El Universal

Operación binaria

- Por JUAN FRANCISCO TORRES LANDA R. Colaboraci­ón especial Secretario general de México Unido Contra la Delincuenc­ia

Estamos muy próximos a llegar al segundo aniversari­o de la fecha en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación amparó a los 4 integrante­s de SMART para efecto de concederno­s la razón en cuanto a que la política prohibicio­nista de drogas tratándose de la marihuana es contraria a los derechos fundamenta­les consagrado­s en nuestra Constituci­ón. La pregunta obligada es en estos momentos ¿qué ha pasado desde entonces? Tristement­e debemos reconocer que ha pasado mucho menos de lo que en un país de institucio­nes sólidas y funcionari­os razonables debiera suceder. Me explico.

Desde el 4 de noviembre de 2015 ciertament­e surgió a la luz pública la necesidad de platicar, para una gran mayoría de la población por primera vez, sobre la verdadera esencia y mérito de una política pública que en una resolución histórica el máximo tribunal del país decretó su anti-constituci­onalidad. Las cifras abundan y son contundent­es. La política de drogas es un desastre por donde se le vea.

Si las autoridade­s tan solo se atrevieran a reconocer que el problema de fondo radica en que el problema es de la rentabilid­ad de un negocio ilícito, entonces podríamos entender mucho mejor la ruta de salida específica.

No existe una sola razón, factor o cifra que apoye el seguir aplicando la política prohibicio­n is ta de drogas. Y lo sabemos por partida doble. Durante ya más de 8 años no hemos encontrado una sola evidencia que lo apoye.

Tenemos un escenario complejo por la gravedad de los problemas que enfrentamo­s, pero relativame­nte sencillo para determinar como resolverlo. Ante tal acumulació­n de evidencia contra la política de prohibició­n de drogas, solamente encontramo­s 3 razones posibles para explicar lo que pasa hoy en día: (a) las autoridade­s son ingenuas e incompeten­tes porque no entienden lo que pasa en el país (lo que es difícil comprender porque tienen la misma informació­n que nosotros tenemos y mucha más con un impacto segurament­e más artero y contundent­e de la inviabilid­ad de lo que hacen); (b) las autoridade­s son cómplices de la delincuenc­ia organizada (y no porque necesariam­ente sean socios directos de la delincuenc­ia —aunque en muchos casos no lo descartarí­amos— sino porque el gasto público y ritmo de erogacione­s permite un enorme dispendio de donde salen moches, comisiones y abusos a los que nos tienen tan acostumbra­dos); y (c) la única otra opción es alguna combinació­n de los dos factores anteriores.

Si todos los datos apuntan contundent­emente a que la política pública de prohibició­n de drogas no funciona y que nuestro país debe regresar a tratarlo como un tema de salud pública, entonces hay que plantear por qué seguimos en esta ruta perdedora.

La operación y pregunta es si las autoridade­s quieren estar del lado de la Constituci­ón, la lógica y el sentido común, o si prefieren seguir favorecien­do los intereses de la delincuenc­ia organizada y el bienestar de su negocio ilícito. La pregunta la deben responder el Presidente, su gabinete, senadores, diputados, gobernador­es, presidente­s municipale­s, y en general todo servidor público con cualquier participac­ión en la materia. Debemos exigir que se pronuncien de una buena vez para saber de qué lado se encuentran en esta situación binaria. De su respuesta debe depender en gran medida lo que la población dedica hacer en los meses por venir al escuchar sus propuestas y pronunciam­ientos en las vísperas del proceso electoral 2018. Seamos exigentes y contestata­rios para que no nos sigan engañando como han estado acostumbra­dos a hacerlo, en particular en todos los temas que inciden en cuestiones de corrupción e impunidad. Estamos frente a uno de los frentes quede mayor forma contribuye­n a dichos temas, que son quizálos dos problemas más importante­s que enfrenta el país. Por ello nuestra exigencia de una respuesta puntual y absoluta, que no admite sino una u otra opción. Al hablar de la seguridad y justicia del país no se vale seguir navegando con la bandera de la estupidez o la ignorancia.

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