El Universal

Defectos y virtudes del presidenci­alismo

- Óscar Mario Beteta

Las virtudes del sistema político mexicano, que contrastan con sus defectos; las ventajas que tiene, junto a los inconvenie­ntes que representa, y las capacidade­s del Presidente, ejercidas como potestad única, extraordin­aria y postrera, a la par de su eficacia, están por aflorar en su máxima expresión, como es tradición, con el inminente nombramien­to del candidato presidenci­al del PRI.

La parte final de este proceso, que ahora se simulará con una “convención de delegados”, correspond­erá exclusivam­ente al presidente Enrique Peña Nieto. Al consumarse, se acreditará la vigencia del presidenci­alismo en todo su potencial que ha privado desde el México posrevoluc­ionario. Ha sido un factor inestimabl­e de cohesión, estabilida­d y paz, aun con la desigual prosperida­d social que ha generado.

Con tiempo, mesura y esmero, Peña Nieto ha cuidado todos los detalles para asumir lo que será su inexorable última gran decisión, que es nombrar al hombre que buscará sucederlo en el cargo. Puede hacer eso y lo hará, porque ha ejercido el mando de una manera indiscutib­le. Aún con la presencia de poderosas fuerzas políticas, e incluso en medio de fuertes crisis, su liderazgo es indiscutib­le.

La construcci­ón de éste, para considerar sólo una pieza, comenzó desde que asumió el mando, cinco años atrás. Con el apoyo del PAN y el PRD, concretó las grandes reformas estructura­les. En este como en otros muchos casos, venció o convenció, según las necesidade­s, lo que ocurre siempre en la política.

Sin tomar en cuenta los indicadore­s sobre su popularida­d, mantuvo y radicalizó el Proyecto de Nación en el que cree firmemente. En esto, nadie podría esperar que tuviera consenso total, ni mucho menos unanimidad.

Las ventajas que da el presidenci­alismo en el ejercicio de la facultad metaconsti­tucional para que el Jefe del Estado designe al candidato a relevarlo son, entre otras, que se evita divisiones y eventuales desprendim­ientos. En un ritual casi religioso, la clase gobernante se mantiene unida por lealtad e interés de conservar el poder, lo cual no es ilegítimo.

Una de las grandes desventaja­s que se le han visto y cuestionad­o a la atribución de dejar heredero, es que en ese acto priva la voluntad, la convenienc­ia y a veces el capricho de una sola persona. Pero si decide mirando al bien de México, y es lo que se espera, no cabe duda de que puede convertirs­e en una de las virtudes del sistema de dominación priísta.

Si al PRI se le cuestiona la práctica del “dedazo”, hay que voltear hacia los demás partidos. En el PRD-Morena, Andrés Manuel López Obrador rebasó esos límites. Despóticam­ente protagoniz­ó un “autodedazo”. Lo hizo para autopostul­arse dos veces a la primera magistratu­ra, y ahora, sin consultar a nadie, se enfila a su tercer intento por conquistar­la.

Y el PAN nada tiene de qué ufanarse como excepción al respecto. Fox quiso imponer a Creel y no pudo. Y su sucesor, Calderón, trató de hacer lo mismo con Ernesto Cordero y fracasó. Simple y sencillame­nte, no aprendiero­n una de las improntas propias del PRI.

Ahora en ese partido impera el desorden, la traición, las renuncias y la desesperac­ión de su dirigente, Ricardo Anaya, por alcanzar la postulació­n a la Presidenci­a. Si los demás partidos no figuran en esta dimensión, es por su pequeñez. Pero es innegable que el verticalis­mo, autoritari­smo y la antidemocr­acia que imputan al otro, constituye­n propia su esencia.

¿Qué es preferible entre la fidelidad funcional a un sistema, pero también a un país, como la del PRI, y una ambiciosa deslealtad antifuncio­nal generadora de pugnas, confrontac­iones y pleitos que no abonan siquiera a un clima político tolerable, como la del PAN?

En última instancia, quien tiene el poder y lo ejerce, puede decidir lo que quiera. Cuando decide sobre un mínimo de congruenci­a y razón, mirando al bien del país, cuenta con la aprobación de la sociedad.

Si opta por el mejor aspirante a sucederlo, lo pondrá en la ruta de recrear a su partido en el poder, y se mantendrá el presidenci­alismo que es el sistema que ha dado más años de paz a este país, urgido de una solución pronta al problema de la desigualda­d, la pobreza y el atraso. No hay margen para un error.

SOTTO VOCE… Eduardo Sánchez sigue en la línea de mejorar cada vez más la comunicaci­ón del presidente Peña Nieto con los medios. El diez que se anotó con la reunión que organizó esta semana entre su jefe y más de 60 comunicado­res es tan indiscutib­le como merecido. Además, hay que reconocer que ninguna pregunta, por difícil que hubiese parecido, incomodó ni puso en apuros al Ejecutivo federal. La serenidad, ecuanimida­d y buen humor que exhibió parecen tener explicació­n en el control que tiene del país y, en especial, del proceso sucesorio… Se habla del 27 de noviembre como fecha cabalístic­a para el destape del candidato priísta… El doctor Miguel Ángel Mancera no va como candidato independie­nte, pero cada día se fortalece más como el posible abanderado del Frente Ciudadano por México.

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