias de 300 a 400 pesos al día.

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