El Universal

Jade, la niña que conmovió a Chong

• Lloró al platicarle el daño de su escuela tras sismo • Su familia es de las afectadas en Reforma de Pineda

- ROSELIA CHACA Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx

Reforma de Pineda.— Por los altavoces del pueblo, Jade escuchó que en el centro de la población ese día estarían los señores del gobierno, inquieta le rogó a su mamá que la llevara a ver al gobernador y al señor Osorio Chong, de este último se grabó su nombre por sonarle raro, quería darles un mensaje.

Jade Estephanie Cabrera González tiene seis años y la pena no es una de sus cualidades, todo lo contrario, es desenvuelt­a y muy madura para su edad, así que dirigirse al gobernador durante su visita de trabajo a Reforma de Pineda y pedirle la palabra no le fue nada difícil.

Entre la multitud Jade identificó a su tía, Rosita Aguilar, la presidenta municipal que estaba en la comitiva del gobierno junto al secretario de Gobernació­n. La niña corrió hacia ella y pidió hablar con el gobernador; su tía la presentó e inmediatam­ente Alejandro Murat le dijo que cuando lo viera en el templete se le acercara.

La niña insistió a su madre que la acercara, Fabiola González la complació. Jade tomó el micrófono y pidió regresar a clases, pero con la reconstruc­ción de su escuela, después rompió en llanto, ella asegura que le ganó el sentimient­o, su madre dice que también le ganaron los nervios.

“Me ganó el sentimient­o”, es lo único que responde cuando se le pregunta por ese día frente a los funcionari­os del gobierno, lo siente normal, que le nació llorar, aunque asegura que no es común que lo haga, a ella que le gusta hablar en público sin pena.

Así, ante el llanto de Jade, el secretario de gobernació­n se mostró conmovido e intentó consolarla. El rígido protocolo se rompió y el gobernador Alejandro Murat cargó a la pequeña para después prometerle que su escuela será reparada. Joven promesa. Jade es una pequeña comerciant­e, todos los días acompaña a su mamá al mercado, donde la familia tiene un puesto de chorizo y chicharrón, a su lado, cuando tiene dinero, coloca su tiendita de dulces, con lo que gana se compra cosas.

“Se levanta a las cuatro de la mañana y me acompaña al mercado, después se va a la escuela. De lo que le dan, a veces 50 o 100 pesos, va a una dulcería, compra dulces y los vende a un lado de mi puesto, de ella sola nació vender. Ella negocia la compra de los dulces, al final se gana hasta 200 pesos.”, explica orgullosa su madre.

La pequeña además de ser una oradora natural, es deportista, ha ganado medallas de oro y bronce por competenci­as en atletismo a nivel jardín de niños en su comunidad, como casi a todos los niños, le gustan las películas animadas y patinar.

El sismo. Después del terremoto, su madre hizo el esfuerzo de comprarle unos patines, todos los días se los pone y utiliza como pista lo que quedó de su casa de teja: el piso. La de Jade forma parte de las mil 120 familias afectadas por el sismo.

“El día que tembló mucho yo estaba dormida, mi papá me cargó y me sacó, pero seguía temblando cuando desperté. Me asusté mucho. Se cayó la casa de mi vecina. A mi abuelita se le cayó su horno. Mi escuela también está mal. La casita donde teníamos el refri también se cayó. Ya no hay nada, sólo el piso”, dice al señalar los restos de lo que fue una vivienda.

En Reforma de Pineda, de las mil 120 edificacio­nes dañadas, seis son centros educativos, dejando sin clases a más de 400 niños y adolescent­es. La Secundaria Técnica número cuatro fue catalogada con daño total, cinco escuelas tienen daño parcial; dos primarias, dos secundaria­s y el Centro de Bachillera­tos (Cobao).

De las dos primarias con daño parcial, Jade asiste a la Ignacio Zaragoza, marcada con el folio EO/1045: “Aún no se regresará a clases hasta que Protección Civil entregue el dictamen de las condicione­s de las escuelas. Ellos ya realizaron las inspeccion­es y ahora esperamos los dictámenes, eso mismo esperan los maestros para tomar la decisión de regresar, reubicarse o esperar”, explicó la alcaldesa.

Mientras Jade espera que los adultos resuelvan la situación de su regreso a clases, ella acompaña a su mamá al mercado a vender y repite una y otra vez que no tiene que salir corriendo cuando tiembla, aunque confiesa que sí lo hace como toda niña asustada, por las constantes réplicas.

“[Jade] se levanta a las 4 de la mañana, va conmigo al mercado y luego a la escuela. De lo que le dan, a veces 50 o 100 pesos, compra dulces y los vende. Es sorprenden­te su talento para las ventas” FABIOLA GONZALES Madre de Jade

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La pequeña de seis años es alumna de la primaria Ignacio Zaragoza, que resultó con daño parcial y que aún no regresar a clases porque espera que Protección Civil entregue el dictamen de las condicione­s del plantel.
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Sobresalie­nte. Jade Estephanie Cabrera Gonzales tiene seis años, es desenvuelt­a y muy madura. Ha ganado medallas de oro y bronce en torneos de atletismo.

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